Un homicidio con olor a venganza sacudió ayer las paredes mal iluminadas de una vivienda precaria del pasillo de Brasil 2065, en la zona oeste de la ciudad. Allí, José Francisco González, de 27 años y conocido como El rengo, fue acribillado de siete balazos disparados por al menos dos armas mientras dormía junto a su mujer y su pequeño hijo de un año y medio. Cuando los efectivos de la subcomisaría 22ª llegaron a la casa e inspeccionaron las habitaciones para saber cómo habían ingresado los homicidas, se toparon con una pistola ametralladora de marca brasilera escondida en la terraza.
Ocurrió alrededor de las 5 de la mañana de ayer cuando a la casa donde vivía El rengo junto a su familia dos hombres encapuchados entraron por la parte de atrás y sin más se dirigieron a la habitación donde dormían González, su mujer y su pequeño hijo. Al lado, en otra pieza, descansaban los otros dos chicos de la pareja, de 9 y 6 años, y la suegra de la víctima.
Al grito de ¡policía, policía!, los intrusos tiraron al piso a González mientras su mujer corría por la pequeña habitación abrazando a su hijo. Después se escucharon las siete estampidas, realizadas con una pistola calibre 9 milímetros y otra 45. Sólo uno de los proyectiles que alcanzaron la humanidad de El rengo no dejó orificio de salida. González murió en el acto.
Un arma extraña. "Lo mataron como un perro. Le barretearon la puerta y no le dieron tiempo a nada. Era un chico discapacitado que vivía de la pensión que cobraba", dijo ayer Claudia, la mamá de González, tras retirar el cuerpo de su hijo del Instituto Médico Legal para poder velarlo.
Para el subcomisario William Espora, a cargo de la subcomisaría 22ª, la sorpresa llegó después del homicidio. "Una vez que realizamos todos los trámites del protocolo como resguardo de pruebas, planimetría y croquis inspeccionamos la casa y fuimos hasta el techo de la casa. Allí, debajo de un tanque de agua, encontramos una pistola ametralladora que dice en un costado «Capoeira. San Pablo. 9 mm». Es un arma que no se corresponde a las usadas por las fuerzas de seguridad del país, lo que nos llamó la atención y la remitimos a balística para su pericia".
El arma, contó Esposa, se desarma por completo, con lo que es posible que haya entrado camuflada desde la frontera. "Está en impecables condiciones, cromada y con los cartuchos listos para disparar" sostuvo el subcomisario.
En cuanto al crimen, de las declaraciones de la esposa y la suegra de El rengo, Espora dijo que "no pudieron sacarse conclusiones. Estaban en shock, no reconocieron a nadie por que estaban encapuchados y las dos dijeron que sólo corrieron para proteger a los chicos". También manifestó que ambas mujeres contaron que "los homicidas escaparon a las corridas por la puerta principal".
Varios antecedentes. El rengo González era un hombre muy conocido en la zona oeste de la ciudad. "Tenía un sinnúmero de antecedentes penales que van desde robo a mano armada hasta abuso de armas de fuego y causas por estupefacientes", manifestaron desde la subcomisaría 22ª. Su detención más reciente data de septiembre de 2011, cuando estuvo tras las rejas cinco meses por la muerte de Darién Luis Ramos, un chico de 17 años que cayó fulminado con un balazo en la cabeza el 17 de julio de 2010 en barrio Godoy, más precisamente en Estudiante Aguilar al 7400, a metros de Viamonte y Circunvalación.
En principio los pesquisas pensaron que el muchacho había sido ultimado en una trifulca, pero luego ganó terreno la hipótesis de una venganza por la venta de drogas en el barrio. En ese sentido, en una plazoleta de Volta y 27 de Febrero, fue arrestado un chico de 17 años vinculado con el caso. En su poder tenía una pistola 11.25, calibre similar a la vaina servida hallada cerca del cadáver de Ramos.
No obstante, en aquel momento los investigadores también apuntaron a El rengo , a quien atraparon en inmediaciones de Nicaragua y pasaje Aguilar el año pasado. Sin embargo, la Justicia no pudo determinar que él hubiese sido quien ultimó a Ramos y recuperó la libertad.