"Cuando entré al banco hubo alguien que me dijo «Tranquilo, no te va a pasar nada», yo busco de alguna manera ser ese eslabón para otres compañeres no visibilizados y para quienes vengan después". Gonzalo Campillo, el primer varón trans empleado en el Banco Nación en Rosario, desde hace una semana es también parte de la comisión interna de la entidad y busca abrir en La Bancaria un espacio de Diversidad que haga lugar al colectivo LGTBIQ+. Victoria "Cuqui" Rodríguez, trabaja desde los 18 en un centro de atención telefónica, lleva tres mandatos representando a sus pares en la Asociación Empleados de Comercio (AEC) -"y empleadas", agrega ella cada vez-, es la primera identidad trans electa como delegada congresal e integra la estrenada secretaría de Igualdad y Género. Ocupar esos espacios, "impensados hace diez años", reconocen ambos, no solo busca engordar las magras estadísticas de participación de mujeres y varones trans en el mercado laboral, sino como afirma Victoria, "empezar por casa" y agrega: "Los sindicatos deben abrir sus espacios para después también poder exigirlo al sector privado".
Victoria y Gonzalo se saben con un privilegio y lo dicen: ambos están dentro de ese 10% de la población travesti trans que un trabajo formal. Es que lo que muestran las estadísticas nacionales no solo es que el 90% vive en la informalidad, sino que además 7 de cada 10 que se postulan para un empleo ni siquiera logra acceder a la entrevista.
Se estima que en Rosario viven unas 500 mujeres y varones trans, un número que a nivel provincial asciende a 1.200 y que en los últimos años -menos aún con la crisis provocada por la pandemia de Covid- no logró superar una expectativa de vida que apenas alcanza los 40 años.
Sin dejar de celebrar el recorrido ganado a 10 años de la ley de identidad de género, además de las leyes de cupo laboral que actualmente rigen en los tres niveles del Estado -Nación, provincia y municipio-, así en como en la Universidad, ambos están convencidos que el paso hacia la militancia gremial, ser representantes de sus propias compañeras y compañeros, es clave para impulsar desde allí espacios de diversidad hacia adentro de los propios sindicatos primero y poder exigir al sector privado después.
Repensar desde el nombre
Victoria tiene 26 años, tres mandatos de delegada en el centro de atención telefónica donde trabaja y la certeza de que si hubiera presentado su currículum antes de su transición, jamás hubiera logrado el empleo.
"Mi CV lo hubieran desechado solo por mi condición de trans", señala sobre su trabajo, donde inició su militancia gremial como una herramienta para defenderse de agresiones, discriminaciones y violencias.
Todos la llamaban Cuqui, pero "el problema comenzó cuando inicié la transición -cuenta-. Ahí comenzó la mayor discriminación, la presión, el no poder presentarme con el nombre con el que me autopercibía aunque estaba vigente la ley de identidad de género y todas las trabas y maltratos laborales que se te puedan ocurrir".
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Además de celebrar los 9 años de la Comisión de Mujeres, la Asociación Empleados de Comercio puso en marcha esta semana la Secretaría de Igualdad y Género.
Asesorada en AEM, encabezó la lista para la comisión interna, fue electa y reelecta en dos oportunidades, en las última semana puso en marcha el espacio de Igualdad y Género dentro de la asociación.
"Hacía nueve años que había una comisión de mujeres, pero acá debemos repensar hasta el nombre", dice en referencia a la Asociación de Empleados de Comercio que pese a tener en sus bases una clara mayoría de mujeres, lleva su nombre solo en masculino.
Victoria reconoce "la reparación" que significan las leyes de cupo laboral trans vigentes en Rosario desde 2016, así como en la provincia y en la Nación en los últimos dos años.
"Son fundamentales porque reparan la vida y la historia de un colectivo", dice con firmeza y deja en claro que aún hoy jóvenes varones y mujeres trans siguen sobreviviendo del trabajo sexual y el sector privado "no tiene voluntad de dar trabajo. ¿O cuántas chicas trans ves trabajando en un shopping o en los comercios del centro?".
El comienzo, para ella, "es por casa" y afirma: "Es importante que los propios sindicatos tengan cupos trans para la contratación de sus empleados, ahí podremos exigir más al sector privado".
Ventajas de varón
Gonzalo es uno de los beneficiarios del cupo laboral trans vigente en el Banco Nación desde el 2020 y efectivamente comenzó a trabajar en agosto del año pasado en la sede de Rosario. "Fue una piedra al mar, nunca pensé que fueran a llamar", cuenta.
Vivía en Buenos Aires y estudiaba el profesorado de biología, pero al momento de decidir su transición y enfrentar la hostilidad inicial de su familia, Rosario se convirtió "en un refugio".
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Gonzalo Campillo (al medio) es parte de la Comisión Interna de la sede Rosario del Banco Nación, donde trabaja desde agosto de 2021.
"Acá me encontré con los tratamientos hormonales más a la mano y con un espacio específico en la salud pública que atienden a personas transgénero, algo que para mí era impensado", señala, aunque deja la inserción laboral fue para él lo que es para el resto del colectivo travesti trans.
Encontraba trabajos en negro y mal pagos, soportó maltratos y abusos. Durante la pandemia vendió contenidos y sobrevivió más de año de la prostitución, hasta que consiguió un trabajo nocturno como seguridad.
"La población trans sufre discriminación y violencia en todas sus formas y yo la padecí, pero yo no puedo negar ciertos privilegios que tengo por ser varón transgénero porque hay mucha violencia, pero el «cispassing» (hacerse pasar por varón cis) es mucho más sencillo, es más fácil masculinizar un cuerpo que feminizarlo", admite.
Con sorpresa, llegó la convocatoria a entrevista para ingresar al banco. "Fue a los 32 años mi primer trabajo registral y bien remunerado, me preparé mucho para eso y muches me acompañaron, por eso creo que tengo que estar ahí para seguir ayudando, para que el cupo siga funcionando y para ampliar la diversidad dentro y fuera del banco", remarca Gonzalo para explicar su decisión de participar en el gremio.
Su idea no solo es abrir un área de Diversidad en sede Rosario La Bancaria para quienes están de ese lado del mostrador y "esa población trans no visibilizada" que afirma hay en los bancos, sino además para lograr que "el ámbito bancario sea menos hostil para el colectivo trans que muchas veces no está bancarizado, que se acerca a las entidades con temor a cómo será tratada y que tiene derecho también a poder ir a hacer un trámite sin miedo".
"Yo entré al banco y alguien me trató bien -recuerda-. Más de uno hizo algo por mí, yo no quiero más que replicar eso para otres y el gremio es un espacio para poder trabajar en ese sentido".