Con la contundencia de sus grandes obras, Caetano Veloso y Gilberto Gil ofrecieron un concierto inolvidable el viernes pasado en el City Center. La actitud del público transmitía la sensación de estar en una reunión de dos glorias que regalaban un momento irrepetible y así se disfrutó desde el inicio hasta el final.
Hace más de cincuenta años que se conocen y hacía más de veinte que no coincidían en un escenario. Ambos formaron parte de la movida colectiva que en los 60 hizo un aporte fundamental con canciones y nuevas formas que produjeron la renovación de la música del Brasil.
Tenían mucho por celebrar y muchas y muy buenas canciones para recordar y volver a versionarlas. Además de un público que los quería ver nuevamente juntos. Caetano Veloso había estado el año pasado en el mismo City Center con su banda. Gilberto Gil estuvo en Rosario en el 2004, no como músico, sino como Ministro de Cultura del gobierno de Lula, al frente de la delegación de Brasil en el Congreso Internacional de la Lengua.
Caetano lució informal, de zapatillas, mientras que Gilberto de blanco y sandalias. Sentados, relajados, ofrecieron un concierto de tono íntimo con la comodidad de una típica reunión de amigos. Un repertorio compuesto por 26 canciones, casi todas propias, permitió un largo disfrute en esa atmósfera distendida y plena de guiños cómplices entre ellos.
Poco verborrágicos, saludaron luego de “Aquí e agora”, el segundo tema del show, que mostró la voz algo gastada de Gilberto. El abanico del tiempo de creación de las canciones fue amplio. Desde la más antigua, “E de manha”, escrita por Caetano y grabada por su hermana María Bethania en 1965, hasta “As camelias”, la más reciente, compuesta entre ambos hace una semana al regreso de la gira europea.
Suaves, sutiles, delicados, fueron alternando roles. Cuando Caetano cantaba solo, Gilberto se destacaba en el acompañamiento y hacía la segunda voz de manera eficaz, como en “Nine out of ten”, la única en inglés. Mantuvieron el clima intimista y no se tomaron descanso, mostrando la energía suficiente para sostener las dos horas de escenario.
La luz se instaló en Caetano, que visitó músicas de Venezuela con su fina versión de “Tonada de luna llena”, de Simón Díaz, cantada en español, donde Gilberto se limitó a contemplar y disfrutar.
Con sentido de pertenencia, tributaron a su tierra natal con “Eu vim da Bahía”. Recordaron su juventud con “Come prima”, en italiano, reconociendo una de las influencias de los inicios del tropicalismo.
Románticos. El tramo romántico incluyó “Tres palabras”, el bolero del cubano Osvaldo Farrés que Caetano cantó en perfecto español. Con un preciso dúo de guitarras, Gilberto puso su sentimiento en “Drao”, con la que inició un bloque con sus temas más populares, incluyendo “Toda menina”, donde el público volvió a participar.
El dúo de voces lució ajustado en “Sao Joao Xango” y “Avisa lá”. Caetano decidió romper con tanto tiempo sentado y se animó a sambar, tentado con la rítmica de “Andar com fe”. “Cantemos Rosario”, pidió Gilberto y la gente hizo coros en la despedida.
Los pasillos se fueron colmando para verlos de cerca durante los bises, donde incluyeron “Desde que o samba é samba” y “Domingo no parque”. Se fueron sambando, acompañados por una merecida ovación. Ambos pasaron los 70 y una parte importante de la riqueza musical de Brasil les pertenece, por historia y por presente.