“Nadie es exitoso de tiempo completo. Sería muy aburrido”. Con esas dos frases con cierta ironía resonando en el final, Luis Brandoni confirmó que aunque es un actor en plena actividad en distintos frentes, no confía en la naturaleza arbitraria del éxito. Es así aunque protagoniza “Parque Lezama”, la obra ubicada entre las cinco más vistas de la temporada en Buenos Aires, con dirección de Juan José Campanella, uno de los líderes de la industria cinematográfica argentina en su debut como director teatral.
Brandoni, que estuvo esta semana en Rosario para participar del recuerdo de las primeras elecciones, en 1983 -fue asesor ad-honórem en la Secretaría de Cultura durante el Gobierno de Raúl Alfonsín y diputado nacional durante el período 1997-2001-, contó a Escenario su opinión sobre el Incaa y el cine actual, y adelantó los planes para rodar una historia romántica junto a Graciela Borges.
El intérprete, que protagonizó algunos clásicos como “La Patagonia rebelde”, “La tregua”, “Esperando la carroza” y “Made in Argentina” -también filmó en Rosario “La suerte en tus manos”, de Daniel Burman- dijo que aunque no se siente marginado, se trata de una actividad que le resulta esquiva porque, arriesgó, no está “en la lista blanca”. También destacó su trabajo en televisión junto a Campanella en “El hombre de tu vida” y subrayó las satisfacciones que le depara “Parque Lezama”, que traería a Rosario el año próximo. Sobre el rotundo éxito de “Relatos salvajes”, el filme de Damián Szifron que rompió todos los récords, dijo que “lamentablemente tiene una enorme actualidad”.
—”Made in Argentina” me parece que es la única expresión cinematográfica y teatral de la transición democrática en la Argentina que sólo se atrevió a escribir Nelly Fernández Tiscornia. Con el gobierno del doctor Alfonsín se terminó la censura. Es un episodio importantísimo porque fue el propio Alfonsín el que mandó un proyecto de ley al Parlamento para disolver el Ente de Calificación Cinematográfica, que era la institución de la censura, tanto es así que tenía edificio propio. En aras de esa libertad, en general hubo muchas manifestaciones cinematográficas referidas al pasado inmediato. En cambio esta mujer lo escribió para su glorioso programa que se llamó “Situación límite” que emitía la ex ATC, lo transformó en una obra de teatro y con ella hicimos este espectáculo que de algún modo pintaba la transición democrática. Todavía estaban las heridas abiertas, algunos volvían de la obligación de haber tenido que dejar el país, una cantidad de cosas que nos contaban y que creo que cuenta en un momento muy rico de la Argentina.
—En aquel momento la abordaba el tema de la emigración, algo que recurrente en Argentina...
—Cada uno de los cuatro personajes tenía sus razones para desear cosas distintas. Porque una cosa es irse porque uno quiere y otra como me pasó a mi irme amenazado de muerte por una organización paragubernamental. Son distintas maneras de irse. Uno no la elige. Por eso en mi caso, a los diez meses estuve de vuelta. Hubo otra gente que esperó diez años para volver. No era una elección ni algo voluntario. Ahora esto también se da con mucha gente de los países limítrofes que venía acá porque podían mandar plata a sus países de origen y ahora se están yendo porque no les rinde y porque están un poco mejor que acá. Ese es otro ida y vuelta curioso.
—¿Se puede decir que hay una tradición de cine político en Argentina?
—No tanto. ¿Cuántas películas viste que contaran la década de Menem, donde se vendió el país entero, donde la corrupción era un espectáculo? ¿Cuántas películas se hicieron, de las más o menos mil que se hicieron desde el 2003 en Argentina, y que cuente lo que está pasando acá? No hay ninguna. Me parece que pesa mucho el soporte económico del Instituto Nacional de Cine (por el Incaa, Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), porque pasaron cosas como para hacer más de una película. Imaginate qué película se podría haber hecho con lo de Río Tercero. Volar una ciudad para enmascarar un contrabando de armas. A nadie le importó como tema de una película. Y no creo que haya sido porque no interesaba el tema sino por otras razones.
—¿Qué razones?
—Políticas, por supuesto. Y si no, ¿cómo puede ser que en once años de este gobierno, con todo lo que pasó no haya aparecido una sola película que se refiriera a algún hecho ocurrido en este país?
—¿Qué hechos entiende que deberían relatarse sobre los últimos diez años?
—Hay hecho a patadas. La corrupción es una de ellos. Muchísimos episodios han ocurrido en once años. Hubo hechos importantísimos. Vamos a ver quién se ocupa de un fenómeno social extraordinario del cual no se quiere hablar y es que cómo es el único país del mundo en el que la hinchada visitante no puede ir a la cancha. Mirá si no es un tema para plasmarlo en una película, para que quede como un documento de una época. Ahora o más adelante, a alguien se le ocurrirá.
—Sin embargo durante este período se filmaron muchísimas películas...
—Muchísimas, sin dudas. Hablan de otras cosas, hablan de cosas que les interesa a los cineastas, pero digo como documentación metafórica, artística, de cómo está un país, esto me parece que no se filmó. Y se filmaron casi mil películas en esta época del matrimonio Kirchner. Van a sumar más de mil cuando terminen en diciembre el año que viene. Y no se trata de denuncias políticas porque para eso hay películas documentales. Hablo de episodios que han ocurrido. La venta de YPF, la recompra de YPF, son episodios extraordinariamente importantes que no están en el cine argentino.
—Quizás esas películas se hagan más adelante...
—Claro, cuando el Instituto de Cine esté en manos de no peronistas, ahí es posible que se animen.
—¿Cuál es el aporte de todo lo que se filma?
—La libertad de la cual podemos disfrutar. Esto es indudable. El cine cuenta otras historias, con condicionamientos, por supuesto, pero cuenta historias con toda libertad. Y si no le gusta al Instituto, no te dan la plata y no se hace la película y listo. Y no creo que sea monocorde la expresión cinematográfica porque se han tocado muchos temas.
—Pero usted está trabajando en teatro con Campanella, uno de los directores más exitosos del país...
—Sí, pero no hice ninguna película con él. En lo que va de este período sobre mil películas yo hice tres. No estoy en la lista blanca.
—¿Se siente marginado del cine?
—No, yo no digo eso. Digo que sobre mil películas y no se cuántas series, yo que hice cine siempre que pude porque estuve ocho años prohibido durante la dictadura, me llamaron nada más que para tres películas. Debe ser que no intereso como actor. La conclusión es esa: no debo interesar como actor, salvo en el teatro donde la gente si nos va a ver.
—¿Qué piensa de “Relatos salvajes”, con la que tuvo una mirada diferente al consenso favorable sobre ese filme de Damián Szifron?
—Me parece que es una buena película. Alguien tituló que a mí no me había gustado y con eso bastó para no poder borrarlo del convencimiento general. Yo creo que es una buen película. No me parece que sea la gran película de la historia del cine argentino como quisieron presentarla, pero es una buena película y le ha ido muy bien.
—¿Representa la actualidad?
—Lamentablemente sí, porque todo se resuelve con violencia en esa película. Todo. Y lamentablemente sí tiene una enorme actualidad.
—¿Eso es lo que produce una identificación, una empatía con los personajes?
—Es posible, pero la verdad no sabría decirlo, pero ni eso asegura el éxito ni lo popular asegura el éxito. El éxito es una cosa muy rara, muy veleidosa que aparece cuando uno menos lo espera. Pero lo cierto es que la gente se debe haber sentido identificada con esos seis relatos.
—¿Cómo sigue el proyecto de filmar con Graciela Borges?
—Está en barbecho todavía, tenemos que decidirlo esta semana para antes de fin de año tener la película filmada. Y creo que no se va a llamar “Dos extraños”, sino “Algo contigo”. Es una película romántica.
—¿Por qué no hay más películas sobre historias de amor entre personas maduras?
—Hay pocas y en general han sido bastante exitosas, tanto en el cine argentino como en otras cinematografías. El que el romance y el amor sigue conmoviendo. A pesar de la tecnología, hay un público que tiene ganas de ir al cine a conmoverse y a emocionarse.