En Argentina se estima que alrededor de 5 millones de personas sufren de migraña, aunque solo el 40% recibe diagnóstico y tratamiento adecuados. La migraña es una cefalea (dolor de cabeza) que se caracteriza por ataques recurrentes de dolor intenso que pueden generar vómitos, sensibilidad a la luz y a los sonidos. Es una enfermedad crónica, más frecuente en las mujeres y requiere tratamiento ya que interfiere en las actividades cotidiana, complicando la vida de quienes la sufren.
¿Cuánto suele durar el dolor agudo? ¿Pueden controlarse los síntomas con el tiempo? ¿Qué influencia tiene el estrés? ¿Qué dispara los episodios? ¿Hay nuevas terapias?
La sensación de que una migraña está comenzando anuncia los ataques y muchos pacientes pueden detectarla. Puede consistir en cambios en el estado de ánimo, dolor cervical, antojos alimentarios, pérdida del apetito, náuseas o una combinación de los anteriores.
El aura precede a los ataques en un 25% de los pacientes. Son alteraciones neurológicas transitorias que pueden afectar la sensibilidad, el equilibrio, la coordinación muscular, la palabra o la visión; duran minutos a una hora. El aura puede persistir después del inicio de la cefalea. Lo más frecuente es que el aura conlleve síntomas visuales (espectros de fortificación, como destellos binoculares, arcos de luces centelleantes, relámpagos brillantes, escotomas).
>>Leer Más: Alertan por un posible brote de gripe en primavera, y desciende el impacto de otros virus
La cefalea varía de moderada a intensa, y los ataques duran desde 4 horas hasta varios días. El dolor suele ser unilateral pero puede ser bilateral, principalmente en la distribución frontotemporal, y en general se describe como pulsátil o palpitante. En muchos casos resulta totalmente invalidante para que la persona afronte sus actividades cotidianas.
Opciones de prevención y tratamiento
La toxina botulínica, más conocida por su nombre comercial bótox, revolucionó el mundo de la estética. Hoy la mayoría de las personas la asocian a los tratamientos destinados a "borrar" las arrugas de la frente y otras marcas faciales propias del paso del tiempo, sin embargo, las primeras disciplinas que la utilizaron fueron la oftalmología y la neurología.
En tratamientos neurológicos su uso se afianza y actualmente se aplica cada vez más para aliviar las migrañas en personas que no han respondido a otras terapias para calmar sus dolores de cabeza.
El neurólogo Tomás de la Riestra, miembro de Ineco Rosario, dijo a La Capital que este tema que afecta a miles de personas, las que pueden encontrar alivio a sus dolores crónicos con la aplicación de esta toxina. Uno de los problemas es que no siempre las obras sociales cubren este tratamiento que "puede cambiar sustancialmente la calidad de vida del paciente".
La migraña es uno de los usos pero también se aplica en espasticidad (un trastorno que genera que algunos músculos estén contraídos en forma permanente), en rehabilitación de pacientes que tuvieron ACV o algún traumatismo grave y en abordaje de algunos movimientos anormales. Gracias a esta toxina, muchas veces combinada con otras terapias, puede lograr que recuperen en forma parcial o total la funcionalidad de la zona afectada. También se indica en dolores por tortícolis.
Otras terapias que se utilizan en el país incluyen analgésicos comunes para crisis leves (paracetamol, ibuprofeno) y fármacos específicos como los triptanes para ataques moderados a graves.
Existen también tratamientos más enfocados a la prevención con medicamentos como betabloqueantes, antidepresivos y anticonvulsivos, y terapias más recientes como los anticuerpos monoclonales anti-CGRP y gepantes, que suele ser caros y depende de la cobertura médica del paciente si los cubre de manera parcial o total. En los últimos tiempos en el país ha habido denuncias y recursos de amparo de pacientes con migraña que no consiguen los medicamentos que sus médicos les han recetado.