Hasta 200.000 personas podrían haber muerto en un terremoto que devastó Haití el martes pasado, dijeron anoche autoridades de la empobrecida nación caribeña, donde tres cuartas partes de la capital, Puerto Príncipe, deberán ser reconstruidas.
Hasta 200.000 personas podrían haber muerto en un terremoto que devastó Haití el martes pasado, dijeron anoche autoridades de la empobrecida nación caribeña, donde tres cuartas partes de la capital, Puerto Príncipe, deberán ser reconstruidas.
El hambre y la desesperación comenzaron a derivar en brotes de violencia, con pandillas asolando a las víctimas que esperan desesperadamente ayuda internacional.
"Ya hemos recogido alrededor de 50.000 cadáveres y anticipamos que habrán entre 100.000 y 200.000 muertos en total, aunque nunca sabremos la cifra exacta", dijo a Reuters el ministro del Interior, Paul Antoine Bien-Aime.
Organizaciones como Bomberos Unidos Sin Fronteras cuentan con que entre los escombros aún hay "miles y miles de personas sepultadas", como relató el presidente de esta organización destacado en Puerto Príncipe, el español Angel García.
En este escenario, unas 45 personas fueron rescatadas bajo los escombros, entre ellos niños de corta edad que pudieron sobrevivir al horror.
Si las cifras se confirman, el terremoto de magnitud 7 que azotó a la empobrecida nación caribeña sería uno de los 10 más letales de los que se tenga memoria en el mundo.
El presidente haitiano Rene Preval, cuyo palacio fue uno de los miles de edificios demolidos, comparó la devastación con una guerra.
Tres días después del sismo, pandillas comenzaron a atacar a los sobrevivientes que viven en las calles en campamentos de toldos improvisados con sábanas y palos, entre escombros y cadáveres en descomposición. Réplicas del temblor continuaban sacudiendo Puerto Príncipe anoche.
El secretario de Estado para la Seguridad Pública, Aramick Louis, dijo que Preval teme que la desesperación esté transformándose en violencia.
Hubo algunos saqueos en el centro de Puerto Príncipe, donde un cadáver fue quemado y se oyeron disparos, según un testigo.
Gobiernos de todo el mundo están enviando ayuda humanitaria y equipos de rescate a Haití, que antes del terremoto era ya la nación más pobre del hemisferio occidental.
Pero la distribución de ayuda enfrenta enormes problemas logísticos, incluyendo la saturación del pequeño aeropuerto y un puerto seriamente dañado.
Las calles y carreteras continuaban bloqueadas por trozos de árboles y escombros, lo que complica el transporte de la ayuda.
Los habitantes de la devastada capital costera Puerto Príncipe pasaron una tercera noche consecutiva durmiendo en las calles, entre escombros y cuerpos en descomposición, mientras las réplicas remecían los ya destruidos vecindarios.
“Hemos perdido todo. Estamos esperando la muerte. No tenemos nada que comer, ningún lugar donde vivir. No hemos tenido ayuda. Nadie ha venido a vernos”, dijo Andres Rosario, desde un improvisado asentamiento levantado por sobrevivientes en un vertedero de basura de la ciudad.
Estados Unidos espera tener entre 9.000 y 10.000 soldados en Haití para pasado mañana.
El Departamento de Estado dijo que las autoridades de Haití entregaron temporalmente el control del principal aeropuerto de la nación a Estados Unidos, para acelerar el flujo de ayuda.
El aeropuerto está colapsado y numerosos aviones son desviados a Santo Domingo, a 120 kilómetros de Puerto Príncipe.
El Hércules enviado por Argentina con ayuda está allí estacionado a la espera de poder despegar a Haití.
Hoy saldrá de Argentina otro avión carguero con personal y ayuda médica.
El secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, dijo que lo principal era entregar comida a los damnificados.
En una señal de que los esfuerzos internacionales podrían superar las diferencias ideológicas, el gobierno comunista de Cuba permitió que las Fuerzas Armadas estadounidenses usen su restringido espacio aéreo, lo que reduciría en 90 minutos el tiempo de vuelo entre Miami y Puerto Príncipe.
Helicópteros de la Armada estadounidense comenzaron a llevar agua potable a la población y transportar heridos a un hospital de campaña montado cerca del aeropuerto.
En medio de este panorama desolador, donde los muertos se apilan por las calles y miles de personas deambulan en busca de comida y refugio, Médicos sin Fronteras anunció un parto exitoso por cesárea. “Salvamos a la madre y al niño. Estoy muy orgulloso”, dijo ayer el jefe de la misión, Stefano Zannini.
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