El secretario de Agricultura de Santa Fe, Luis Contigiani, se mostró muy preocupado por la situación de las principales producciones agropecuarias que operan en la provincia. La caída de los precios internacionales, que en algunos rubros se expresan como verdaderos derrumbes del mercado exportador, erosiona los márgenes y desnuda conflictos en las cadenas de valor, ocultos en tiempos de mayor liquidez. En este marco, el funcionario enfocó su inquietud en la pérdida de rentabilidad de los pequeños y medianos productores en un escenario que caracteriza como peligrosamente cercano al de la década del 90. Su diagnóstico es el de un atraso cambiario que afecta la competitividad de las exportaciones y estimula una pelea por sobrevivir en base al aumento de la escala. Esto, advirtió, “termina con los actores más pequeños fuera del sistema”. Si bien admitió los riesgos de una brusca devaluación, urgió a “alejarse del dólar de la convertibilidad” y discutir una agenda integral de medidas para recuperar la competitividad, en ámbitos como el Consejo Federal Agropecuario.
—Cómo está el sector agropecuario en la provincia?
—Tenemos una gran preocupación por la situación de la producción agropecuaria. El diagnóstico central es que hay un problema de rentabilidad, que afecta sobre todo al productor arrendatario, que en el sur de Santa Fe es la gran mayoría. Hoy hay situaciones de margen negativo en soja en campos arrendados. La caída del precio de los commodities, que en casos como el de leche en polvo se expresa directamente en derrumbes del mercado externo, explica sólo en parte esa pérdida de rentabilidad. El principal problema es de competitividad, y allí incide un atraso cambiario que no ayuda al sistema productivo. No estoy dentro de las corrientes que impulsan la megadevaluación pero también me preocupa que el tipo de cambio bilateral se esté acercando al de la convertibilidad. Esto nos lleva a un escenario parecido al de los 90. Creo que hay que poner en una mesa de discusión un conjunto de medidas en los próximos meses para resolver el atraso cambiario y la pérdida de competitividad.
—¿Qué implicancias tendría este “volver a los 90”?
— El dólar de la convertibilidad plantea que para mantenerse en el sistema hay que ser muy eficiente y, para eso, hay que usar métodos de producción que bajen los costos lo más posible, aumenten la productividad y eleven la escala. ¿Quiénes sobrevivieron a los 90? Los que tenían capacidad financiera y los que pudieron resolver su rentabilidad a partir de una mayor escala. Pero esa mayor escala, y eso fue muy bien estudiado, surgía a partir de muchos productores que se retiraban del sistema, mientras otros avanzaban aprovechando la ausencia de una ley adecuada de arrendamientos. La preocupación que surge hoy es que, en un contexto de precios primarios a la baja, esta situación de atraso cambiario produce un problema de competitividad. Que se agrava por una estructura de retenciones a la exportación que no acompaña la caída de los márgenes brutos y por costos de producción desacoplados. En estos años la política no discutió cómo le pone la tasa de ganancia a los proveedores de insumos, que junto con el flete son dos sangrías de rentabilidad del productor.
—Más que el alquiler?
—El del alquiler forma parte de otra discusión en Argentina. Qué modelo agrícola queremos. Si el que premia el rentismo o el que produce. Ese debate es parte de la ley de arrendamientos, que también es una deuda. Argentina tiene que ir por el camino de apoyar al que produce, y no a tipos que cobran grandes alquileres sin arriesgar nada. Eso es irracional pero también es urgente adoptar medidas para recuperar la competitividad. El gobierno nacional reconoció esta situación al tomar medidas como la devolución de parte de las retenciones, las compensaciones lecheras y la flexibilización de los créditos del Banco Nación para productores. Pero es importante discutir un conjunto de medidas que permitan alejarse del dólar de la convertibilidad a un punto razonable, que le permita a la producción recuperar productividad frente al mundo.
—¿Hay un problema de atraso cambiario o de distorsiones en la cadena? El año pasado, la reacción a la devaluación fue retener mercadería como parte de una guerra de expectativas. No ayudó a mejorar las exportaciones.
—Por eso digo que la situación de atraso cambiario no se resuelve sólo con una devaluación sino con un conjunto de medidas. Tanto el dólar de la convertibilidad como el de la megadevaluación de 2002, que perjudicó a los sectores populares, son los dólares del espanto. Pero hay un punto intermedio. En la etapa de buenos precios y buena rentabilidad no se aprovechó para resolver grandes deudas, como las distorsiones y la concentración de las cadenas, la transparencia entre los actores de la cadena. Hay que tener una ley de arrendamientos, darle más participación a las cooperativas en el comercio exterior, Hay que discutir el modelo rentístico en Argentina. Pero creo que los gobiernos nacional y provinciales deberían sentarse en una mesa discutir en los próximos meses la situación de competitividad del campo. Me preocupa lo que estoy viendo en nuestro sector productivo. Industrias paradas, un sector metalmecánico que dejó de vender, cuenca lechera con problemas de rentabilidad, agricultores con márgenes negativos. Los altos precios de otros años disimulaban los desequilibrios.
—¿Cómo se mejora el tipo de cambio sin que pase lo del año pasado?
—Hay que evitar que la concentración económica se cuele por la ventana. Hay un conjunto de medidas. Uno es el tema de las retenciones. El gobierno tomó en la última semana medidas que parten de reconocer ese escenario. Pero en el corto plazo se pueden resolver otros problemas, como los ROEs ganaderos y lecheros. No podemos hacer de los ROEs un fin en sí mismo. No son de derecha ni de izquierda. Son una herramienta que se puede cambiar, más cuando no ha dado resultados ni siquiera para los puntos de vista más progresistas. Lo que fracasó, fracasó, y hay que innovar. Eliminación de permisos de exportación, reintegros, prefinanciación de exportaciones. Hay una batería de medidas a disposición para apoyar el perfil exportador de la producción. Hay que manejar con mucha sintonía fina un programa para recuperar la competitividad.
—¿Sirve el Consejo Federal Agropecuario para discutir estos temas?
—Yo convocaría al CFA abierto, por regiones, en forma urgente, para abordar esta agenda. Es un ámbito muy bueno si se lo utiliza bien. Porque las provincias podemos asistir con créditos y medidas de apoyo pero las variables macroeconómicas las maneja la Nación.