El gobierno nacional está empecinado en continuar con iniciativas que producen notables divisiones en la sociedad. Al parecer el objetivo es que varios sectores de la comunidad confronten y haya desunión entre ellos. Tres hechos indican que al kirchnerismo le interesa separar y no juntar. En 2008, a meses de la asunción de Cristina Fernández como presidenta de los argentinos, instaló el conflicto con el campo por la resolución 125, que fijaba las retenciones móviles a los granos. Este año promovió la ley de medios, aprobada por los legisladores, bajo sospechas de querer condicionar la información periodística y manipular la libertad de expresión. Posteriormente la ley de matrimonio, sancionada en el Congreso, la cual permite a personas del mismo sexo casarse. De esa manera, el Poder Ejecutivo cosechó más enemigos: ruralistas, periodistas y dueños de medios y sectores eclesiásticos. Existe una clara intención de dividir a la sociedad. Quienes conducen, dirigen, imparten órdenes y ocupan lugares de preponderancia necesitan que sus súbditos estén desunidos, dispersos, aislados. Así es más sencillo dominarlos, persuadirlos, manipularlos. Además, es preferible la confrontación, el clima hostil, las discusiones exacerbadas entre las distintas castas. Es importante para quien gobierna emprender un ataque a la unidad nacional.