No es de extrañar que las empresas del sector privado en EEUU y Europa estén informando de una expansión de la actividad empresarial sin precedentes. Según todos los índices de los gestores de compra de (PMI) de ambas zonas en mayo, los líderes del raid de crecimiento aparecen en el sector servicio, y producción manufacturera.
Es decir, debido a la extraordinaria fuerza de la demanda (contenida por el efecto pandemia), y el avance de la vacunación global, aparecen presiones inflacionistas en lo precios de las materias primas que están literalmente disparando los precios de producción a nivel mundial. ¿Cuáles? Los precios de todo, desde gastos de envío, metales, combustibles, madera, coches, etcétera. El mundo está mostrando síntomas de escasez de todo tipo de insumos porque el tiempo no está alcanzando para producir lo que se necesita. La velocidad de recuperación por el efecto de la vacuna, la larga inhibición de consumo producida por los encierros, y el mayor aumento de la oferta monetaria mundial, muestra en simultáneo un cuello de botella de la cadena de suministros, y la aceleración de la inflación mundial.
Velocidades diferentes
Claramente no está pasando de manera homogénea, ni sigue la lógica inversa de la propagación del virus en su momento. Si bien las interrupciones en el suministro, y el aumento de precio se han producido en todos los países desarrollados, Estados Unidos es el que lidera por lejos el repunte hasta la fecha, y esto tiene sentido porque fue el que más insufló dinero a una mayor velocidad. Por el contrario, la mayoría de los países no pudieron permitirse tal generosidad, y se mantuvieron fieles a unos límites de deuda prudentes para evitar un inevitable y eventual aterrizaje forzoso.
Que la inflación suba en la Argentina no es novedad, pero que lo haga de ésta manera en los países desarrollados, en ésta situación mundial, y que el fenómeno sea liderado por EEUU no es un detalle menor: sirve para entender cómo será la dinámica de generación de riqueza a nivel mundial en los próximos años. Indica que el país más fuerte del mundo ampliará la brecha entre su oferta y la de otros países, tendrá un efecto negativo sobre su propia moneda, y generará una enrome presión al alza sobre los precios de las materias primas.
No es muy difícil llegar a esta conclusión, los estímulos están tocando fuerte en su economía, su moneda por lo tanto valdrá menos, y sus socios comerciales tendrán más poder de fijación de precios. Si a esto se le suma la abstención de consumo de la sociedad americana (que se está acelerando más rápido de lo previsto, entre 3 ó 4 veces más rápido que en el pasado pre-pandemia), la tensión en el sistema de suministro mundial está garantizada, y por ende, la inflación mundial también.
La oferta no da abasto
El aumento de la renta disponible (los programas de estímulo), en el afán de paliar las penurias del encierro, ha sido demasiado brusco en todos los países y la oferta no da abasto. De hecho, las Perspectivas Económicas Mundiales del (FMI) prevén un crecimiento mundial del 6% este año (casi el doble de su ritmo normal del 3,5%) y del 4,4% en 2022. En la que nosotros creemos que serán bajas, porque es poco razonable esperar que las cadenas de suministro globales se ajusten tan rápido como es necesario, y sobre todo al crecimiento de la demanda de los consumidores estadounidenses que juntan la friolera del 25% del PBI mundial.
Inflación
Es sensato que esto pase, el 25% de la economía mundial (EEUU) está yendo 3 ó 4 veces más rápido de lo normal, y no es posible que no se produzca escasez en todos lados. El dinero no se ha ganado gradualmente en el proceso de producción, y la respuesta de la oferta mundial será la de correr de atrás a la demanda. Simple: la escasez causada por el exceso de demanda tienden a dar lugar a precios más altos.