El amor por Olivia. Así se podría llamar la conmovedora historia que protagonizó este rosarino. Se trata de Agustín Bianchi, quien con su pareja, Eva, no dudó ni un segundo en ir a Ucrania a buscar a su hija, aunque ese país haya sido recientemente invadido por Rusia, y las alarmas por los bombardeos y las muertes en las calles formen parte del angustiante escenario cotidiano. Juntos fueron desde Sabadell, España, donde viven, empujados por el amor de formar una familia. Tomaron ese rumbo para buscar a su hija, que había nacido unos días después del comienzo del conflicto bélico que tiene en vilo al mundo.
Al tercer día, se enteraron de que la mujer gestante había escapado con Olivia, sus dos hijas y el marido a Varsovia, Polonia. Esta ucraniana no pretendía llevarse a la niña, solo salvar a su marido de la guerra, debido a que los hombres ucranianos de entre 18 y 60 años tienen prohibido salir del país porque fueron llamados a enlistarse en el ejército. Y fue finalmente en Polonia, tras una auténtica odisea, donde se pudieron encontrar con la niña.
Y hacia allá fueron en busca de Olivia. Y ese tan anhelado encuentro se dio finalmente cerca de la embajada argentina. “Fue muy emotivo, aunque todo lo del primer encuentro fue muy difícil, sobre todo por el idioma. Yana y su marido la trajeron en un moisés, toda tapadita, y ahí la vimos por primera vez. Estaba durmiendo. Interactuamos muy despacito, no dejábamos de acariciarla... Y después nos pusimos a hablar con ellos, con el apoyo de una traductora a través de un teléfono”, le contó Agustín a La Capital.
Tras ese primer contacto con la beba, el tema central fueron sus cuidados y hábitos. “Lo primero que hizo Yana fue contarnos todos los cuidados que tenía, lo que comía, lo que le gustaba, lo que necesitaba... Se notaba que se ocupaban mucho de ella. Y después hablamos un poco de la situación y por qué se había ido de Ucrania. Nos contó sus razones y entendimos muchas cosas”.
En ese momento, Agustín y Eva lograron al fin tranquilizarse y comprender un poco la situación que tanta angustia les había generado tras saber que su hija no se encontraba en Ucrania, como estaba planificado inicialmente. “Desde el día anterior, cuando nos contaron que había cruzado la frontera en lugar de haberse quedado en su país para encontrarnos, todo fue miedo y mucho enojo con ella. Pero después, pensando un poco más, entendimos por qué lo hizo”, confió.
Ante la inevitable pregunta sobre cómo se encuentra tras haber atravesado tanta inquietud y dificultades, Agustín puntualizó que “ahora estamos mucho mejor. Estamos en la embajada argentina de Varsovia, todavía haciendo trámites. Si no hubiésemos tenido que venir a Polonia, ya habríamos salido de Ucrania con Olivia, con todos los papeles de viaje para volver a España. Pero se complicó la documentación y seguimos a la espera”.
“Por suerte, Olivia está bien. Notamos, que ahora que pasó un par de días con nosotros, se empezó a relajar. Antes, la notábamos que estaba tensa, es que no nos conocíamos. Ahora ya nos sentimos muchos más cómodos. Ella está más relajada, come bien e interactúa... Así que estamos muy contentos”, enfatizó Agustín, quien trabaja en el departamento de recursos humanos de una empresa en Sabadell.
—¿Cómo fue viajar a un país que está en guerra?
—La invasión empezó el 24 y nosotros teníamos fecha para el 15 de marzo. Entonces, nos empezamos a mover rápidamente. Hablamos con la empresa a la que acudimos para la gestación subrogada, contactamos al gobierno argentino y al español. Este último no nos dio mucha bola porque la gestación subrogada no está permitida en ese país y es un tema muy controversial. Por el contrario, la cancillería argentina estuvo increíble. Se preocuparon, nos contactaron, nos pidieron información. Ellos mismos coordinaron con la delegación brasileña en Ucrania para ayudarnos. Porque cuando ocurren estas cosas, la mayoría de las delegación de las embajadas son evacuadas. Pero la de Brasil se mudó de Kiev a Lviv, que está cerca de la frontera con Polonia y estaban operativos ahí. Y como hay un sistema de cooperación entre Argentina y Brasil, se pusieron en contacto para que nos reciban en Ucrania, para ayudarnos a conseguir alojamiento. Ambos se portaron bárbaro. Y cuando llegamos a la estación de Lviv nos estaban esperando con banderas brasileñas.
—¿Y la estadía para encontrarse con Olivia?
—Estuvimos tres días en un hotel. Sonaba la alarma de bombas dos veces por día y nos teníamos que ir a refugiar al sótano. Estábamos llenos de angustia porque no sabíamos mucho de lo que pasaba, porque la gestante tenía que movilizarse de Ucrania central hacia Lviv, que son unos 700 kilómetros, y no llegaba. Primero, nos dijeron que venían en auto, y que se les rompió el vehículo. Después, que iban a viajar en un tren que iba muy lento porque era de evacuación y tenía muchas paradas. La información sobre Olivia llegaba en cuentagotas, hasta que recién en la tercera noche nos llamaron y nos dijeron que Yana había cruzado la frontera con nuestra hija.
—¿Cómo recibiste esa noticia?
—Fue una situación terrible en ese momento. No sabíamos cómo reaccionar. Pero luego entendimos que lo hizo porque su marido está dentro de la edad de reclutamiento militar. Ella estaba tratando de evitar eso y salvar a su familia. Su plan era cruzar a Polonia y después volver a Ucrania con Olivia para entregárnosla. Pero salió sin la documentación en regla. Solo tenía un certificado de nacido vivo de Olivia que le habían dado en el hospital. Y cuando quiso volver a entrar, en la frontera le dijeron que no contaba con la documentación correcta y que necesitaba una partida de nacimiento. Así que ahí fue cuando debieron revelar el plan y nos enteramos. Inmediatamente, coordinamos con la cancillería argentina y la embajada de Brasil, y el propio embajador brasileño nos llevó a la frontera. Gracias a que tenía patente diplomática, pudimos pasar los controles más rápido. Y del otro lado de la frontera nos estaba esperando un diplomático argentino y nos trasladamos hasta Varsovia. Llegamos a la embajada, y una hora y media después, nos encontramos con Olivia. Así, finalmente nos pudimos encontrar con ella.
—¿Cómo tomaron la decisión de ir a Ucrania?
—No lo pensamos mucho. Estábamos en un momento en el que no nos importaba nada más que la seguridad de Olivia. Dijimos que íbamos a ir, pase lo que pase. Si teníamos que ir a Kiev (la ciudad donde el conflicto bélico es más fuerte), íbamos igual. No lo pensamos demasiado. Iba mucho más allá de nuestra seguridad, aunque obviamente estábamos asustados y no sabíamos con qué nos íbamos a encontrar. No podíamos soportar la idea de que nuestra hija pueda estar en peligro y nosotros no hacer nada. La impotencia durante la mayor parte de este proceso fue tremenda y en ese momento se acentuaba más. Eliminamos de la cabeza cualquier noción de peligro y movimos cielo y tierra para poder llegar.
—¿Con qué otro tipo de complicaciones se encontraron para poder entrar?
—Estuvimos seis horas haciendo cola en la frontera polaca para poder subirnos al tren. En la cola había todo tipo de personajes. Era impresionante la cantidad de gente que quería entrar a Ucrania. Viajamos con periodistas corresponsales de guerra, que entrevistaban a todos los que encontraban. Había mercenarios norteamericanos que iban a matar a todos los rusos que podían; gente que quería entrar a luchar; personas jóvenes que decían que sentían que tenían que ir a luchar porque tenían seis meses de entrenamiento de policía; otros que manifestaban que era su destino; ucranianos que se habían ido pero expresaban que sentían que debían volver porque no se podían quedar con los brazos cruzados; otros que cuando se fueron se dieron cuenta de que no tenían posibilidades en otro país y decidían volver a sufrir en su país y no en otro. Después, estuvimos tres horas parados en la frontera con oscuridad absoluta porque no se podían dar señales de movimiento por seguridad. También tuvimos controles de pasaporte triple, realizado por soldados que preguntaban por qué entrábamos. Finalmente llegamos a una estación oscura, que era un caos absoluto y nos estaban esperando los brasileños.
El final de una lucha de años
El viaje a Ucrania que terminó en Polonia significó para Agustín y Eva cumplir el deseo de ser padres, tras casi una década. Es que Agustín confió que “todo eso fue la última parte del proceso. Tenemos nuestras historias personales de cómo llegamos a eso. Fueron unos cuantos años de una gran lucha. Empezamos a buscar de manera natural para quedar embarazados en 2014. No funcionó y, en 2018, buscamos ayuda para hacerlo de manera in vitro, pero en 2019 le detectaron el cáncer a Eva. Así que fueron un par de años de mucha angustia”.
"Esto no es comparable. Hoy la tenemos a Olivia y no lo podemos creer. Ahora queremos parar un poco para relajarnos y disfrutar después de tanto tiempo. Finalmente, nos podemos relajar”, aseguró Agustín, quien comentó que no se irán de Polonia hasta que consigan completar los trámites pertinentes que les permitan volver a España con Olivia.
Esperando en Polonia
“Que Yana haya venido a Polonia nos complicó la vuelta por la documentación. Ahora, dependemos de que la embajada ucraniana de Polonia nos emita una partida de nacimiento. Pero está desbordada con toda la gente que está viniendo. Nos comentaron que tienen trabajo de emitir pasaporte por los próximos 10 años. Es cuestión de la capacidad de la embajada para dedicar algo de tiempo a nuestro caso. Ojalá que sea pronto”, expresó Agustín sobre el estado de situación del regreso a Sabadell, para poder estar los tres juntos, ya en el país ibérico.
Y continuó: “Por supuesto, que no me vuelvo a España sin Olivia. No nos separamos más de ella. Estaremos acá todo el tiempo que sea necesario. Tengo la suerte de poder trabajar de manera remota. Antes de la guerra entre Rusia y Ucrania, ya habíamos arreglado la posibilidad de ausentarnos uno o dos meses para poder quedarnos en Ucrania, porque habitualmente ese es el tiempo que suele llevar completar las gestiones de este tipo de casos”.
El apoyo desde Rosario
“Sentimos mucho apoyo desde Rosario y Argentina. Yo, particularmente, lo sentí y lo valoro muchísimo. Me emociona hablar de eso. Se que mucha gente estuvo pendiente y eso, de alguna forma u otra, ayudó a que estemos acá con Olivia. No puedo estar más agradecido. Todos lo vivieron con mucha angustia y nos mandaron muchos mensaje de apoyo, prendiendo velas. Incluso gente que ni conocemos pero conoció la historia”.
Generar consciencia sobre la gestación subrogada
Sobre generar consciencia en torno a la gestación subrogada remarcó que “es un tema muy controversial. Yo creo que si se regula y controla bien, puede llevar felicidad a mucha gente. Se puede lograr sin que nadie sufra abuso, ni que se aprovechen de gente en situación de necesidad. Es importante crear consciencia. No es tan tabú y se puede hacer bien”.