Una situación inquietante para el gobierno, un espectador en la novela político-judicial de Cristina y que hizo saber que quería que las condiciones de detención de la dos veces presidenta se resolvieran antes de la marcha.
Al notificarle a Cristina que no tenía que ir hasta los tribunales de Retiro y que su detención domiciliaria empezaba a regir el mismo martes, los jueces del Tribunal Oral Federal 2 abortaron dos fotos esperadas a ambos lados de la grieta.
Ni Cristina estuvo al frente de una marcha multitudinaria en su último baño de masas ni tampoco apareció esposada y trasladada a alguna dependencia federal.
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La tobillera electrónica parece más una concesión a los fiscales y el antikirchnerismo rabioso que una medida para prevenir una improbable fuga: Cristina es una de las personas más conocidas del país y tiene custodia por su condición de expresidenta, que además sufrió un atentado que casi le cuesta la vida.
Cristina, una voz potente en off
El cambio de sede de la protesta, de Comodoro Py a Plaza de Mayo, descomprimió la tensión con la Justicia —que puede endurecer en cualquier momento las condiciones de detención de Cristina, ya de por sí restrictivas— pero funcionó como un aviso del peronismo al resto del sistema político de que a pesar de todo está vivo y quiere volver al poder.
La movilización fue masiva, a pesar de las maniobras de disuasión al filo de la legalidad de Patricia Bullrich, como las requisas a los colectivos y el pedido de DNI en trenes. En la plaza confluyeron tanto los organizados como los silvestres, que tienen una relación personalísima. e intransferible, con CFK.
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LA CAPITAL/Marcelo Rubén Bustamante
No obstante, la carga emotiva y la masividad de la protesta por Cristina pueden generar una ilusión óptica: una plaza llena no es una mayoría en miniatura.
Imposibilitada para estar físicamente en la plaza, Cristina apeló al recurso del mensaje de audio para comunicarse con sus simpatizantes y la dirigencia. Una situación que mostró la dislocación del peronismo: una masa con una líder con voz potente pero encerrada, y una dirigencia atrapada en la incertidumbre.
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Más que al peronismo con su jefe en el exilio, la escena se pareció a los últimos recitales del Indio Solari, ya sin el excantante de los Redondos sobre la tarima. Un ritual nostálgico protagonizado por una feligresía que venera a su estrella y quiere cantar las viejas canciones. Hasta que aparezca un nuevo líder, el peronismo es Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado de CFK.
El más incómodo con el nuevo escenario es Axel Kicillof. Pese a que mostró músculo en la movilización del miércoles, hoy cualquier gesto de autonomía o diferenciación de Cristina no equivale a insubordinación sino directamente a traición.
De todos modos, la unidad forzada por las circunstancias será puesta a prueba con el cierre de listas. ¿La ola de solidaridad con Cristina significa que puede volver a imponer candidatos? ¿Hasta dónde están dispuestos a soportar Kicillof o los capos de la CGT, habitualmente relegados en los armados?
En los últimos años, los que apostaron a un peronismo disidente no se caracterizaron por la creatividad y la audacia.
Más allá de la arquitectura electoral, la pregunta es hasta dónde el peronismo está dispuesto a lanzarse a una dinámica de movilización permanente. El kirchnerismo, que nació como un intento de conjurar el fantasma del 2001 y de canalizar institucionalmente el malestar, ¿está dispuesto a jugar en los márgenes del sistema y pasar a la acción directa?
El viernes, Cristina dio otra muestra de que no: llamó a la militancia a no volver a San José, para evitar choques con la policía. Militante formada en los ‘70, CFK sabe que en ese terreno tiene más para perder que para ganar.
Javier Milei, corrido de la centralidad
La contracara de la centralidad de Cristina es el desplazamiento de la escena del propio Milei. El presidente aprovecha para avanzar con medidas polémicas —más toma de deuda y la reforma de la Policía Federal, que podría poner en riesgo libertades civiles— pero le cuesta capitalizar logros, como la inflación más baja en cinco años.
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La ausencia del presidente en el acto del Día de la Bandera fue sintomática. Lejos de la situación del año pasado, cuando todavía aparecía como una novedad y presionaba a los gobernadores para firmar el Pacto de Mayo, hoy Milei está integrado al sistema político y el compromiso con los jefes provinciales fue una puesta en escena, a pesar de los intentos tibios de Casa Rosada por reflotarlo y operativizarlo.
Con Milei en Buenos Aires, Victoria Villarruel intentó ocupar el vacío. Desterrada sin retorno del mundo libertario, la vicepresidenta busca su lugar en el mundo. Sus chances de construir un espacio propio con perfil de derecha tradicional son inversamente proporcionales al éxito del experimento libertario. Si a los hermanos Milei les va mal, podrá encontrar campo para crecer. Si les va bien, será un producto de nicho.
En ese acto, tanto Maximiliano Pullaro y Pablo Javkin levantaron la bandera del federalismo en defensa del pago chico, en un juego de diferenciación con Milei que apunta a tensar pero sin romper.
En ese juego complejo, Pullaro reclama fondos a la Nación con los otros gobernadores y participará de la audiencia en la Corte Suprema de Justicia por la deuda con la Caja de Jubilaciones de la provincia, pero al mismo tiempo necesita el aval de Toto Caputo para que Santa Fe pueda salir a tomar la deuda por hasta mil millones de dólares que avaló la Legislatura.
El clima en Rosario antes de las elecciones
Después de la baja de los homicidios, tanto el gobernador como el intendente se ven a las puertas de una nueva etapa, en la que deben recrear expectativas. La sociedad agradece por la pacificación, pero aparecen nuevas demandas.
A su modo, el electorado ya subió la vara en las elecciones del 13 de abril, la antesala de los comicios locales del domingo que viene. Otra vez, sin clima de campaña.
En principio, Unidos corre desde atrás. Según el último informe de la consultora Innova, el candidato del peronismo, Juan Monteverde, aparece con 26 % de intención de voto, el libertario Juan Pedro Aleart con 25 % y la oficialista Carolina Labayru con 19 %.
El faltazo de Milei en Rosario privó a Aleart de una foto potente en el sprint final de la campaña, donde suelen prestar atención los despolitizados, que cada vez son más. Sí desembarcó su madrina política, Patricia Bullrich, en una disputa con el gobierno provincial y local sobre de quién es el mérito de la baja de la violencia.
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LA CAPITAL/Sebastian Suarez Meccia
A Monteverde la polarización que plantea La Libertad Avanza le sirve. El referente de Ciudad Futura y constituyente apelará al voto útil para tratar de vaciar a Sukerman y a Cavatorta, que tienen 6 % y 5 % respectivamente en la medición de Innova. Sumados, los tres candidatos del panperonismo están en 37 %.
Monteverde está ante el riesgo de sufrir lo que le ocurrió a Leandro Santoro en Buenos Aires. Que la sensación de un triunfo del kirchnerismo active el voto estratégico en beneficio de Aleart.
Unidos busca evitar que la disputa sea de a dos y trata de mantener vivo el esquema de tercios. En la última semana jugará la carta de la gestión provincial y moverá la estructura de los dos gobiernos, una ventaja que podría sumar puntos decisivos en el conteo final.
Otra diferencia con Caba es que el oficialismo sufre el desgaste lógico de una experiencia que, con sus mutaciones, viene gobernando la ciudad hace 36 años, aunque no parece estar ante un fin de ciclo inexorable como el PRO.
De hecho, el estudio de Innova muestra un dato alentador del clima de época y que Unidos intentará capitalizar. Si bien la incertidumbre sigue siendo la emoción dominante (25 %) entre marzo de 2023 y junio de 2025 bajaron los sentimientos negativos respecto a la actualidad de Rosario, como bronca (27 % a 18 %), miedo (de 21 % a 9 %) y tristeza (de 21 % a 12 %) y crecieron los positivos, como esperanza (de 2 % a 14 %) y tranquilidad (de 1 % a 10 %).