Por Carolina Taffoni
Las Pastillas del Abuelo tienen un vínculo muy intenso con el público rosarino. En abril pasado llenaron el Anfiteatro y ahora vuelven a la ciudad para la segunda edición del Festival Bandera, que se realiza hoy en el Hipódromo del Parque Independencia (ver aparte). Allí compartirán escenario con bandas como Las Pelotas, La Vela Puerca, Eruca Sativa y Patagonia Revelde, entre muchas otras, y presentarán, además de los clásicos, dos temas nuevos que formarán parte de su próximo álbum. Antes de llegar a Rosario, el líder del grupo, Piti Fernández, charló con Escenario sobre la experiencia de los festivales, los shows en épocas de crisis y el disco que el grupo prepara para el año que viene.
—¿Cómo fue la experiencia del Festival Bandera el año pasado?
—En principio fue una alegría saber que había un festival en Rosario. La ciudad se lo merecía. Rosario es cuna de muchos artistas del rock nacional, y además el público rosarino consume mucho rock. En ciudades como Córdoba también se consumen otros géneros, como el cuarteto, pero Rosario es puramente rockera, entonces se merecía tener un festival. Esta vez además vamos a compartir escenario con amigos como Las Pelotas, La Vela Puerca y Miss Bolivia. Va a ser un fiestón.
—En los festivales podés ver varias bandas pagando una sola entrada. ¿Creés que eso se ajusta mejor a estas épocas de crisis, donde se hace cada vez más difícil vender entradas?
—Sí, en ese sentido es una mejor opción. Además en los festivales ya se habla de "pasar el día", empiezan a tener otros atractivos además de las bandas: lugares para intervenir con el arte, carpas con ferias o espacios tecnológicos. También hay que reconocer que los productores corren riesgos con este tipo de proyectos, más allá de que algunos productores son especialistas en llorar la carta (risas). Hay un riesgo, y se sabe que hay festivales que terminan dando pérdida. A veces pierden 3 ó 4 palos para hacer un festival, pero igual las productoras crean este tipo de eventos para mostrar su capacidad de organización. A nosotros también nos pasó en el último show grande que hicimos (en Geba, en 2018). Metimos 16 mil personas con una entrada muy barata y una puesta casi internacional. Pero al toque se disparó el dólar y tuvimos que poner como 50 lucas cada uno. Vos te preguntarás ¿cómo si una banda mete 16 mil personas tiene que poner encima casi 400 mil pesos? Bueno, de alguna manera es para lo mismo que los festivales: para instalarnos como una banda que llena estadios y poder girar por todo el país. En los festivales suele pasar eso: van a pérdida pero ganan en prestigio y laburan todo el año.
—¿Se siente el efecto de la crisis en los shows, en la convocatoria o en el precio de las entradas?
—Sí, claro. En ese show (en Geba) sentíamos que no podíamos poner la entrada a más de 500 pesos y además queríamos dar un show increíble con 34 motores que movían tramos de luces. En los dos últimos Luna Park que hicimos en agosto nos quedaron por vender unos 800 tickets. No es nada para un Luna Park, donde entran nueve mil personas, pero la crisis se nota en ese numerito. Además la intención era hacer tres Luna. Igual nosotros no nos podemos quejar. Tenemos un presente divino y ahora hacemos otro Luna en noviembre.
—Recientemente sacaron dos temas nuevos, como adelanto del próximo disco. ¿Qué podés adelantar de ese trabajo?
—Va a salir el año que viene. Y ahora estamos sacando un nuevo corte, que se llama "El favor". Vamos grabando tema por tema y falta mucha producción. Creo que va a salir a mitad de año. Esta vez estamos siendo asistidos por todos los chicos de El Bordo: Ale Kurz, Migue (Soifer), Pablito Spivak. Ellos nos están ayudando enormemente a elaborar el disco, que va a tener un sonido un poco amalgamado con estos hermanos. Seguramente será un poquito más crudo, porque ellos son más rockeros (risas).
—Ustedes tienen más de 15 años de carrera. ¿Cuánto cuesta mantener a una banda unida durante tanto tiempo?
—Templanza, paciencia... Son emociones las que están en juego, no el dinero, por lo menos en nuestro caso. Hay una frase de nuestro manager Eduardo Roca que me gusta mucho: "El negocio más redituable no es el que más recauda sino el que más dura". Entonces, para hacerlo durar, hace falta eso: templanza, cariño, sinceridad, honestidad y ganas de vincularse bien.
—En los últimos años, géneros como el reggaeton y el trap han copado el mercado y tienen mucho público joven. Paralelamente, el rock parece haber quedado en un segundo plano. ¿Cómo lo ves vos?
—Así, como lo ves vos (risas). Es cierto que el trap se viene con todo, que trae la fuerza de la calle. Yo lo veo muy genuino. Igual no creo que vaya a morir el rock, como tampoco van a morir jamás el tango o el folclore. Pero por ahora no veo a traperos haciendo estadios. No sé, por ahí Wos se mande una cancha de River o algo así. Los músicos que tocan en estadios o son de rock o son melódicos, como Abel Pintos. Los que más convocan siguen siendo Ciro (y los Persas) o La Beriso. Igual, todo puede pasar y la verdad me tiene sin cuidado. En un momento el furor fue la cumbia, en otro momento fue la electrónica y ahora el furor es el trap. Creo que hay lugar para todos y no hay que desprestigiar nada.