En Telefe están convencidos, “Los vecinos en guerra” será la continuidad de un éxito monumental, “Graduados”, que se hizo dueño de las preferencias durante 2011 y 1012. Craneado por las mismas cabezas (Underground, Endemol y Sebastián Ortega como director general), la nueva nave insignia comenzará a rodar desde mañana, a las 21,30, y con una gran novedad: el regreso a la actuación de Diego Torres, luego de 20 años.
Se trata de una comedia, desde ya, pero con un matiz: “áspera”, definió Diego Torres durante el lanzamiento del nuevo programa en el ya histórico boliche La City, del barrrio de Colegiales de Capital Federal.
—¿Habías tenido propuestas para volver a la actuación que no prosperaron, ¿cómo sucedió esta vez que aceptaste?
—Fue un intercambio, ellos me propusieron un personaje, yo lo estudié, me tomé unos días y les hice una devolución. Y ellos la tomaron en cuenta y ahí se abrió el juego sobre la historia y el resto de los personajes. Después viene el trabajo concreto, diario. El de seguir una rutina, de estudiar la letra, de ir a grabar.
—¿Qué rasgo destacarías de este libreto?
—Me atrapó el carácter de la comedia, un poco áspera. Que de todos modos te saca una sonrisa. La vida misma, con momentos buenos y malos. A veces en los momentos más crudos te reís, y entonces surge la pregunta, ¿de qué me estoy riendo?
—En “Los vecinos en guerra” se vuelve a evocar la fórmula del barrio, ese territorio en parte perdido de la vida real, que funciona mucho en las comedias televisivas.
—Sí, esta comedia refleja algo del clima de barrio de nuestras ciudades, que lamentablemente se ha perdido un poco en la actualidad por problemas de inseguridad. Yo en lo personal lo viví de chico, vivía callejeando, iba a la plaza. Estos son vecinos que se quieren, se aman y también se odian. Además de cada personaje en sí mismo, con sus propios problemas. A veces en la vida estamos en guerra con nosotros mismos, inseguridades, miedos. Todo eso va a suceder en “Los vecinos en guerra”, algún personaje que dice una mentira y después no sabe cómo salir. Cómico y trágico, a la vez.
—¿Cómo imaginan la llegada al gran público, más teniendo en cuenta la franja horaria en la que se emite la tira?
—Tengo el pálpito de que la gente lo va disfrutar del mismo modo que nos sucede a nosotros cuando lo hacemos. Si observás bien, tenemos un elenco coral, atractivo, armónico. ¡Qué te voy a decir!, tengo la camiseta puesta de este proyecto, Veo el programa y veo una nota distintiva, un rasgo de personalidad, tanto en las actuaciones, decorados y demás elementos. Algo que recorre todo y lo hace muy potente. Ahora nos falta que la gente lo vea, lo disfrute y lo haga suyo.
—Tu recorrido por la música recogió muchos éxitos, ¿volver a la actuación implica una exigencia similar en ese sentido?
—Aprendí a convivir con el resultado de las cosas, con más éxito o sin éxito. Yo trabajo desde otro lugar, abordo los proyectos convencido, comprometido. Y luego los resultados son otra cosa. Lógicamente que es relevante que la gente disfrute y devuelva lo que uno le propone. Lo que cuenta es disfrutar el proyecto que estamos haciendo.
—¿El músico queda en suspenso por un tiempo?
—Lo de la música en mi vida sigue, pero más tranquilo este año. Sigo trabajando y componiendo y pienso tomarme este año. Veremos cuándo hago el próximo disco, cuándo sale y demás. Tiempo al tiempo.
—¿Tuvo que ver la llegada de tu hija en esta vuelta a la actuación?
—Y, subirme a tantos aviones no es lo que más quiero. Cuando llegó esta propuesta yo estaba en mi vida de padre de familia, muy tranquilo, disfrutando de esos valores. En una etapa donde valoro a esas parejas que llevan varios años, que se quieren, que todavía le brillan los ojitos, que se abrazan y se cuidan.
—¿Es una declaración a favor del amor duradero?
—Es que el mundo de hoy atenta contra el compromiso duradero. El “moderno” hoy ya no es el que se pinta los pelos de colores, usa aros o se hace tatuajes. Hoy, “moderno” es quien lleva una familia adelante y sigue brillando de pasión, de alegría. Toda la familia brillando, con lo bueno y lo malo que les pase.
—¿Una perspectiva vital distinta?
—Pasa que cuando se me fueron (fallecieron) mi viejo y mi vieja sentí que se desconectó algo. Y se me agudizó la ansiedad por formar algo mío. Ahora con mi hija siento que vuelvo a conectar con el ciclo de la vida. Mi mujer (la modelo Débora Bello) es una leona como madre. Y me emociona día a día verla a ella y a mi hija, y que vaya concretando ese proyecto tan deseado entre los dos, el de formar una familia, que es el proyecto más importante de la vida. También le debo a ella esta decisión de estar en el proyecto de esta ficción: me veía caminando por la cocina y me dijo “vos tenés que hacer este proyecto”.