Matías Domes tiene 22 años, es de la localidad bonaerense de Pergamino y estudia Psicología en la UNR. Vive con su hermana en un departamento en la zona del centro y calcula que gasta por mes más de 100 mil pesos. La mayor cantidad de dinero se la lleva el alquiler. La vivienda es el principal obstáculo con el que se encuentran quienes vienen a estudiar a la ciudad. Según el último Boletín Estadístico de la UNR, un 52% de los ingresantes de 2022 no es de la ciudad.
Según datos de la Concejalía Popular, alquilar hoy un departamento de un dormitorio implica un gasto de $229.000 iniciales, teniendo en cuenta la comisión inmobiliaria, el sellado del contrato, la averiguación de garantías, el depósito en garantía y el primer mes. Los alquileres rondan los 55 mil pesos en promedio, sin contar las expensas y los impuestos, y mudarse cuesta alrededor de 25 mil.
“Estos números muchas veces desalientan la posibilidad de llegar a estudiar a la ciudad. Además del gasto fijo mensual, que es alto, se le suma este gasto inicial. No cualquier familia lo puede reunir y deja por fuera de la posibilidad de estudiar a un gran número de chicos”, explicó a La Capital Ariel D' Orazio, referente de los inquilinos.
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En ese marco, hostels y residencias estudiantiles aparecen como una opción más económica. El hostel Pacha, ubicado en Tucumán 3571, cuesta 24 mil pesos el primer mes y 18 mil a partir del segundo. Tiene habitaciones compartidas, camas cuchetas, WiFi, servicio de limpieza una vez por semana y una cocina equipada. La luz se paga aparte entre quienes están alojados. Por la zona asisten muchos estudiantes de la Facultad de Ciencias Médicas y es elegido por extranjeros, principalmente de Brasil.
En tanto, la Residencia Bartolomé, en Mitre 1139, cobra 30 mil pesos mensuales por una habitación individual, 26 mil por una doble, 22 mil por una triple y 18 mil por una cuádruple. En ambos casos, los costos se abaratan muchísimo, pero resignando la independencia que representa un departamento propio. Por ejemplo, juntarse a estudiar con compañeros o invitarlos a dormir antes de rendir un examen no es una posibilidad.
Fermin D' Angelis tiene 21 años, es de la localidad cordobesa de Marcos Juárez y está en tercer año de Medicina en la UNR. Vive en un monoambiente por la zona de la terminal, cerca de la facultad, y lo mantiene su familia. Además de los gastos fijos, su mamá y su papá le dan 10 mil pesos semanales para la comida. Muchas veces esa suma no le alcanza. Dice que sale a bares y boliches, con suerte, una vez al mes.
Cuenta que el presupuesto no le alcanza para consumir carne y tampoco pescado. Su dieta por fuera del comedor de la UNR se basa en pastas, pizza, legumbres y verduras. “Aun con todas esas dificultades, gracias a mis viejos puedo vivir dignamente, pero tengo muchísimos compañeros que viven con 5 mil por semana e incluso menos. Se nos hace muy difícil a todos”, señaló a este diario.
Según el último informe del Indec, la Canasta Básica Alimentaria en diciembre llegó a $21.743. Entre otras cosas, incluye (en distintas cantidades) carnes, frutas, verduras, hortalizas, pan, leche, fideos, arroz y bebidas alcohólicas y no alcohólicas, entre otras. Sin embargo, los estudiantes aseguran que gastan mucho más.
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También, hay que contemplar más variables como salud, transporte, comunicaciones, indumentaria y calzado, entre otras. En este caso, la Canasta Básica Total trepó a $49.358.
Los costos de la comida se abaratan para quienes asisten a la UNR, que cuentan con la posibilidad de asistir a los comedores. El menú para estudiantes es de 130 pesos, mientras que la merienda o la cena cuesta 80 pesos. Sin embargo, la demanda es tan alta que algunos alumnos indicaron que a veces se hace difícil conseguir tickets.
También pueden acceder a distintos tipos de becas, servicios de salud para quienes no tengan cobertura médica, gimnasios para realizar actividades físicas y recreativas, entre otros beneficios que alivian el bolsillo. Autoridades de la UNR destacaron que este año destinarán $560 millones de pesos a este tipo de políticas de bienestar estudiantil.
Candela Caballero Mainoldi tiene 20 años y estudia periodismo en la Universidad Abierta Interamericana (UAI). Es de Totoras y vive sola en un departamento de dos ambientes en el centro. Su familia también le pasa alrededor de 100 mil pesos para pagar el alquiler, las expensas, internet y la comida. Destaca que el programa provincial Billetera Santa Fe es un gran aliado y aclara que para sus gastos personales, como ropa o salir a tomar algo, usa el dinero que gana los fines de semana cuando vuelve a su pueblo y trabaja en el restaurante de sus padres.
No todos los que llegan a la ciudad asisten a la UNR. Muchos eligen las universidades privadas, que fueron ampliando su oferta, y reciben alumnos tanto de Rosario como de la zona. Las cuotas varían mucho según la institución y la carrera elegida, pero parten de los 10 mil pesos y llegan a los 60 mil.
Alquiler y comida son los mayores gastos y dependen de las situaciones particulares de cada estudiante. El Boleto Educativo Gratuito (BEG) facilitó el acceso al transporte y las políticas de bienestar de cada universidad, pública o privada, también apuntan a darles un respiro. Sin embargo, estudiar en Rosario cuesta cada vez más.
Alumnado en alerta
Victoria Genesini, la presidenta de la Federación Universitaria Rosario (FUR) señaló: “Quizás el desproporcionado e inentendible aumento sistemático y desmedido de alquileres sea la imagen más representativa de cómo afecta la situación actual sobre los estudiantes, además de lo que conlleva el costo de vida en general”.
En ese sentido, explicó que esto es una preocupación central y se trabaja para garantizar herramientas de acompañamiento para los estudiantes ya que es necesario seguir haciendo mucho más para que nadie se quede afuera. “Solo como ejemplo, aun en la más cara de la UNR la fotocopia roza los $4, mientras que en cualquier otra parte fuera de la universidad está alrededor de $15”, agregó.
Por otra parte, la secretaria general de la FUR, Sheila Escalada, sostuvo que “la cuestión económica es uno de los principales motivos que llevan a una persona a decidir si arranca una carrera u otra, a estirar o no los cursados, las rendidas. Tener que salir a trabajar, trabajar más horas, tener que mudarse más lejos de la facultad. La situación es alarmante".