Pero también es la tierra de las múltiples caras. Porque Jujuy no es una, es muchas. Es la de la Puna, con desolados y espectaculares escenarios naturales. La de la Quebrada y la de los valles de vegetación exuberante y ríos cristalinos. La de las Yungas, con su frondosa selva de altura, lista para recorrerla. La de los carnavales ancestrales que inundan de baile, música y color a los pueblos jujeños, donde se homenajea a la Pachamama, la madre tierra.
Un enorme desierto de sal, un paisaje surrealista. Un lugar que juega a engañar los sentidos. Hay algo que convierte a las Salinas Grandes en uno de los destinos más cautivadores de la Puna. Está a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar (msnm), es el tercer salar más grande de Sudamérica. El silencio de la naturaleza invita a conectarse con el paisaje y hay muchas formas de experimentar las Salinas. Los rituales son inevitables: sentir cómo se escapa la sal entre las manos, descalzarse para apreciar su textura en los pies.
Es infinito. Caminando por este manto blanco uno se siente pequeño en la inmensidad. Yendo de día, el azul del cielo contrasta con el reflejo luminoso y brillante de la sal, y las piletas celeste turquesa resultan oasis impensados. Si se va más tarde, justo entre el atardecer y la noche, se puede ver caer el sol y la salida de las estrellas en un paisaje majestuoso.
El juego de luces, aún en los días nublados, desafía a sacar la foto más creativa. Los que las visiten en época de lluvias (de diciembre a marzo) podrán divertirse con los reflejos que genera el agua, porque es cuando el piso más parece un espejo. Cielo y salar se confunden en una sola visión y se puede jugar con tremendas ilusiones ópticas. No hay que dejar de comprar artesanías únicas de los artesanos que trabajan la sal, no se puede encontrar algo igual en ningún otro lugar.
Las Salinas Grandes están a 72 kilómetros de Purmamarca, a la vera de la ruta nacional 52. Para llegar hay que atravesar la fantástica Cuesta de Lipán. Se puede ir en vehículo propio o en excursión. Se recomienda llevar abundante agua para todo el trayecto, lentes de sol, sombrero, pantalla solar, pantalones largos y abrigo.
Serranías del Hornocal
Lo llaman “el cerro de los 14 colores”, aunque su nombre es Serranías del Hornocal. Algunos dicen que hasta contaron más de 30 tonalidades sobre sus laderas y lo cierto es que Jujuy tiene mucho de esto: lugares en los que la naturaleza juega a ser artista. Pero más que contarlos, lo que importa es sentir que se llegó a un lugar único, porque de eso se trata la experiencia.
Partiendo desde Humahuaca, en el corazón de la Quebrada que es Patrimonio Mundial, se puede seguir por la ruta provincial 73, por la montaña, para conocer los sitios que no suelen estar en los recorridos habituales. Desde el mirador en las alturas, el cerro se muestra en todo su esplendor, donde los colores se reparten en infinitas formas de “v” con una geometría casi perfecta, producto de la erosión del viento y las lluvias sobre las montañas.
Recomiendan visitarlo por la tarde, cuando el sol acentúa cada uno de sus tonos. Sea como sea, hay algo en lo que todos coinciden: Hornocal tiene algo que no puede ser puesto en palabras. Hay que viajar para descubrirlo. Se puede conocer este lugar en vehículo propio o en una excursión en 4x4 (recomendado). Para llegar a Humahuaca, hay que seguir por la ruta nacional 9 desde San Salvador de Jujuy.
Cuesta de Lipán
Los que piensen que el viaje se disfruta tanto como el camino, tienen el lugar perfecto para comprobarlo. Porque si Purmamarca y las Salinas Grandes son dos destinos hermosos en sí mismos, para llegar de uno al otro hay un recorrido que promete enamorar a todos.
La Cuesta de Lipán es un camino de cornisa por la ruta nacional 52, formado por una decena de curvas y contracurvas. Recorriéndola, los colores ocres de la estepa dibujan un trayecto que supera cualquier expectativa. La ruta continúa esquivando las montañas y delinea un trazado que se parece mucho a una obra de arte.
Hacer un alto en algún punto de esta cuesta permite disfrutar de fabulosas vistas panorámicas de la Quebrada de Humahuaca, del Nevado del Chañi ?límite de la Quebrada con las Salinas? y hasta de la cordillera de Los Andes. El punto más alto del recorrido está en el Abra de Potrerillos, donde un monolito marca 4.170 metros sobre el nivel del mar y los amantes de las buenas fotos encuentran la felicidad. Desde arriba, el paisaje parece de otro mundo.
Purmamarca
Calles angostas y tranquilas, casas de adobe integradas en armonía con el entorno natural y un marco increíble dado por el cerro de los Siete Colores. Así son las cosas en Purmamarca y con todo ese encanto recibe a viajeros de todo el mundo. En el corazón mismo de la Quebrada de Humahuaca, en este pueblo auténtico de Argentina se puede encontrar una gastronomía exquisita y un pasado que se remonta a muchísimos años.
Allí todo tiene una historia para conocer: desde el cabildo más pequeño del país hasta un algarrobo de más de 600 años, y la iglesia Santa Rosa de Lima. Como un viaje en el tiempo, donde es posible cruzarse por la calle con un “misachico” (pequeña peregrinación) o escuchar a una dulce coplera recitar sus versos.
No hay que dejar de probar los sabores locales: tamales, empanadas, locros, humita y cazuelas de carne de llama son de lo mejor de la región. También hay que sumarse a vivir la noche norteña en sus animadas peñas y escuchar una música que le canta a la Pachamama al ritmo de cajas, erkes y sikus.
Se puede disfrutar de excursiones por los alrededores y el Paseo de los Colorados, entre enormes figuras talladas en la roca por el tiempo (a pie o en vehículo). Quedarán fascinados por todos los colores que vibran en este pueblo: de las casas coloradas a los álamos verdes y el impresionante Cerro de los Siete Colores, formado por la naturaleza a través de miles de años.
Se llega a Purmamarca tomando la ruta nacional 9 y luego la ruta nacional 52, a unos 65 kilómetros de San Salvador de Jujuy. Por el pueblo también pasan las excursiones hacia las Salinas Grandes.
Parque Nacional Calilegua
Se puede sentir el llamado de la naturaleza en uno de los paisajes más inesperados e increíbles de Jujuy. La nuboselva, también conocida como yunga, invita a vivir más de una aventura. Su nombre ya sugiere el paisaje: es una selva de montaña cubierta por un manto de neblina que le da su toque mágico y de ensueño.
En el corazón del Parque Nacional Calilegua, las yungas cambian de vegetación según la altura. Se puede encontrar selva, bosque, prados y pastizales. Además, es la segunda región con más biodiversidad de toda la Argentina, y por ese motivo, cada aventura está acompañada por los sonidos de cientos de animales que habitan en el espesor y la profundidad de la selva. También por el canto de más de 350 especies de aves, muchas únicas del lugar.
Caminar entre enredaderas que se trepan a los árboles, ahí mismo donde el paisaje parece sacado de un cuento. Hay nueve senderos de distinta dificultad para que, haciendo trekking o andando en bicicleta por los circuitos habilitados, uno se pueda conectar con lo más íntimo de una naturaleza que vibra a cada paso.
Tilcara
Refugio de artistas, poetas y músicos. El favorito de pintores y artesanos. Hogar de uno de los sitios arqueológicos más impresionantes del norte. Tilcara es el lugar perfecto para los que están buscando el encanto de un pueblo pequeño fusionado con un pasado ancestral y un presente vibrante. Es conocido como “el polo cultural” y dicen que su noche, con las peñas folclóricas, es la más animada de toda la Quebrada de Humahuaca. Los títulos le sientan bien a este rincón de casas de adobe y calles empedradas.
En días llenos de sol, se puede descubrir la plaza principal con un pintoresco mercado de artesanías en todos los colores. En los alrededores se multiplica la oferta de bares, comedores y restaurantes que ofrecen delicias regionales y gourmet, los mismos que por las noches sirven de escenario a los músicos tilcareños en las peñas.
Y Tilcara tiene muchas historias para contar. A un kilómetro del pueblo y en lo alto de un cerro, está el famoso Pucará, una antigua fortaleza construida de manera escalonada donde vivieron antiguas poblaciones prehispánicas de la región. Conectarse con el pasado en un lugar donde parece que el tiempo dejó de correr no tiene precio. Son ocho hectáreas en las que se pueden recorrer los muros y cimientos de lo que fueron sus viviendas, talleres, plazas, tumbas, corrales y sitios de ceremonias sagradas. Se trata de uno de los sitios más emblemáticos de la Quebrada de Humahuaca y del norte argentino. Tilcara está sobre la ruta 9, a poco más de 80 kilómetros de San Salvador de Jujuy. www.viviargentina.tur.ar