En general recordamos y admiramos los célebres inventos que cambiaron el curso de la humanidad, como la imprenta, la lámpara eléctrica, el telégrafo sin hilos, la radio y la televisión, el radar, entre otros. La mecánica es una de las disciplinas técnicas que más máquinas y herramientas posee. Desde las poderosas fresadoras hasta la humilde mecha perforadora, pasando por los versátiles tornos CNC de control numérico computarizados, hay infinidad de aparatos, equipos y dispositivos que existen en toda herrería, fábricas de tinglados, constructoras de puentes, talleres ferroviarios y compañías de mantenimiento general. En las fábricas de motores eléctricos es habitual el uso del “micrómetro, (del griego micros: pequeño y metron: medición) o tornillo de Palmer”: un dispositivo de reducidas dimensiones para medir con precisión alambres de cobre de muy pequeño diámetro para bobinados. Y en casi todos los talleres mecánicos existe un calibre “Vernier”: un ingenioso adminículo para medir diámetros externos e internos con precisión inventado en 1631 por el francés Pierre Vernier; que como no podía ser de otra manera, ahora permite una indicación digital para facilitar la lectura de una medición. Las empresas cerealeras, de colectivos, mudanzas, productos industriales y alimenticios; así como la policía, los bomberos y las organizaciones de emergencias, tienen sus propios talleres para reparaciones básicas. Las gomerías y talleres para el automóvil son dos populares y antiguas ramas de la mecánica. Y quienes se dedican a reparar motos, bicicletas y artefactos varios, también se benefician con las herramientas que hace años fueron creadas. Numerosas personas conocen las herramientas más habituales en una casa, y en casi todos los hogares no falta el tradicional martillo, una pinza, la tenaza, dos o tres destornilladores y hasta algunas llaves para tuercas. Mi intención es sólo saludar a la gente de los talleres que abrazan la pasión por la mecánica general.