Las imágenes de la devastación en Haití abrieron ayer un acalorado debate en Estados Unidos
sobre el futuro de un país en el que reina la corrupción, la pobreza y el caos político.
Mientras los equipos de rescate derribaban todavía hormigón y
atravesaban barreras para sacar a los supervivientes en Puerto Príncipe, que quedó destruido en un
70 por ciento, los políticos se planteaban ya la reconstrucción del asolado país. La cifra de
muertos se estima en 50.000, y los esfuerzos en estos momentos están centrados en conseguir
alimento y agua para aliviar el sufrimiento de los supervivientes en Puerto Príncipe, con 1,9
millón de habitantes.
Los ex presidentes Bill Clinton y George W. Bush, que encabezan una
campaña de recaudación de fondos, incidieron en la necesidad de asegurarse de que Haití sea
reconstruida con el objetivo de garantizar el buen funcionamiento del país y que tenga un buen
gobierno, en vez de volver a la situación anterior.
Clinton comentó ayer en un programa televisivo de debate que no sería un
éxito “si todo lo que hacemos es devolverlos a la situación en la que estaban el día antes
del terremoto”. Añadió que era optimista: “Creo que pueden hacerlo”.
Por su parte Bush, que está haciendo su primera aparición pública de
relevancia desde que dejó su cargo hace un año, subrayó la importancia para el gobierno de Haití de
“explicar cómo será gastado el dinero a largo plazo. Necesita desarrollar una estrategia
razonable”.
Clinton estuvo involucrado en Haití a través de su fundación privada.
Destacó el desarrollo positivo y el nuevo flujo de inversiones extranjeras hacia Haití desde la
revuelta armada contra el ex presidente Jean-Bertrand Aristide en 2004.
Ross Anthony, el director global de salud de la Rand Corporation,
consideró la destrucción como una oportunidad de hacer las cosas bien en el país más pobre del
hemisferio occidental. “Es terrible verlo de este modo, pero después de la crisis a menudo
llega el verdadero cambio”, comentó al diario Washington Post. “La gente y las
instituciones asumen la crisis y sacan adelante cosas que antes no eran capaces de llevar a
cabo”.
El gobierno haitiano casi no ha estado presente en los esfuerzos de
ayuda. Su infraestructura de salvamento apenas si existía antes del terremoto. Pero ahora menos aún
cuando varios ministros han muerto y no hay una presencia visible de un Ejército propio.
Los pacificadores de la ONU han sido la principal fuerza de seguridad en
el país desde 2004, y sus efectivos se han visto diezmados por el temblor.
El teniente general PK Keen, subcomandante del Comando Sur de Estados
Unidos, hizo hincapié en la importancia de la seguridad para los esfuerzos de asistencia
humanitaria. Aunque admitió que ha habido incidentes aislados de violencia, Keen dijo que la
“capacidad para proporcionar niveles de seguridad adecuados será un reto”. Aun así, los
paracaidistas están siendo recibidos calurosamente” vayan a donde vayan para contribuir a los
esfuerzos de rescate y de asistencia.
El terremoto del martes reveló, además, la fragilidad estructural de su
infraestructura urbana. Las chabolas así como los altos edificios gubernamentales y el palacio
presidencial quedaron reducidos a escombros en el sismo.
Clinton consideró que una vía de hacer frente a la necesidad de una
planificación urbana responsable sería reunir a donantes y ”pedirles que condicionen la
liberación de sus fondos a que se respeten ciertos estándares en la construcción”.
”Creo que el gobierno de Haití lo acogerá positivamente. Quieren construir un país
moderno”, aseguró Clinton.
La secretaria de Estado Hillary Clinton, que estuvo el sábado en Haití,
insistió en que “no sólo vamos a remendar otra vez el país, sino que reflexionaremos acerca
de qué aspecto debería tener este vecindario o cómo debería ser esta calle”. (DPA)