Manuel Belgrano, cuando fue nombrado por el rey Carlos IV secretario del Consulado del Virreinato del Río de la Plata, presentó un plan de acción y marcó con énfasis un ítem: la educación. Entonces dijo: “sin educación no habrá pueblo que avance. La Patria necesita ciudadanos instruidos”. 1794. Desde entonces repitió en sus informes al Consulado: “Quiero fomentar la creación de escuelas gratuitas y obligatorias en todo el territorio y pues con la educación venceremos la ignorancia y la pobreza”, remarcó. Cuando en 1813 la Asamblea decretó “la premiación de cuarenta mil pesos fuertes en valor de fincas pertenecientes al Estado, al benemérito general Belgrano, por los esfuerzos y sacrificios dados a la Patria luego de los triunfos de Tucumán y Salta”, él los aceptó, con una condición: “destinar los expresados cuarenta mil pesos para la dotación de cuatro escuelas públicas de primeras letras (donde enseñaren a leer y escribir, la aritmética, la doctrina cristiana y los primeros rudimentos de los derechos y obligaciones del hombre en sociedad, en ciudades a saber: Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero, que carecen de ellas, bajo del reglamento que pasaré a Vuestra Excelencia”. En ese reglamento señalaba: “Valorizar a los maestros, invitarlos a los actos patrios, abonarles sueldos dignos; pues el que enseña transmite valores, orienta al ciudadano, les ofrece a los más pobres, útiles y en caso comida”. “Espero que sea de la aprobación de Vuestra Excelencia, que no lleva otro objeto que corresponder a los honores y gracias con que me distingue la Patria. Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Jujuy, treinta y uno de marzo de mil ochocientos trece”. Manuel Belgrano.