Leí con muchísimo desagrado que los supermercados piensan cobrar entre 25 y 40 centavos las bolsas de plástico que tan generosamente obsequian. Considero que debe ser para contribuir al equilibrio ecológico y no para engrosar sus arcas. Porque si a ellos realmente les costaran esa suma, no habrían adiestrado a los empleados para que las repartieran sin límites. Por ello, se me ocurre que una ágil medida sería comunicar durante una semana que no va a haber más bolsas de plástico a partir de tal o cual fecha, dándoles tiempo a los consumidores para proveerse de los bolsos necesarios, sin que se les meta una vez más la mano en sus bolsillos apabullados. Es sólo una idea. Como tal puede ser mejorada. Pero, por favor, que no recaiga siempre en los ciudadanos que hacemos malabares para mantener la calidad de vida de nuestras familias. ¿Qué sucede, se terminó el ingenio? ¿O sigue siendo cierto que el hilo se corta por lo más delgado? ¿Y nosotros, los consumidores? ¿Qué tal si les ganamos de mano y llevamos bolsos apropiados? Sé que el tema no es muy importante, pero puede ser una práctica para aprender a dejar de pagar resignados, todo lo que se les ocurre a los que tienen el poder de decisión.