"Estamos al galope. A puro ensayo, terminando de escribir", describe la
situación desde Buenos Aires Marcos Mundstock, el decano de Les Luthiers, hablando del estreno del
nuevo espectáculo del grupo humorístico-musical, "Lutherapia". Como ya es una tradición en la
historia del quinteto de que sus obras tengan su estreno en Rosario, el debut será el próximo
viernes en la Fundación Astengo. Las funciones se reiterarán el sábado y el domingo, y el fin
semana próximo.
—¿De qué se trata el show?
—Hay una historia. Hemos recurrido al remanido... bah, no tan remanido...
tema de una sesión psicoanalítica. Hay un paciente que es Daniel (Rabinovich) y un terapeuta que
soy yo, y las canciones funcionan como recuerdos de él, alucinaciones o citas, porque él está
preparando una tesis sobre Mastropiero. En realidad, todo esto es una especie de trampa
metodológica. Cuando empezamos a pensar en el show empezamos a componer cosas aisladas y después se
nos ocurrió la forma de vincular todo.
—En este estreno no estará Roberto Fontanarrosa ni en los guiones ni en la
platea. ¿Será un estreno especial?
—Va a ser duro eso, porque parte de la ceremonia siempre fue Rosario, el
Negro y bueno... sí, no sé cómo resultará. Quizá una ceremonia más del duelo que los que somos sus
amigos venimos viviendo hace un año y más tiempo también, desde que se venía venir ese final que
tuvo.
—¿Después de tantos años, qué le produce estrenar?
—Es una emoción linda, con su cuota de incertidumbre y de riesgo. Por más
que hemos hecho nuestra carrera y estemos felices con lo obtenido, cuando uno prueba algo nuevo
siempre aparece una parte de principiante. Como si estuviéramos jugándonos la carrera en el
estreno. Aunque objetivamente no es así, porque por más que nos salga espantoso nadie va a decir
"se acabó Les Luthiers". Sin embargo, hay una sensación de riesgo en el estreno ¡A ver si nos
llevamos un chasco! Eso nunca se sabe.
—¿Cómo son esas horas y minutos previos a subir al escenario en un
estreno?
—Imaginate, somos cinco: cada cual con su pequeña locura. De todos modos
somos bastante racionales; lo que más nos preocupa es coordinar los horarios de ensayos, porque
además de los ensayos en sí siempre hay cuestiones técnicas que resolver . Este año tenemos dos
instrumentos nuevos. Está la exorcítara, que es el instrumento estrella... con equis de exorcismo,
y el segundo es un instrumento que aún no tiene nombre.
—¿Cuánto tiempo estará en cartel este espectáculo?
—Venimos con un ritmo de hacer cada espectáculo nuevo tres años en la
Argentina y después, al bajar de cartel acá, empezamos con las giras afuera. Por eso en España
todavía estamos haciendo el espectáculo anterior a "Los premios Mastropiero", espectáculo que en
unos meses empezaremos a hacer en España a lo largo de tres años y dentro de tres años empezaremos
a hacer allá "Lutherapia".
—El cual, es de suponer, será el penúltimo en la historia de Les
Luthiers...
—(Risas) Nunca se sabe. Nosotros estamos contentos, laburando bien, con
fuerza, pero estamos grandes ya. Y sí, con la cuenta que estamos haciendo resulta que los mayores
del grupo, entre los cuales soy el decano, teóricamente cuando esto termine de girar por España
será dentro de seis años... Eso quiere decir que yo, que tengo 66, voy a tener 72 años. ¡En algún
momento voy a querer jubilarme! No sé, esto es mucho trabajo, mucha exigencia pero al mismo tiempo
es muy gratificante en todo sentido, placer por hacerlo y además por lo remunerativo que nos
permite vivir muy bien desde nuestro trabajo.
—¿Son tan obsesivos como parecen?
—Pasa que a nuestro trabajo lo cuidamos mucho. Nos gusta y creo que parte
de la diversión es hacerlo lindo y perfeccionarlo tal cual un artesano con su obra. Creo que ese es
el gran objetivo, a esta altura de los acontecimientos.
—¿Los condiciona en algo el paso del tiempo?
—Un poco, nada más. Uno se cansa más, hay que tomar ciertas precauciones
el día de la función, como dormir más la siesta... Antes, cuando éramos jóvenes comíamos antes de
la función, lo cual hoy en día no puedo ni siquiera imaginármelo porque después no tengo aire para
cantar. Salvo eso y algún tipo de precaución de movimientos... las ganas siguen intactas. Cada vez
que uno sale y dice el chiste y tres mil personas largan la carcajada... ¡esto te da un placer!
Además la profesión nuestra la fuimos inventando nosotros, por más que se componga de disciplinas
conocidas como la música, la actuación y el humorismo. Esta particular mezcla nos divierte seguir
perfeccionándola. Lo cierto es que, por el momento, no tenemos limitaciones, sobre todo porque
nunca hicimos acrobacia, desnudos ni escenas de amor sobre el escenario. Somos medio atemporales,
ya por definición del género.