En Cancún, el Caribe no solo se ve. Se escucha, se huele y se respira. El color turquesa del mar es apenas el primer destello de un destino que invita a descubrirse con todos los sentidos. Porque más allá de las postales que deja, esta región de México ofrece experiencias que se viven con la mente y el cuerpo entero.
Las postales están ahí: la arena blanca que enmarca las playas de la zona hotelera, las aguas cristalinas de Isla Mujeres, la imponencia de Chichen Itzá y el ritmo imparable de la vida nocturna. Son postales conocidas, sí, pero también necesarias. Son la puerta de entrada para quienes llegan por primera vez y quieren conectar rápidamente con la esencia de un lugar que combina relax, historia y diversión.
Sin embargo, existe otra cara de Cancún. Más íntima, menos fotografiada. Aquella que se encuentra al desviar el camino principal o al tomarse un momento para observar en silencio. A pocos minutos del ruido del turismo masivo, la zona arqueológica de El Meco ofrece un recorrido mucho más sereno, entre ruinas mayas rodeadas de vegetación exuberante, alejada de las grandes multitudes. Allí, el tiempo parece haberse detenido, y el entorno invita a imaginar cómo era la vida en esas tierras hace siglos.
También están los mercados locales, como el Mercado 23 o el Mercado 28, donde los aromas de la cocina mexicana se mezclan con los colores de las artesanías y el murmullo de los comerciantes. Espacios donde la identidad local se conserva más allá del turismo masivo y donde es posible probar sabores auténticos: cochinita pibil, tamales, marquesitas o aguas frescas de frutas tropicales.
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Y están los sonidos: el canto de las aves al amanecer en los manglares, el rumor del agua al caer en los cenotes escondidos, la música que sale de una guitarra en la playa al caer la tarde. Sensaciones que no siempre aparecen en las guías, pero que construyen recuerdos duraderos.
Experiencias que despiertan los sentidos
Para quienes buscan una conexión más profunda con la naturaleza, los cenotes menos conocidos ofrecen una alternativa ideal. Lejos de los circuitos más difundidos y concurridos, existen verdaderos espejos de agua escondidos en la selva, donde el silencio solo se interrumpe por el eco del agua al sumergirse. El Cenote Verde Lucero, por ejemplo, rodeado de vegetación frondosa y con plataformas para saltar, permite vivir una experiencia más íntima en contacto con la naturaleza. Otro rincón que vale la pena descubrir es el Cenote Siete Bocas, con formaciones rocosas impresionantes y pasadizos que parecen sacados de una película.
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La Reserva Ecológica de Sian Ka’an, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es otro de esos tesoros que invitan a descubrir Cancún desde otra perspectiva. Navegar entre canales rodeados de manglares, avistar aves en libertad o flotar en ríos de agua dulce con el sonido de la naturaleza como única compañía son algunas de las actividades que se pueden realizar allí. Un destino para quienes buscan contemplación, calma y autenticidad.
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También se puede optar por realizar una excursión a la laguna de Nichupté, un sistema de lagunas ubicado entre la ciudad y la zona hotelera. Allí, se puede practicar kayak o paddle surf mientras el cielo se tiñe de colores cálidos al atardecer y las primeras luces de la ciudad comienzan a encenderse. Es un contraste hermoso: naturaleza en estado puro, a pocos minutos del movimiento urbano.
Para quienes prefieren explorar la cultura viva del lugar, es recomendable visitar algunas de las comunidades mayas cercanas, donde todavía se conservan tradiciones ancestrales. Algunas cooperativas locales ofrecen talleres de cocina tradicional, recorridos por huertas orgánicos y actividades de medicina natural. Una oportunidad para conocer el legado maya desde otro lugar: el presente.
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Sabores que deleitan
Y si de gastronomía se trata, más allá de los restaurantes de lujo o los buffets de los resorts, Cancún ofrece una escena culinaria vibrante en locales familiares o puestos callejeros. En las calles del centro, los aromas del maíz, el achiote y el limón conviven con la calidez de quienes cocinan desde hace generaciones. Probar un ceviche en una palapa junto a la playa o una sopa de lima en una fonda tradicional puede ser tan memorable como cualquier excursión.
Platos y sabores típicos de esa región
- Cochinita pibil (carne de cerdo marinada en mezcla de achiote, naranja agria y especias, cocinado a fuego lento).
- Tamales (masa de maíz rellena de una gran variedad de ingredientes como pollo, carne de cerdo, queso, chiles, entre otros, envueltos en hojas de maíz o plátanos y cocidos al vapor).
- Marquesitas (son una especie de crepa dulce, preparadas entre dos planchas calientes, con relleno de queso holandés. También puede rellenarse con plátano, Nutella, fresas, Queso Philadelphia, mermeladas o lo que haya disponible).
- Achiote (es una semilla de color rojo vibrante que le otorga un sabor único a los platos típicos de la región).
Datos útiles
Cómo llegar
Desde Rosario hay vuelos con escala que permiten arribar a Cancún en pocas horas. Latam conecta la ciudad con el Caribe mexicano vía Lima, con frecuencias semanales regulares. Copa Airlines también ofrece vuelos diarios, con conexión en Panamá, y prevé un aumento en su frecuencia de cara a la temporada alta.
Cuándo ir
Cualquier época del año es buena para visitar esta región, aunque durante la temporada seca, que va de noviembre a mayo, el clima es más agradable y las aguas son más tranquilas para actividades como el snorkel y el buceo.
Transporte local: si bien hay opciones de transporte público, para quienes deseen explorar zonas menos turísticas se recomienda alquilar un vehículo o contratar excursiones con operadores confiables. También hay bicicletas y scooters disponibles para recorrer áreas cercanas.
Seguridad: Cancún es considerado un destino turístico seguro, pero, como en cualquier ciudad, se recomienda estar atento a las pertenencias, especialmente en lugares concurridos y turísticos. También hay que evitar caminar solo por la noche en áreas menos transitadas.