El inicio de la temporada lírica de Rosario, con uno de los grandes títulos del repertorio operístico universal, "Il Trovatore" de Giuseppe Verdi, la producción de la Asociación cultural El Circulo y la Opera de Rosario, fue de muy alto nivel, y esto cuenta tanto para la dirección escénica, el excelente grupo de cantantes convocados y la dirección orquestal. El espectáculo subirá nuevamente a escena hoy a las 20.30 en el teatro de Laprida y Mendoza.
El poeta español, Antonio García Gutiérrez, estrena el drama en verso y prosa "El Trovador", en 1836, Verdi retoma el trágico argumento y junto a Salvatore Cammarano y Leone Emmanuele Bardare, crean el libreto para la ópera, "Il Trovatore" de 1852. Si bien el argumento se ubica en el siglo XV, nadie puede negar que es una visión estéticamente romántica de la Edad Media, tanto el drama de García Gutiérrez, como la ópera de Verdi, responden a esta estética. Sin embargo la visión de Pablo Maritano de la puesta escénica es la presentación del drama romántico, en una corral o teatro popular del Siglo de Oro Español, o sea el barroco hispano. Esta opción condiciona ciertos aspectos, por ejemplo el de la actuación, exige al cantante la tendencia a la sobreactuación expresionista. Las caras pintadas de blanco, un marcado maquillaje, la iluminación de candilejas, completan la ilusión barroca. Esta puesta no deja de ser una contradicción estética, un solipsismo barroco de un relato romántico. Pero funciona.
Todo el concepto tiene ciertos puntos de contactos con la producción que en el 2013 hizo Philipp St"lzl, para la Opera de Berlín. La escenografía austera de Daniela Taiana revive los corrales populares del Siglo de Oro. El exquisito vestuario de Ramiro Sorrequieta evoca los cuadros del Grecco y de Velázquez, y hay que remarcar la positiva evolución de Sorrequieta, quien, producción tras producción consigue niveles mayores de perfección. La iluminación de Esteban Ivanec, de claroscuros marcados y con profusión de rojo se fusiona perfectamente con el clímax musical.
Los cantantes cubrieron con solvencia los requerimientos de la ópera. La soprano Eiko Senda cautivó con su aria "En las alas rosadas del amor" del cuarto acto y José Azocar hizo una buena rendición de "Las horribles llamas de aquella pira", emblemático final del tercer acto. Acompañaron correctamente el barítono Leonardo Estevez y el bajo Mario De Salvo. En esta ópera el hilo conductor de la tragedia pasa por la venganza de la gitana Azucena, uno de los grande personajes de Verdi. Aunque finalmente no quedó como título el nombre de la gitana es la figura sobre la que gravita toda la ópera, y en este sentido la actuación de la mezzosoprano Anabella Carnevali es muy destacable. Su gran momento, "Stride la vampa" es una piedra de toque para cualquier mezzosoprano dramática. El coro, con la dirección del maestro Horacio Castillo, sonó muy bien en sus participaciones, en especial en la "Canción del yunque" del acto segundo. La batuta del maestro David Del Pino Klinge marcó atinadamente las atmósferas emocionales de la partitura que representa el Verdi de las barricadas, de las pasiones incontrolables y sobre todo del amor, aunque este tenga que consumarse en la muerte.