Venezuela entró en una nueva etapa. La oposición logró un histórico triunfo parlamentario que puso fin a 16 años de hegemonía chavista, pero aún debe definirse el poder que tendrá para impulsar los cambios prometidos en un país asfixiado por la crisis económica.
En unas cruciales elecciones legislativas disputadas el domingo, la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD) aseguró al menos 106 diputados contra 55 del oficialismo, de una Asamblea Nacional de 167 escaños, que se instalará el 5 de enero. Pero aún la oposición podría alcanzar mayoría calificada de tres quintas partes (101 escaños) o incluso la de dos terceras partes (112), con amplísimo poder.
"Es un camino lleno de posibilidades de concertación, pero también de resistencias. El riesgo de generar más ingobernabilidad es muy grande tanto para el gobierno como para la oposición. Es mucho lo que está en juego", declaró la politóloga Elsa Cardozo, de la Universidad Simón Bolívar (USB). Apenas anunciado en la madrugada del lunes el resultado oficial, el presidente Nicolás Maduro aceptó la derrota que dijo recibir como una "bofetada": "Se abre una nueva etapa de nuestra revolución bolivariana", auguró.
Con tono moderado, Jesús Torrealba, secretario ejecutivo de la MUD, anunció el "comienzo del cambio en Venezuela", pero reconoció que la oposición tiene una "responsabilidad inmensa" para "hacerle frente a la crisis". La oposición asegura haber obtenido 112 curules, una situación inédita en una Asamblea que estuvo dominada por el oficialismo de izquierda desde que en 1999 llegó al poder Hugo Chávez, fallecido en 2013.
"Uno espera que se pueda abrir un canal para que la transición en la Asamblea sea más o menos normal, o será una transición salvaje", dijo Colette Capriles, analista de la USB. Con mayoría simple, la oposición podrá buscar una amnistía para unos 75 presos políticos y designar las autoridades de la Asamblea. Pero con mayor poder -algo que anoche parecía un hecho- podría incluso convocar una Asamblea Constituyente, remover a los miembros del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y hasta buscar sacar anticipadamente a Maduro del poder.
Maduro, quien asumió el poder en abril de 2013 tras la muerte de su mentor, atribuyó este "revés coyuntural" a una "guerra económica" de empresarios, admitiendo el descontento popular por el alto costo de vida y la aguda escasez de alimentos que provoca largas filas en los supermercados.
"Pasó lo que tenía que pasar. Aquí ganamos chavistas y antichavistas porque castigamos a Maduro por las colas. La oposición tiene que ver bien lo que va a hacer, porque igual los votos que le prestamos se los quitamos", dijo Alan Sánchez, un taxista y estudiante de informática de 35 años.
Basta de polarización. El país despertó en calma. Para el analista Nicmer Evans, afín a Chávez pero crítico de Maduro, los comicios, que tuvieron una elevada participación del 75 por ciento, evidenciaron que "la polarización ya no da para más" en Venezuela. Aprovechando el voto castigo y la proyección internacional que le dieron casos como el encarcelamiento del líder radical Leopoldo López, la MUD hizo a un lado históricas divisiones. Pero Torrealba reconoció que se debe "reinventar". "No es lo mismo unirse para resistir, que unirse para gobernar. No es lo mismo unirse para oponerse, que unirse para legislar. Una cosa es un voto de confianza y otra distinta es un cheque en blanco", manifestó.
Panorama complicado. El panorama no luce nada fácil. Venezuela -el país con las mayores reservas de crudo del mundo que obtiene del petróleo 96 por ciento de sus divisas- cerrará 2015 con una contracción económica de 10 por ciento y una inflación de 200 por ciento. "Va a haber una tensión entre la demanda de cambio político y la demanda de la vida cotidiana, de salir de la crisis en términos económicos y sociales", comentó Colette Capriles. Los venezolanos se quejan también de la inseguridad rampante - Venezuela es el segundo país más violento del mundo después de Honduras, con 62 homicidios por cada 100.000 habitantes- según la ONU.
Las elecciones fueron saludadas por el secretario estadounidense de Estado John Kerry, quien instó al diálogo, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, el jefe del gobierno conservador español, Mariano Rajoy, y la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, que exaltó el "voto de cambio"; mientras que el presidente cubano, Raúl Castro, reiteró su apoyo a Maduro.
El triunfo de la oposición venezolana es un nuevo golpe a la izquierda latinoamericana, tras la victoria del candidato de centroderecha Mauricio Macri en Argentina, que pone fin a 12 años de gobierno kirchnerista, un gran aliado del chavismo venezolano.