Newell's buscaba una señal de reacción y la encontró. Tan importante, tan necesaria. Esta vez la clave no estuvo en el grado de expresión futbolística que logró alcanzar el conjunto de Martino, si no en la contundente muestra de carácter que ofreció anoche en el Coloso. Cuando el partido entraba en una extraña zona de complicaciones, el equipo rojinegro supo revertir la expulsión de Heinze, el penal de Botta y desde allí pisó el acelerador para llevarse al rival por delante y atrapar los tres puntos con justas razones. El 3 a 1 sobre Tigre en el Parque fue un gesto de valentía, una invitación a volver a creer, una confirmación de rumbo en el momento más oportuno.
Con esta victoria, la Lepra detuvo los efectos primarios de las derrotas con Colón y Olimpia. Con la actuación de ayer enterró rápidamente esas incómodas insinuaciones y puso al equipo de nuevo sobre la huella. Además, forjó un envión que puso a Newell's otra vez a dos puntos del líder Lanús, cerca de todo y en condiciones de mantener la intensidad de su lucha en el frente interno.
El arranque no fue sencillo. Al dueño de casa le costó desatarse y las cuestiones de contexto se notaban dentro de la cancha. Por eso las imprecisiones dominaban la escena y Newell's no encontraba la fórmula para tener elaboración, sorpresa y profundidad. En ese contexto, el local siempre asomaba mejor y Tigre se resumía a una postura especuladora ya que sólo esperaba faltas cerca del área para inquietar con pelotas aéreas.
Con ese panorama, los rojinegros se vieron obligados a apostar a pelotazos largos por encima de los centrales. Fue así que, a los 21', el peruano Cruzado inventó un pase de estratega por arriba a Figueroa, que se acomodó en el área, se dio vuelta y definió suave al palo izquierdo. Fue un guiño cómplice para Newell's, que después contó con varias chances para aumetar a través de Scocco. A los 31' estrelló un remate en el caño izquierdo y a los 47' estuvo muy cerca de cabeza pero Paparatto la sacó al córner.
En el complemento, cuando se trataba de encarrilar la victoria, Heinze tomó a Echeverría en el área, Ceballos marcó penal y le mostró la roja al Gringo. Enseguida, a los 58', Botta convirtió por abajo de Guzmán. Fue un golpe que sacudió a Newell's pero que curiosamente le permitió una reacción a puro temple.
Y la levantada llegó de una forma poco habitual. En esta ocasión, fue una pelota parada la que se transformó en el vehículo hacia el éxito. Tiro libre de Cruzado desde la izquierda, a los 64', y Vergini estampó de cabeza el segundo, que provocó una explosión colosal.
Newell's estaba asumiendo sus obligaciones, con decisión y coraje. Sin tanto fútbol, pero con una extraordinaria cuota de testosterona. Y luego de la expulsión a Castaño, le imprimió la debida rúbrica a esa sensación con un golazo espectacular de Scocco, a los 76', que apiló defensores por derecha y tocó con clase por arriba de García. Ese fue el efecto de cierre de una victoria crucial, que trascendió su valor intrínseco y que potencia una realidad que volvió a encenderse.