La crisis de 2001 todavía tiene quien la cuente. Gabriel Nicoli, a su manera, da su mirada en "2001: Mientras Kubrick estaba en el espacio", la película estrenada el jueves pasado y que sigue en la cartelera esta semana. "Esa crisis fue el final y el comienzo de algo, y le pasó a toda una generación", dijo el realizador, quien en su segundo largometraje tomó como eje la historia de tres amigos veinteañeros en la crisis económica y social que asoló al país al comenzar el nuevo siglo.
Nicoli, autor del documental "El verano siguiente", de No Te Va Gustar, aborda un drama que tiene que ver con el final de la adolescencia en una situación límite. Son tres jóvenes que, frente a la incertidumbre, planean un viaje al pueblo donde se organiza la eliminatoria para participar en un concurso internacional de aviones de papel, que podría servir como posibilidad de escape al exterior.
Para componer a sus criaturas, Nicoli, asistente de dirección y responsable de fotografía de "La despedida", reunió un elenco que encabezan Alain Daicz, Malena Villa, Vicente Correa, que componen el trío central, acompañados por figuras conocidas como María Onetto, Esteban Lamothe, Jazmín Stuart y Bárbara Lombardo.
—¿Cómo nació este proyecto y cuánto tiene de tu misma generación?
—Nació en una charla con amigos hablando de los daños del 2001 en nuestra generación. Y eso no era directamente el corralito, la represión policial y lo que ya conocemos, era algo más bien psicológico o espiritual. Aparte de que no entendíamos nada de lo que pasaba y nuestras familias quedaron obnubiladas.
—Para nada feliz, encima llegando Navidad...
—Ver a nuestros padres inseguros, temerosos, fue muy fuerte. La mía es una familia al estilo italiano muy unida y esto nos quebró. Y en esa charla pasó un Dodge 1500 rosa furioso. Ahí se me ocurrió hacer una road movie ambientada en la crisis tocando esos temas. Creo que tiene bastante de mi generación y que no se contó todavía en cine.
—¿La idea era reunir a tres jóvenes en medio de un conflicto que los supera, y en busca de encontrarse a sí mismos?
—Sí, la idea era generar esa crisis como un antagonista que los obligue a dejar la adolescencia tardía y hacerse cargo. Pero la película plantea el momento en que ellos todavía intentan vivir como hasta entonces, es decir, en un mundo sin responsabilidades: estirar la adolescencia, pero sin éxito.
—¿El hecho de que transcurra en 2001 es porque te impactó ese momento preciso?
—En el momento me costó darme cuenta, pero después entendí que esa época fue un punto de inflexión en mi vida. Esa crisis era el final y el comienzo de algo. Y le pasó a toda una generación. Por eso quería contar ese estado de ánimo, esa sensación de sentirte un poco olvidado y tener que tomar decisiones para las que nunca te preparaste. Venía pensando qué hacer con mi vida y estaba medio en cualquiera. Estaba en crisis personal en medio de una crisis global.
—¿Por qué la referencia al filme de Kubrick?
—Me parecía interesante el contrapunto. El grado de ciencia, tecnología y ese futuro que imaginaban, versus lo que realmente fue: caos, miedo, saqueos. Todo lo que acá pasaba mientras Kubrick estaba en el espacio. Y le sumo que soy un gran admirador de su obra.
—¿Tres personajes con tres historias o una sola historia?
—Son tres historias personales embarcadas en la odisea de abstraerse de esa crisis. Ese es el punto de coincidencia de los tres, que tienen cada uno su carga emocional.
—¿Cómo surgió la idea de los aviones de papel?
—Lo encontré en internet un día y no podía creer que existiera algo así. Era todo un mundo profesional y absolutamente ridículo. Me gustaba plantear que algo tan superficial pueda ser la posibilidad de irse del país y evitar la crisis.
— ¿Un juego de contrapuntos?
—Todo el tiempo busqué esos contrapuntos: drama/humor o amor/odio en la película. Y esto de lo bizarro sobre el objetivo serio de un personaje funcionaba bien.
—¿Cómo fue la elección de los tres actores para estos personajes?
—Hubo un pequeño casting y fue una elección intuitiva. Los vi en video y los elegí sin dudarlo a pesar de no hacer segunda entrevista ni conocerlos antes personalmente. Y creo que son el punto más fuerte de la película.
Claudio D. Minghetti
Télam