El edil Jorge Boasso no deja de sorprendernos en su limitada pero eficaz capacidad liberal para concentrar ingresos en pocas manos, favorecer los sectores más pudientes de la ciudad, desproteger a los y las trabajadoras aumentando el boleto y bajando a los que pueden de las motos ahora también. Ayer fueron los niños, niñas y adolescentes de los carros; hoy los motociclistas. ¿No observa el antiguo edil otras propuestas luego de tantos años en esa amarronada banca? El que suscribe entiende que sí las ve, pero responde (eso sí, de manera coherente) a lo que piensa: ciudad para pocos y pocas, costa bella y solitaria para yates privados, servicios públicos a la europea, donde se bajen las mayorías populares. Cuánto desprecio por el pueblo. Hoy la excusa son los motochorros, pero no se lo ha oído legislar para los jóvenes precarizados que por poco dinero trabajan como pueden en diferentes deliveries. ¿Se lo verá en estos días reclamando juicio y castigo a los genocidas de la última dictadura militar? ¿Lo veremos reclamando por las viviendas en San Francisquito? ¿Se animará a charlar con estudiantes de la Universidad Nacional de Rosario? Seguimos esperando sentados; y luchando.




























