—¿Luis, por qué elegiste hacer esta obra y qué significó para vos trabajar con alguien como Pepe Soriano?
—Yo conocí el guión cinematográfico de la obra de Oves, con quien había hecho su primer largometraje que fue "El verso". La película no la hice (en referencia a la versión interpretada por China Zorrilla y Eduardo Blanco, de 2004), pero años después apareció esta propuesta y cuando leí el libro me imaginé una actriz. Pero cuando me contaron que la idea de la producción era que el rol de madre lo haga Pepe, sentí que era una idea audaz, pero muy acertada, y eso fue lo que más me entusiasmó de volver a trabajar con él.
—De todos modos ya habías hecho cine con Pepe, en "La Patagonia rebelde" y "Tute cabrero", por ejemplo.
—Sí, había hecho cine y dos o tres experiencias teatrales, pero la convivencia se da en los teatros. Me pareció que podía ser un espectáculo como el que es, muy entretenido, es teatro teatro teatro (reafirma), es teatro nacional, tiene frescura, tiene verdad. Y la relación está lograda, que era el desafío más grande para Pepe, porque tenías que hacer verosímil la relación de una madre con un hijo maduro. Tiene una gran dosis de emoción y es casi imposible que el espectador o espectadora no se identifique en algún momento con lo que está pasando en escena. Esta complicidad facilita mucho las cosas y hace un espectáculo grato, dulce, encantador, que mueve mucho los recuerdos y emociona.
—¿Pepe, habías visto ya la película antes de entrar en este proyecto?
—Sí, la vi, pero estuve como un año con este tema y no lo podía resolver por varias razones. Yo lo conocí a Oves, muy buen muchacho, un tipo realmente querible, pero cuando vi la obra no daba pie con bola, era inconexa, saltaba de tema, yo decía «cómo logramos darle unidad a esto». Después hacer de señora, ¿y si me estoy jugando años de trabajo?, ¿y si esto me sale mal? Había derecho a que la gente se pregunte: «¿le pagaron tanta plata a este tipo para hacer esto?, ¿por qué se largó a hacer esta obra? O temía que saliera mal y que la gente dijera «qué pena, porque yo lo fui a ver y lo aplaudí tanto alguna vez en mi vida, y ahora hace esto y me parece que es un señor mayor que da pena». Lo cual es duro, porque encima que te dicen mayor, das pena.
—Brandoni: Es una mirada totalmente depresiva de la situación (risas).
—Soriano: Bueno, pero la situación me dio mucho miedo, mucha angustia, pero acepté. Y después, cuando me dijeron que iba con Brandoni, y que iba a estar Fernando Castets (guionista de "El hijo de la novia" y "Luna de Avellaneda", de Juan José Campanella, entre otras películas) en los textos, entonces dije, bueno, larguémonos. Entre ellos me ayudaron a ir perdiendo el miedo, y cuando la noche del estreno fui aceptado por el público, que es el destinatario, ahí sí me puse muy contento de hacerlo. Es más, desde la cosa más chiquita que significa estar todos los días del año juntos trabajando en una obra, te puedo decir que jamás tuvimos un cambio de palabras, cosas que a veces en los elencos pasa que sucede algo que provoca un malestar.
—¿Están los dos solos a lo largo de toda la puesta?
—Soriano: Sí, los dos solitos, y además nos cuidamos muchísimo.
—¿Antes, durante y después de la obra?
—Brandoni: Sí, antes, durante y después, nos cuidamos arriba y abajo del escenario. Nos cuidamos nosotros y cuidamos el espectáculo, más allá que el director, con cierta regularidad, viene y echa un vistazo, pero el espectáculo lo hacemos los dos y lo cuidamos los dos.
—Soriano: Sí, te digo, a nosotros, en Mar del Plata, nos quisieron poner una línea divisoria porque les convenía a los periodistas que trabajan en el mundo del chismerío. Y decían que nosotros no comíamos juntos por razones políticas e ideológicas, y la verdad era que todos nos veían comer juntos en todos lados. Porque hay una cosa clara, nosotros dos queremos lo mismo, queremos un país mejor, ¿desde dónde?: es lo mismo. ¿Querés un país mejor? Laburemos y ya está.
—Brandoni está identificado con el radicalismo, pero ¿vos podés blanquear tu color político?
—No soy peronista, no soy radical , soy un pobre loco que anda suelto, como francotirador, diciendo lo que me gusta y lo que no me gusta, pero sí, lo que tengo claro, como él, que queremos un país mejor.
—¿En el vínculo madre-hijo que muestra "Conversaciones con mamá" hay un reflejo de la Argentina?
—Brandoni: La obra no tiene un sesgo político, ni documental, ni testimonial, pero hay algunas referencias muy claras a una manera de ver la vida, y se ve cómo dista la posición de la madre de la del hijo. Hay un momento enternecedor de la obra, a poco de empezar, en el que el espectador se da cuenta que la madre tiene un proyecto de vida y el hijo no lo tiene.
—¿El hijo recurre a la madre por un problema laboral, no por una necesidad afectiva?
—Claro, el hijo llega a ver a a su madre por un problema laboral, y le confiesa que duda hasta de su sombra. Ahí sí hay una referencia a la realidad, porque la madre ve la vida de otro modo, y le dice al hijo que lo que le pasa no es tan grave como a él le parece. Eso habla de una vida un tanto frívola, de un status económico, y está muy bien porque está ubicado acá, en este país, los discursos son esos y la realidad es esa. Ahí emerge el afecto, las deudas que tiene uno con otro, él le declara casi involuntariamente algo que le pica hace mucho tiempo y es que él no la vio llorar a la madre cuando velaban al padre, es una cosa que surge, que pasa, que le puede pasar a cualquiera, y que después la madre le revela el por qué.
—¿Te encontraste en ese hijo?
—Sí, no hay ningún espectador que no se encuentre.
—Soriano: No te podés escapar, no hay escapatoria. Primero, que hay una cosa que a mí me interesa mucho, y es que se trata de una obra inteligible, no es una obra para vanguardias intelectuales, es para la gente. Si sos intelectual, mejor para vos, en buena hora y enseñame algo, y si no, te quiero dar un sentimiento para ver si estás de acuerdo conmigo. Esta es la idea, hablamos del pueblo, y somos todos, y en ese todos estamos trabajando bien y damos con un tema inevitable que en algún lado tiene repercusión, en algún lugar toca, que es la relación de un hijo con la madre.
—Que es muy distinta a la relación padre-hijo.
—Soriano: Totalmente, porque la relación madre e hijo es visceral, en cambio la de padre e hijo siempre es intelectual. Porque la madre es la que te parió, es otra relación.
—Y para vos es un retorno a un personaje femenino, ya que habías hecho "La nona".
—Soriano: Sí, pero "La nona" es una metáfora, no existe en la realidad, se come todo, se come las paredes...
—Brandoni: Se come la familia.
—Soriano: Claro, se come todo, y además incluye un acto de inteligencia de (Roberto) Cossa, que le dejó un final abierto sobre el poder: el poder se come todo. En cambio esta madre es real, es la de todos los días.
—Tengo entendido que el espectador se olvida que sos Pepe Soriano.
—Brandoni (interrumpe): A los diez segundos la gente se olvida, no hay ninguna especulación en el hecho de que Pepe Soriano haga de mujer, ninguna. Si nos remontamos a la historia del teatro, hubo una época en la que las mujeres no podían actuar en teatro, porque era indecente, era impúdico, era indigno, entonces los actores hacían los roles de mujeres, y también pasó eso en el teatro japonés. Bueno, el señor (señala a Soriano) hace de la mamá, es una mamá y no le queda ninguna duda a nadie, y nadie sale hablando de qué bien que hace de mujer Pepe Soriano, la gente se va de la sala hablando de la relación madre-hijo.
—¿Pepe, tuviste que elaborar mucho la composición femenina en lo gestual y lo corporal?
—Brandoni: vení a ver la obra y vas a ver lo que hace.
—Soriano: Una de las cosas que más me cuesta es estar sentado con las piernas juntas, en esta posición (la hace y la risa es espontánea). Lo tengo que tener en cuenta, y los brazos, las manos, nunca hago grandes movimientos, y que se tiene que agarrar el collarcito, los anillos..
— Se nota que les gusta a los dos trabajar con los sentimientos. ¿Eso es lo que busca en definitiva un actor?
—Brandoni: Lo que busca el público también. El público busca que lo emocionen, que le cuenten una historia, va de buena fe al teatro, vos le decís que sos capitán de navío y te lo creen, si lo ponés a Pepe con un uniforme y decís que es un combatiente se lo creen, y nosotros contamos una historia en la que aparece el humor, el amor y la emoción, que no está de moda, que no se usa, pero que sigue importando, sigue importando.