El Papa Francisco criticó ayer en México la exclusión social que históricamente han padecido los indígenas y dijo que el mundo debería aprender de su cultura y del cuidado que hacen de la naturaleza.
El Papa Francisco criticó ayer en México la exclusión social que históricamente han padecido los indígenas y dijo que el mundo debería aprender de su cultura y del cuidado que hacen de la naturaleza.
En el empobrecido estado de Chiapas el pontífice ofició una misa multitudinaria frente a miles de personas de distintos pueblos originarios a quienes dijo que la gente debería hacer un examen de conciencia y pedir "perdón" por el trato a sus pueblos.
"Muchas veces, de modo sistemático y estructural, vuestros pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad", dijo en su homilía Francisco, celebrada en San Cristóbal de las Casas, la mayor ciudad del estado de Chiapas.
"Algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder y el dinero los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban. ¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!", expresó en el campo deportivo donde se desarrolló la celebración.
Parte de la misa fue oficiada en tres lenguas indígenas (tzeltal, tzotzil y chol) en un escenario que tenía la réplica de la fachada de la catedral de San Cristóbal de las Casas, con un brillante amarillo y rojo.
La ceremonia se realizó en medio de música de marimba y algunos rituales que los pueblos originarios introducen a las celebraciones eucarísticas en el sureste mexicano.
En un momento, un indígena tzotzil le dijo que acostumbraban rezar cada quien de rodillas y en sus propias lenguas. Más adelante, se realizó una danza ritual que un sacerdote aclaró que no era "un momento folclórico, sino una oración", durante la cual la gente movió ligeramente el cuerpo al ritmo de música de violines que niños tocaban.
Al Papa le entregaron ejemplares de una Biblia traducida al tzeltal y tzotzil, y le agradecieron la atención que ha dado a los grupos indígenas.
"Aunque muchas personas nos desprecien, tú has querido visitarnos y nos has tomado en cuenta, como la Virgen de Guadalupe a San Juan Dieguito", le dijeron indígenas tzeltales y tzotziles en un mensaje ofrecido en sus lenguas y traducido al español durante la misa, para la cual se esperaba la asistencia de unas 100.000 personas.
Los indígenas también le agradecieron por haber autorizado el uso de sus lenguas en las celebraciones eucarísticas, algo que autoridades eclesiásticas habían evitado y que aquí desafió el ya fallecido y legendario obispo Samuel Ruiz.
"Así podemos comprender, escuchar lo que Dios nos quiere comunicar y hablarle cada cual en su propia lengua", dijeron.
A Francisco le llamaron "tatik" en varias ocasiones, una palabra que en tzotzil significa "padre" y que era como se referían al obispo Ruiz.
El lugar era un mar de colores, con los trajes indígenas tradicionales de los asistentes. Mujeres tzotziles vestían faldas largas azules, rebozos multicolores, pero en los que predominaba también el azul.
Los hombres también portaban trajes regionales, como quienes llegaron de la comunidad de Zinacantán, que llevaban chalecos bordados y en los que resaltaban el azul, el verde y el morado. También llevaban sombreros de paja con bordados y listones colgantes.
Francisco, quien el fin de semana dijo que los indígenas mexicanos aún esperan el reconocimiento a las contribuciones que han hecho al país, llegó a la mitad de su viaje después de haber llamado la atención a los líderes políticos y a los jerarcas de la Iglesia para que enfrenten los males del país como la desigualdad, la violencia y el narcotráfico.
"El Papa busca la unidad, no hace diferencias entre las personas", dijo José Tránsito Aguilar, un indígena tojolabal. Agregó que viajó seis horas desde su comunidad de Lagos de Montebello.
"Él trae mucha paz, pero depende de los gobiernos que cambie esto", consideró.
Tras presidir la misa, el Papa acudió a un almuerzo privado con algunos representantes de grupos indígenas y poco después visitó la catedral. Allí estuvo por breves minutos ante la tumba del obispo Ruiz (1924-2011), ubicada detrás del altar del recinto. Ruiz fue blanco de la desconfianza y las críticas de los sectores más conservadores (ver aparte).El Papa culminó con un encuentro con familias en un estadio.
La cuna del zapatismo
San Cristóbal de las Casas, visitada por el Papa, es la ciudad donde se levantaron los zapatistas el 1 de enero de 1994.
Veinte años después la vida es otra. En lugar de barricadas, tanquetas y soldados hay miles de turistas que abarrotan restaurantes, bares, hoteles y tiendas de lujo. El edificio del ayuntamiento, que los insurgentes incendiaron, parece nuevo tras una remodelación.
El ascenso de los indígenas es evidente, no sólo en la defensa de su cultura y comunidades sino en la creación de negocios propios y organizaciones civiles. Es una de las lecciones del Ejército Zapatista de Liberación, dice la periodista Concepción Villafuerte, directora del portal La Foja Coleta. "La gente aprendió a defenderse, no se deja explotar como antes", cuenta. "Los indígenas ahora son más, han ganado territorio en el comercio y en puestos públicos". La periodista y su familia conocen bien el tema. En la madrugada del 1 de enero de 1994 su esposo Amado Avendaño fue el primero en entrevistar al subcomandante Marcos, quien encabezó la ofensiva en San Cristóbal.
La elección del lugar ya significó un mensaje
Chiapas, fronteriza con Guatemala, es la puerta por donde llega desde Centroamérica y Sudamérica un masivo flujo de migrantes que viajan clandestinamente con la esperanza de llegar a Estados Unidos.
Bandas del crimen organizado e incluso autoridades corruptas aprovechan este fenómeno para extorsionar y asaltar a indocumentados en su camino.
Después de la misa, Francisco visitó la catedral de San Cristóbal de las Casas (la mayor ciudad del estado de Chiapas), donde se halla la tumba de Samuel Ruiz, un legendario obispo que fue mediador entre el gobierno y la guerrilla Ejército Zapatista de Liberación, cuyo levantamiento para defender a los indígenas cimbró al país en 1994.
El obispo Samuel Ruiz se enfrentó a la jerarquía católica mexicana y al poder político de entonces, que le reprochaban que muchos catequistas católicos participaban del ejército zapatista.
Desde esos años, y también antes, la diócesis de Chiapas es la más controvertida de México. El actual obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi, reconoció que muchos no querían la visita del Papa; y en el país se han publicado varias interpretaciones sobre la presencia del pontífice. Muchos ven un mensaje suyo a miembros de la cúpula de la Iglesia mexicana, cuestionados por alejarse de los problemas sociales del país y vivir en la opulencia. En el resto de los estados el tinte pastoral es más conservador y en ocasiones cercano a grupos poderosos.
México es el segundo país más católico del mundo, con más del 82% de su población que se declara católica. Sin embargo, en Chiapas, sólo el 58% de sus habitantes son católicos. El protestantismo y otras religiones como el islam crecen, en cambio, en la zona.
Por Matías Petisce
Por Claudio Berón