Gonzalo Echenique es en el waterpolo una figura de nivel mundial. Es rosarino y en París 2024 disputará sus terceros Juegos Olímpicos, pero al no representar a la Argentina, su nombre no figura en el paseo de los Olímpicos de la calle Pellegrini. Su primer Juego Olímpico fue en Río 2016, cuando representó a España; y cuatro años después, en Tokio 2021, defendió los colores de Italia, donde vive. Con Recco, su club, ganó tres Champions League consecutivas y gritó campeón en seis de la ocho temporadas que jugó. Todo este bagaje de experiencia lo convierte en palabra más que autorizada para hablar del tema. París 2024 será su última participación olímpica, ya que como él mismo declaró “tengo 34 años y con 38 no llego ni loco a los próximos Juegos. Es un ciclo que quiero terminar. Decidí que no voy a jugar un próximo Mundial o un europeo, decidí dejar la selección después de los Juegos Olímpicos”.
—¿Qué tienen de particular estos juegos para vos?
—Me agarran al final de mi carrera. Van a ser mis últimos juegos y me lo estoy tomando con mucha tranquilidad. Me encuentran en un buen momento, con la experiencia justa como para poder disfrutar de estos juegos. Voy con esa mentalidad, de disfrutarlos, ya que en los anteriores, no pude hacerlo: en Río por ser el primero; y en Tokio, por la pandemia. Todavía recuerdo ese miedo de moverte, de hablar, de hacer. El miedo a no contraer el Covid pudo más que las ganas y la alegría de estar en unos Juegos Olímpicos. Hoy la cosa es distinta, serán mis últimos juegos y quiero disfrutarlos.
—¿Dejás de jugar solamente con la selección o también con el club?
—Con la selección, porque con el club tengo contrato un año más de contrato. Terminaría en junio de 2025 con 35 años y si el club decide no renovarme voy a dejar de jugar. Pero si el club me renueva, jugaría un año más, no más de eso.
—¿Hay algún motivo en particular?
—Es que vengo arrastrando algunas lesiones. Si bien ahora estoy en un momento en el que físicamente estoy bien, sin tener tantos dolores, sé que tengo achaques y que debería empezar a poner manos sobre el asunto, porque después que dejás de jugar la vida sigue. Me gustaría poder caminar dos kilómetros sin que me duela la espalda.
—La alta competencia te pasó factura
—Sí, sin dudas. Si me comparo con mis compañeros en la selección, son chicos que están entrenando desde muy chicos y haciendo muy bien las cosas. Yo entré en un gimnasio a los 18 años y fue por motu proprio. Acá empiezan a los 13 o 14 años a pensar en un futuro como deportista, después si llegan o no depende de otras cosas. Veo que los chicos preparan su cuerpo, algo que yo no hice y eso, tarde o temprano se siente,el cuerpo te pasa factura. Por eso a lo largo de mi carrera deportiva tuve muchas lesiones y problemas físicos y es por eso que no estoy físicamente para seguir muchos años más. Por eso dejo de jugar y por eso decidí que éste será mi último año.
—¿Cómo se prepararon para llegar a París de la mejor forma?
—Después de competir cada uno con su club, empezamos a trabajar en la parte física, hicimos kilómetros de natación y nos mataron en el gimnasio. Todo fue muy riguroso como para plantar bien las bases de la plataforma física. La peor parte la pasé. Tenía algo de temor porque había finalizado mi temporada con el Recco con muchos problemas en la espalda, al punto de que terminé jugando la final de la Champions con muchos dolores y si esos dolores continuaban iba a poner en duda mi participación. Tuve una semana de vacaciones y cuando empecé a entrenar con el seleccionado no sentí dolores, estaba perfecto, por eso me puso contento poder sobrevivir a esos 18 días que tuvimos de preparación física devastante.
—Y después de lo físico empezaron a jugar
—Sí, fuimos a Cerdeña a jugar un pequeño torneo con España, Grecia y Croacia; y después a Budapest para jugar con los húngaros. De ahí a Sicilia, a jugar otro pequeño torneo. Esos partidos nos sirvieron para agarrar ritmo de juego, ver algunas cosas tácticas, pulir las cosas más finas. El 25 viajamos a París.
—En tu historial en los Juegos, jugaste para dos selecciones diferentes? ¿Qué recordás de esas experiencias?
—Sí, en Río competí para España y en Tokio para Italia, y en los dos Juegos Olímpicos me pasó lo mismo: jugué cuartos de final contra Serbia, que nos pasaron el trapo, y nos dejó sin chances de ir por alguna medalla. En ambos Juegos quedé séptimo, con el agregado de que las dos veces Serbia salió campeón olímpico. Espero que en París pueda mejorar la actuación.
—¿Cómo lo ves a tu equipo? ¿Tenés algún candidato? Hay muchos seleccionados fuertes, por lo que la lucha por el oro promete ser dura.
—Va a ser muy dura. En las olimpiadas anteriores siempre había uno o dos equipos que se destacaban del resto, que eran mejores, que estaban uno o dos escalones por encima. Eran los cucos que vos no te querías cruzar, como me pasó con Serbia y en cuartos de final, que es lo peor que te puede pasar. Ahora en París el nivel va a estar muy parejo. Particularmente no pongo a nadie por encima, porque hay ocho equipos estamos muy parejos y cuatro que no están al mismo nivel y tienen muy pocas posibilidades de hacer algo. Pero con las ocho de arriba va a estar muy peleado: gol arriba, gol abajo, o definición por penales. De hecho en los últimos mundiales y europeos se resolvió en los penales. Creo que en París los detalles son los que van a hacer ganar o perder un partido.
—Argentina no clasificó, ¿Cuál es tu lectura?
—Mi decisión en su momento de no representar más a la Argentina fue por el hecho de que las distancias con las potencias siempre fueron muy grandes. Argentina ni siquiera se clasifica a un Mundial, así que imaginate. Las dos últimas veces que pudo ir entró por la ventana, porque otra selección desistió de participar. La diferencia es muy grande. El waterpolo se cuece en Europa, aunque tenés selecciones como la australiana o la norteamericana que crecieron mucho y se han puesto al nivel de los europeos. En Europa el deporte es profesional y en Argentina se lo toma como un deporte amateur en su totalidad, donde los clubes hacen lo que pueden y la selección si bien ha conseguido algunos logros a nivel Sudamericano y Panamericano, lo hizo porque el nivel en América no es alto.... fijate que cuando va a un Mundial va a participar y no a competir. El waterpolo es un deporte muy lógico, cuando la diferencia es la que es, no hay ningún tipo de posibilidad de ganar, no existen los batacazos. Argentina tiene un nivel flojo y creo que si sigue con la misma política deportiva va a seguir así siempre.
—¿Pensás seguir ligado al waterpolo?
—En la medida de las posibilidades sí, y me gustaría quedarme en Europa. Quiero tomarme las cosas con más calma y ver que hay más allá del deporte. Estuve toda mi vida ligado al deporte, desde que tengo uso de razón que estoy dentro de una pileta y es como que quiero ver que hay más allá de una pileta con cloro.