Emoción. Las cenizas de Hebe de Bonafini ya descansan hasta la eternidad junto a la Pirámide de Mayo, en la mítica Plaza. A cinco días de su muerte, Hebe de Bonafini, símbolo universal de las Madres de Plaza de Mayo de la Argentina, volvió a la Plaza como polvo y fue enterrada dentro del círculo enrejado que rodea a la Pirámide. Su cuerpo marchando, su voz incansable e irreverente, ya no estará cada jueves en la marcha de las 15.30 que se repitió sin pausa desde aquel 30 de abril de 1977.
Sin embargo, Hebe deja una marca simbólica, un legado a las nuevas generaciones posiblemente tanto o más potente que su propia presencia. Y lo dijo varias veces aún en vida: las marchas por memoria, verdad y justicia deben seguir. Y este jueves 24 de noviembre de 2022, decenas de miles de militantes, bajo un sol abrazador que llevó la marca térmica por arriba de los 35 grados, dejaron claro que todo seguirá, como durante los últimos 45 años.
Poco antes de las 15.30, la camioneta que de manera habitual trasladaba a Hebe y al resto de las integrantes de la Asociación Madres de la Plaza de Mayo, ingresó a la Plaza y fueron recibidas con aplausos, decenas de banderas y fotos que evocan a la líder del movimiento de Derechos Humanos. Hebe y su movimiento, enfrentaron por décadas al olvido y la impunidad, y consiguieron un juzgamiento sin antecedentes mundiales a los responsables de los crímenes de la dictadura cívico militar.
Entre varios dirigentes y legisladores nacionales del Frente de Todos (FdT), se destacaron el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el dirigente de La Cámpora y ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia, Andrés "Cuervo" Larroque.
También se alcanzó a ver a la cantante Teresa Parodi, el Padre Paco Olivera, del Grupo de Curas en Opción por los Pobres; el exministro de Economía, Amado Boudou, al gremialista Daniel Catalano (ATE-Capital), y al ministro de Trabajo bonaerense, Walter Correa.
“Amor con amor se paga”, fue una de las consignas convocantes de la tarde que difundió la Asociación Madres de Plaza de Mayo.
La este jueves se trató de la marcha número 2,328, tomando el punto de partida, la Nro 1, aquel desolado sábado 30 de abril del 77, con Videla como titular del Poder Ejecutivo, y una sociedad argentina casi completamente ajena al silencioso genocidio que se estaba perpetrando en esas horas.
"El día que yo me muera no tienen que llorar, tienen que bailar, cantar, hacer una fiesta en la plaza porque hice lo que quise y dije lo que quise", anticipó Hebe en vida, sin embargo, los militantes la evocaron con una mezcla de dolor y esperanza. Su partida demasiado reciente produce emoción entre los que la querían, y en contrario, también disparó hasta celebración por su desaparición, en un sector de la sociedad argentina siempre refractario al movimiento de Derechos Humanos, y en especial, a la personalidad de Hebe de Bonafini.
Luego del secuestro, desaparición y muerte de Azuzena Villaflor de Vincenti, la primera titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo (cuyas cenizas también descansan junto a la Pirámide de Mayo), en 1979, fue Hebe la que tomó esa posta, y continuó en ese cargo hasta el sábado pasado.
Bonafini murió a los 93 años, y fue victima del secuestro y desaparición de sus dos hijos, Jorge Omar, y Raúl. También fue desparecida su nueva, María Elena Bugnone de Cepeda (esposa de Jorge).
En la única entrevista exclusiva de Hebe con La Capital, en su oficina de la sede de Madres, en el barrio de Congreso en Buenos Aires, en septiembre de 2019, dijo; “cuando vine por primera vez a la Plaza (mayo del 77, a pocas semanas de que se iniciaran las míticas rondas por las 14 madres originales) yo no conocía Buenos Aires”. Hebe y su familiar eran una familia trabajadora de La Plata, crease o no, no había recorrido nunca los 60 kilómetros que separan Caba de la Capital de la provincia de Buenos Aires. En pocos años, conoció, y se hizo conocer en el mundo entero, llevando el reclamo por sus hijos y todos los desaparecidos.
También dijo en esa entrevista a quién escribe estas líneas (y que entrevistó a Hebe en 2019), “el primer día yo no vi la Plaza, vi a Azuzena Villaflor, íbamos temprano, nos sentábamos en los bancos y hablábamos, Algunas tejían. Mi sensación, al principio, era que nos veía nadie, casi nadie quería ver. A las pocas semanas ya éramos 60 o 70, y vino la policía y nos sacó a palazos. No decían ‘no pueden estar acá, estamos en estado de sitio, circulen”.
Y así la nació la “ronda”, como respuesta práctica al gesto policial de “circulen”.