Al rescate
La Sección Ecológica de la Policía Comunitaria se creó oficialmente en enero de este año, para intervenir en los casos de infracción a la ley Sarmiento, contra el maltrato animal. El grupo se armó después de varias intervenciones para desbaratar carreras de caballos clandestinas, rescatar a los animales, recuperarlos y reubicarlos. Sin embargo, a medida que crecía la superficie de humedales bajo fuego, empezaron a aumentar los operativos relacionados con fauna salvaje. Sólo en una semana y media, cuenta el jefe de la agrupación, Daniel Ojeda Medina, llegaron a participar de once procedimientos para rescatar carpinchos, coipos o nutrias.
A partir de enero, cuando comenzaron las quemas en las islas, esta sección policial rescató 163 animales silvestres, que fueron atendidos por veterinarios y liberados en el arroyo Frías o en la zona rural de Villa Amelia.
"Desde que se iniciaron los incendios en las islas, tenemos mucho más trabajo, porque las aves y otros animales migran hasta la ciudad. Llegan agotadas, varias están lastimadas porque colisionan con edificios o con cables y caen en distintos lugares, en terrazas o jardines de viviendas particulares o en la vía pública", cuenta el uniformado.
Hace unos 20 días, la sección respondió al llamado de vecinos de la zona norte que habían encontrado una grulla herida. "El animal había parado en la copa de un árbol y le habían pegado un tiro con un 22. Una ironía, escapó del fuego, llega a Rosario y la matan de un tiro".
Los policías comunitarios trabajan en conjunto con veterinarios y con el área de Fauna de la provincia, los profesionales se encargan de curar a los animales, a los funcionarios les queda después completar el proceso de restituirlos a su hábitat natural. Ojeda Medina repasa los rescates en los que intervinieron en los últimos días: nutrias en zona norte, un zorro rojo lesionado que había irrumpido en una casa en la zona de Fisherton, una comadreja colorada en Alvear al 100 y un carpincho en Sarmiento y el río.
“El problema con los animales silvestres es que cuando la gente los ve, se asusta y los golpea o los mata. Por eso siempre decimos que si se encuentran con un animal que no conocen, no haga nada, no los toque ni intente capturarlo porque puede estar herido y asustado. Nos tienen que llamar para que evaluemos la situación y poner a salvo tanto a personas y animales.
De la sección participan 12 efectivos, que cubren tres guardias de 7 a 19. Se los puede contactar a través del 911, pero también en el 423-0326.
Mundo aparte
El refugio Mundo Aparte lleva 20 años trabajando en el rescate y rehabilitación de animales salvajes en el predio de barrio Casiano Casas, en Sorrento al fondo. En todo ese tiempo recibieron todo tipo de aves, pero recién el mes pasado atravesó las puertas del lugar un chajá. El animal, que a simple vista podría confundirse con un pavo o una gallina enorme, inauguró una seguidilla: en menos de una semana al refugio llegaron dos ejemplares más de la misma especie. Tuvieron suertes distintas, uno estaba malherido y no pudo recuperarse, otro recuperó fuerzas y siguió viaje y el que ilustra esta nota, a quien una vecina le cortó las alas, tendrá que esperar hasta un año el replume.
“Los chajás no viven cerca de la costa, anidan tierra adentro en el Delta y en toda la historia de Mundo Aparte nunca habíamos visto uno. Y en los últimos meses recibimos tres”, se lamenta Franco Ferruggia, especializado en fauna silvestre e integrante de la Multisectorial por los Humedales.
Según advierte, aunque el fuego y el humo están cerca, “todavía no tomamos dimensiones de las consecuencias de este ecocidio en la fauna del humedal. Es enorme, incalculable. Los reptiles quedan muertos bajo el fuego, porque están hibernando y son muy lentos. A los yacarés, tortugas y los lagartos overos, los reptiles que más presentes estén en las islas, el fuego les pasó por encima. Los mamíferos más rápidos como los gatos monteses o los zorros adultos logran escapar, pero no sus crías”, explica.
Hace algunas semanas, el video de un grupo de animales tirándose al agua para escapar de las llamas circuló insistentemente en las redes. Los coipos (que por estas tierras insistimos en llamar nutrias) fueron vistos también en la desembocadura del arroyo Ludueña. Son mejores nadadores que los carpinchos.
De todas formas, señala Ferruggia, las aves adultas son las que con mayor facilidad encuentran refugio en la ciudad. Garzas brujas, blancas y moras, caraos o chiflones, se acostumbran a la vida urbana porque, literalmente. “la casa se les prendió fuego”, señala.
Otros animales no tienen la misma suerte. Las agrupaciones ambientalistas denuncian que están creciendo los atropellamientos de fauna salvaje en la zona del puente Rosario-Victoria. Como en épocas de crecida del río, los animales buscan refugio en el terraplén y pierden la vida cuando intentan cruzar del otro lado de la ruta.
Durante el año, en el contexto de una bajante histórica del río Paraná, que generó mayor cantidad de suelos secos en el humedal, se registraron más de 18.000 focos de incendio, la mayor cantidad en los últimos nueve años, exponiendo, otra vez, la persistencia de este grave problema socioambiental, según destaca un informe del Ministerio de Ambiente de la Nación.
En junio de 2020 se declaró la emergencia ambiental y se consignó a la región como zona crítica de protección ambiental. Se destinaron recursos y efectivos para asistir al combate al fuego a través del Plan de Manejo del Fuego. En paralelo, se presentó una denuncia penal ante la Fiscalía Federal de Victoria, Entre Ríos, para investigar los hechos y sancionar a los responsables, que culminó con la aceptación del Ministerio como querellante.
“Es triste recorrer un lugar que estaba lleno de vida y hallar un desierto de cenizas”
Pablo Cantador lleva año fotografiando los paisajes de la zona del Delta. Tiene miles de instantáneas de atardeceres verdes en las lagunas, de flores, de pájaros. Muchas se acercan a la idea de un cristiano paraíso. Este jueves, volvió con su cámara a una de las primeras islas que conoció de niño. La Rosita queda a la altura de San Lorenzo y fue noticia por los intensos incendios esta semana. “Es triste recorrer esos lugares que estaban llenos de naturaleza y vida, y encontrar un desierto de cenizas”, señala.
Pablo es uno de los referentes de El Paraná No Se Toca, una de las agrupaciones ambientalistas que reclaman un plan de acción urgentes que incluya más recursos para apagar el fuego y un plan de salvataje de la flora y fauna autóctona.
“Es temprano para estimar el daño que produjeron los incendios en las miles de hectáreas afectadas. Lo que queda claro es que los animales que no murieron bajo las llamas, migraron a otro lado donde encontraron refugio y alimento”, advierte Cantador.
Las imágenes tomadas el jueves en La Rosita son testigo de la tragedia: una inmensa superficie de polvo gris, animales calcinados y algunas aves intentando rescatar comida entre las cenizas.
La fauna del delta, advierte, “necesita acciones urgentes para recuperarse” y destaca que los dos puntos más importantes son prohibir y controlar la caza furtiva que tiene como blanco a carpincho y aves; pero además impedir que se lleve ganado a los terrenos incendiados, lo que retardaría la posibilidad de los terrenos de recuperarse.
“Hace tiempo que venimos reclamando intervenciones que protejan la zona de islas”, destaca Cantador y confía que el estado público que tomó el problema canalice también soluciones que protejan esas tierras del avance de la ganadería y la especulación inmobiliaria.