A veces la primera impresión es la que cuenta. Ese fue el caso de la puesta en escena del Súper TC 2000 en Rosario. El sábado, al pisar el autódromo, ya se palpaba otro ambiente. ¿Respecto a qué? A la presentación del año pasado, hasta a las del Top Race que le siguieron. Como si el Juan Manuel Fangio empezara a pasar la prueba de confiabilidad que todo autódromo nuevo, o reestrenado como en este caso, inexorablemente debe dar. Como si en definitiva, Rosario ya mereciera respirar automovilismo en serio y colgarse el cartelito de ciudad tuerca, cada vez con menos margen de improvisación. Si no se entendió bien la idea: se dio un salto de calidad importante, amén de que las carreras ofrecidas hayan sido monótonas, donde el poleman llegó primero a la bandera a cuadros sin ceder jamás su posición.
Porque acaso, ¿de qué se trató para Rosario la segunda llegada del Súper TC 2000 sino de un nuevo desafío, un paso más a la superación para volver a instalar al autódromo como eje de convocatorias deportivas de envergadura con el movimiento que ello genera? Y siempre se dice que lo difícil no es llegar sino mantenerse. Y para perdurar es necesario apuntar lo que falta y transformarlo en obras.
Eso hicieron las autoridades del autódromo, aun con la carga encima que supuso la desaparición física de uno de sus impulsores, Miguel Pedrana. Y como se dijo al principio, ya el sábado se notó que hubo esfuerzo, y profesionalismo, por dar un paso adelante.
Más allá de que la expectativa era superar la convocatoria de 2012, lo cierto es que entonces la misma se nutrió mucho de la novedad por el retorno de la categoría tras 16 años. En cambio ahora se puede decir que fueron los tuercas en serio y por eso la concurrencia fue levemente menor, pero igual de multitudinaria y vivaz.
Y que disfrutó de un escenario mucho mejor preparado. Para el público y para los verdaderos protagonistas: los pilotos. Los primeros porque tuvieron comodidades y organización para ubicarse rápido, en sitios de muy buena visibilidad y seguros, y para ellos el clima ayudó mucho. Los otros, porque las condiciones de seguridad se mejoraron mucho en los dos aspectos que ellos mismos habían apuntado.
El primero, el curvón de la salida de la recta, que pese a tener aún algún salto, se transitó con normalidad al punto que no hubo ninguna piña en el sector, más allá del vuelco del Fórmula Renault de Emanuel Cáceres, que fue tocado de atrás en la largada y que puso a prueba la asistencia médica que fue perfecta: rápida y muy profesional para extraer al piloto de su butaca. El otro fue sacar en tiempo récord el improvisado guard rail que cubría la base del puente sobre la recta principal y cambiarlo por el que correspondía, más largo y con alambrado de acero encima.
La refacción del puente peatonal fue otro gran paso adelante. Todo el tramo que pasaba arriba de la pista fue cerrado, y por eso esta vez hubo tránsito fluido a través de él. Eso sí, no se debe permitir que se use de tribuna como en algún momento pasó.
Más baños químicos, más sitios gastronómicos (aunque bastante "salados" los precios) y una limpieza de la que hubo que sacarse el sombrero (no sólo por los muchos cestos bien identificables, sino por el personal que estuvo siempre atento a recoger residuos), apuntalaron la muy buena impresión que dejó el Fangio, apoyada eso sí, porque el Súper TC 2000 ya de por sí cuida la imagen y le impone a cada presentación todo el marketing de sus marcas y anunciantes.
Se creció y eso fue lo más importante para la ciudad que dejó el nuevo paso del STC 2000. Deben venir nuevas obras, como el alargue de la pista y hacer un lugar de campamento a su alrededor. Pero es cierto que la resurrección del Fangio se logró en muy poco tiempo y hay margen. ¿Qué otra cosa puede esperarse de un autódromo que lleva semejante nombre?
Juan Manuel Fangio, en el Juan Manuel Fangio
Juan Manuelito Fangio, sobrino del quíntuple mundial de Fórmula 1 que le dio su nombre al circuito, estuvo ayer en el autódromo. El ex piloto que llegó a probar un Osella de F-1 en la década del 80 le entregó a la intendenta Mónica Fein un libro sobre la vida de su tío relatada por el mismo Chueco y Roberto Carozzo. Fangio fue homenajeado como ciudadano ilustre de Rosario junto al Flaco Traverso, ganador 3 veces acá y presidente de la AAV.