Saliendo de la Villa Carlos Gardel, donde nací, crecí y fui feliz, cuatro adolescentes mayores de 15 años y menores de 18, quisieron robarme, hace 8 años. Me dispararon. Y ese balazo me produjo la pérdida de un ojo, además de la perforación del cráneo, que me dejó internado varios meses, antes de una larga rehabilitación. Todo fue muy duro y doloroso, sí, pero no por eso contarán conmigo para apoyar una baja en la edad de imputabilidad, porque no soluciona nada y porque sólo contribuye a seguir obturando las vías que necesitan los chicos para desarrollarse.
Lo sé, porque yo fui uno de ellos.
No resolveremos la inseguridad encerrando niños de 14 años, ni modificando una ley que afecta una mínima parte del verdadero problema. Si realmente queremos vivir en una sociedad más tranquila, debemos vivir primero en una sociedad más justa, donde los mayores nos volvamos los padres de todos esos pibes que hoy están en peligro, asumiendo que nos corresponde. Sí, nos corresponde, porque nosotros también somos culpables de esa exclusión.
A tan corta edad, es muy difícil que un chico pueda discernir sobre sus acciones y consecuencias, si nació sin demasiada suerte y el Estado no le dio oportunidades. Entonces, en lugar de caerles con este tipo de leyes, debiéramos caerles con alternativas de estudio, con ofertas de laburo y con todos los canales necesarios para hacerlos sentir queridos y contenidos. Seguramente así, podrán valorar la vida. Y seguramente así, no resulte atractivo salir a delinquir.
La vara de imputabilidad es un tema sensible y tengo claro que mucha gente se pronuncia desde la bronca o la impotencia de haber sufrido alguna situación adversa. O simplemente, por estar cansada de dar una vuelta manzana con el auto, para evitar que le roben. Sí, los entiendo y sé que no es cómodo, porque nadie debe vivir así. Pero también es fundamental aceptar fríamente que ningún chico puede ser el responsable de la realidad que atravesamos y que la salida verdadera debe incluir, inexorablemente, a todos los que nacieron en un contexto menos favorable.
Como ellos.
Y como yo.