Federico Paio Rivero, sindicado como líder de la banda de Los Garompas en el
barrio Las Flores, fue condenado a 15 años de prisión por una serie de robos, amenazas y el intento
de homicidio de un vecino ocurrido en enero de 2007. Las causas que lo condujeron a prisión, sin
embargo, no se vinculan en el fallo con la puja territorial entre pandillas que en las últimas
décadas produjo al menos 14 muertes en disputas adjudicadas al comercio de drogas.
Paio es uno de los hijos de quien fue catalogado por la policía como el primer
jefe del clan, Pablo Rivero, de 64 años, quien el pasado 23 de noviembre recibió un tiro en el
pecho frente a su casa del barrio.
Según la policía, el muchacho ahora condenado estuvo al frente de la banda desde
2004. Y en junio pasado protagonizó una breve fuga de la cárcel de Riccheri y Zeballos, cuando
junto a otros dos internos se descolgó desde los techos con sábanas anudadas. Pero fue recapturado
diez minutos más tarde en Garibaldi al 6400.
Entonces, Paio purgaba la condena que ahora acaba de confirmar la Sala III de la
Cámara Penal. El fallo fue dictado en junio pasado por el juez de Sentencia Nº1, José María Casas,
quien le impuso 11 años de cárcel por cinco causas penales en las que se reiteran delitos de
amenazas, robo calificado y un intento de homicidio. Como ya había recibido una condena a 6 años de
prisión en 2007, el tribunal dispuso que las dos se unifiquen. Cumplirá, como pena única, 15 años
de encierro.
Cinco causas. Los delitos por los que Paio recibió la segunda condena de su
prontuario ocurrieron entre marzo de 2006 y abril de 2007. El expediente que acaba de cerrar se
inició con un proceso por amenazas coactivas del 8 de marzo de 2006 denunciadas por Luis M., un
vecino de Rivero que festejaba su cumpleaños en familia cuando el muchacho se presentó para
exigirle que abandonara la vivienda que había adquirido recientemente.
El denunciante, quien presentó un boleto de compraventa, indicó que Rivero
pretendía disponer de la casa, de la que tuvo que mudarse por temor a represalias, según consta en
la resolución judicial. Tres días después, el denunciante sufrió un asalto a mano armada, también
atribuido a Rivero, que los camaristas Elena Ramón, Otto Crippa García y Ernesto Pangia
consideraron como un desenlace de las amenazas previas.
A raíz de la denuncia la policía allanó la casa de Rivero en Pasaje 2133 al 6900
y halló un revólver calibre 32 largo, aunque la víctima había señalado que lo intimidaron con una
pistola 9 milímetros. Cuando lo indagaron, Rivero dijo que su vecino lo conocía "porque iba a su
casa a comprarle droga" y le "armó la causa porque le debía dinero". Para el tribunal esto no pudo
probarse.
En mayo de 2007 Paio fue detenido por la Brigada Motorizada en Cerrito y Beruti.
Iba en un auto con otros hombres, uno de los cuales arrojó al piso un revólver calibre 22 largo. En
esa ocasión Rivero dio un nombre falso: dijo llamarse Matías Miguel Romano, pero su verdadera
identidad quedó al descubierto y con ella su antecedente de condena. Esto le valió una tercera
causa por portación de arma de uso civil.
El cuarto sumario que lo tiene como protagonista es del 2 de enero de 2007. Ese
día, otra pelea con vecinos para que le cedieran la vivienda terminó de modo drástico cuando, según
el fallo, Rivero sacó un arma y baleó a Hugo V. con un proyectil que le quedó alojado en el cuerpo.
Luego gatilló otras dos veces sin que salieran los disparos. Por último, le asignaron un robo con
arma ocurrido el 17 de abril de 2007 en Clavel entre Heliotropo y Violeta. Hubo testigos que
manifestaron haber recibido intimidaciones de familiares de Rivero para que no lo perjudicaran en
la causa.
Tras confirmar el fallo, los jueces hicieron lugar a un pedido de la fiscal de
Cámaras María Eugenia Iribarren para que se impute de falso testimonio a tres personas que dijeron
haber estado con Paio el día del ataque a tiros a su vecino. Esas personas declararon diez meses
después que Rivero había estado con ellos, dato que para los jueces resultó inverosímil.