Fue una campaña con épica, pero se desinfló al final. Como se esperaba, la de intendente de Rosario fue una elección muy disputada, distrito a distrito. Pero se impuso el aparato oficialista por 16 mil votos (3,5%), y el cambio de carácter post Paso le rindió a Pablo Javkin para ganarle, no sin muchísimo esfuerzo, a Juan Monteverde y renovar sus credenciales al frente del Palacio de los Leones.
Rosario Sin Miedo hizo una buena elección en la periferia, sobre todo en los barrios populares, pero perdió en el centro, que es fundamental para ganar la ciudad porque concentra muchos votos y hace la diferencia en toda elección peleada por la densidad de habitantes.
El movimiento de aparato, la seguidilla de obras, inauguraciones y una campaña ciertamente agresiva que desarrolló el oficialismo después de las Paso y sobre todo en las últimas semanas antes de las generales, sumaron esos tres puntos de diferencia suficientes para renovar el mandato. Al que está en el Palacio de los Leones, para ganarle, hay que arrollarlo. La caja del Estado es difícil de batir. Fue un intento digno y tenaz, pero se quedó en la puerta.
Una lectura osada podría decir que el temor al peronismo y la izquierda fue casi tan grande como el rechazo a la gestión de Javkin. Pero sería simplificar las cosas. Porque está claro que no fue fácil ser candidato estando en el cargo, con una ola tan contraria. De todos modos, que el hombre del Evita Mariano Romero haya superado a Caren Tepp en concejales habla de la composición del voto a Monteverde: mayormente peronista.
Ideológicamente, era ilógico pensar que en una ciudad en la que gana Javier Milei las primarias a presidente triunfe una propuesta como la Rosario Sin Miedo. Pero hay una porción del electorado que no vota con la ideología. Va y viene. Ciudad Futura siempre mordió una parte de esa ciudadanía. Esta vez los vientos de cambio fueron grandes, pero no suficientes para doblegar al líder de Creo.
Las elecciones se ganan hasta por un voto. Pero lo que es innegable es que a Javkin le costó muchísimo esfuerzo imponerse y eso debe ser un llamado de atención. "Igual es medio épico. Un par de puntos es nada, es un triunfo para Juan. Tenés a un líder opositor con la mitad de los votos", decía desde el centro de cómputos uno de los referentes aliados de Ciudad Futura.
Quizás la lectura sea muy benevolente y no sea un triunfo. Pero sin dudas la victoria no le da carta blanca al intendente para imponer sus políticas con facilidad y deberá afinar su poder de negociación. Aunque la buena elección en el Concejo de María Eugenia Schmuck le dio oxígeno. De todos modos, con Pullaro en la Gobernación, si hay sintonía como se espera, habrá otro panorama para el jefe del Ejecutivo. Y habrá que ver qué pasa con las presidenciales en octubre o noviembre si hay ballotage. Se viene otra etapa.
Narrar la derrota como inicio
La de este domingo fue una noche que arrancó con el condimento de toda contienda apretada. En el búnker de Rosario Sin Miedo el clima era muy tranquilo, cero eufórico. Los referentes estaban guardados. Solo se lo veía a Martin Lucero, el líder del gremio de docentes privados Sadop, dar vueltas entre la prensa.
El cambio de sede fue otro símbolo más. Al igual que la reunión con empresarios y el saco, como una transformación más para sacarse los estigmas de la izquierda y mostrarse amigable y moderado con las gestualidades comunes de la política, la base de Monteverde se mudó al coqueto complejo Forest, donde era Madame.
Era una elección general, un virtual ballotage, había mucha atención sobre el candidato y hubo que buscar espacios más grandes. Se eligió un boliche enorme, con estética nocturna. Con barras, personal de negro y seguridad de traje. La música, bien latina: ritmos centroamericanos, brasileños y mucho rock nacional.
Obviamente sonó Calle 13, Wos, Fito, Charly, Divididos y el Indio. Nada en inglés, como si se hubiera mudado una parte del mítico Distrito 7, el bar cultural de Ciudad Futura de Ovidio Lagos y Córdoba. El catering, sencillo y a cuentagotas. Solo sandwichitos de miga de jamón y queso.
Basados en sus mesas testigo, Antonio Salinas y Lucila De Ponti salieron a hablar temprano, a las 19.30, a decir que habían hecho muy buena elección en la periferia y que venía parejo. Ya sabían que en el microcentro la cosa no había ido bien, pero esperaban conocer la diferencia. No había caras largas, pero en off circulaba que iban un par de puntos abajo, pero nadie lo afirmaba en voz alta. Quizás esperaban revertirlo. Y se volvieron a ir a camarines.
Mientras tanto, desde el oficialismo comentaban que según sus datos, en la zona núcleo de la ciudad tenían mesas que triplicaban a Monteverde. En el macrocentro era más palo y palo. Parte de la periferia sabían que era de Rosario Sin Miedo.
Sobre las 20.30 las mesas testigo de Unidos le daban tres puntos arriba al actual intendente. Mientras en la base del oficialismo había euforia y desfilaban dirigentes, en el de Rosario Sin Miedo seguía sin haber movimiento. El clima típico de una elección que se sabe se está perdiendo.
Cerca de las 22 salió Monteverde a hablar en el escenario. En el recinto había una multitud de militantes y fiscales con mucha presencia joven, que no podían ocultar la desazón por haber estado tan cerca. "Es una elección histórica para nuestra ciudad, superamos la barrera de los 220 mil votos con el único aparato que teníamos, que son ustedes", dijo un eufórico Lucero al presentarlo. "Mientras dicen que se viene la noche de la derecha. Los barrios dijeron que quieren otra cosa. Rosario dice que es la capital de la rebeldía y la esperanza. Hay futuro", bramó.
Luego habló Eduardo Toniolli del Evita: "Recogimos los sueños y las expectativas de los rosarinos que trabajan para dar vuelta una página negra de nuestra ciudad. Logramos hacerlo, compañeros. Tenemos que estar muy orgullosos. Si algo dejamos en estas elecciones es el corazón. Esto no es el final, es el inicio de una fuerza que logró sintetizar lo mejor de distintas tradiciones políticas", dijo.
Monteverde fue ovacionado al salir, con saco sport azul y camisa blanca. Dio un discurso optimista y emocionado: "La mitad de la ciudad nos votó. Faltó muy poquito. Contra los aparatos, la vieja política, la mentira y la tergiversación. Sabíamos que era una elección contra el miedo. Por eso nos juntamos. El pueblo está pidiendo a gritos que dejemos a un lado las diferencias para poner por encima de todo las necesidades de la ciudad. Estuvimos muy cerquita de lograrlo”, comenzó.
Y a continuación, arremetió contra la campaña que hizo su rival: “No sabíamos que enfrente nos íbamos a encontrar con la idea de seguir metiéndole miedos, odios, divisiones y enfrentamientos a la gente. Hoy hay una nueva fuerza política y eso quedó expresado en el resultado. Fuimos con herramientas nobles, con un proyecto de futuro y dijimos lo que íbamos a hacer. Vamos a ir a convencer a la otra mitad. No tengo dudas de que en cuatro años vamos a estar gobernando la ciudad. El mapa muestra algo contundente. Hemos ganado en todos los barrios de la ciudad”, señaló mirando un gráfico que tenía todos los distritos, salvo el centro, pintados de verde.
Por último, intentó narrar la derrota como el comienzo de algo nuevo: “Tenemos claro qué intereses defendemos. Mi tarea a partir de mañana será, como principal fuerza de la oposición, que ese mapa esté en la agenda cotidiana donde se toman las decisiones de esta ciudad que grita con mucha fuerza un cambio. Lo que anida acá es una nueva cultura política qué no está dispuesta a hacer o decir cualquier cosa para sacar un voto más. Estoy feliz de lo que hemos construido, solamente va a tomar cuatro años más. Esto recién empieza", cerró. Besó a su pareja, Caren Tepp, que será nuevamente concejal. Y desde abajo arrancó una batucada.