“Ybarlucea está muy fea, todo muy podrido, mucha cosa rara. Hay gente extraña y este tipo de crímenes que no eran propios de estos pagos años atrás”. Un vecino del barrio El Espinillo esgrimió en palabras el sentimiento de la vecindad, y tal vez de buena parte del pueblo teniendo como eje la ejecución de Heber Omar Durquet, a quien un sicario asesinó con al menos una decena de disparos la noche de este martes en Chacabuco al 300. La víctima, de 42 años, estaba sólo en su modesta vivienda y el forense contó que tenía al menos 18 perforaciones en el cuello, el cráneo, el abdomen y el tórax. En la escena quedaron 13 vainas servidas calibre 9 milímetros.
“Heber era un poco bandido, pero no acá. En el barrio era una garantía, cuidaba a los vecinos. Un tipo de otra época, con códigos. Tenía problemas de adicción y en el último tiempo también vendía drogas. No debe andar lejos de eso el móvil del asesinato”, explicó un vecino de la zona que agregó que el hombre asesinado tenía una hija pequeña.
Heber Durquet tenía antecedentes prontuariales desde 2009. Estuvo detenido en el marco de la investigación del asesinato del policía Mauricio Andrés Correa, quien tenía 26 años y seis años de servicio cuando el 22 de abril de 2013 fue emboscado en el límite de Granadero Baigorria con Capitán Bermúdez para robarle la moto. Correa circulaba en una Keller 260 naranja con su esposa, de 26 años y embarazada de ocho meses, y la hija de ambos, de 2 años. Entonces dos hombres los encerraron con una Yamaha YBR azul. El policía, que vestía de civil, recibió un balazo en el pecho que lo mató en el acto. “Heber estuvo preso por eso, pero no mucho tiempo, habrán sido dos años. El papá hizo mucho sacrificio para sacarlo. Una vez que murieron los padres, Heber se quedó viviendo en esa casa”, indicó un residente.
Nada será igual para Ybarlucea tras el triple crimen del 29 de enero del año pasado cuando a la salida del casamiento de dos prófugos de la Justicia Federal, Brisa Leguizamón y Esteban “Pinky” Rocha, fueron ejecutados Iván Maximiliano “Maxi Rey” Giménez, de 35; su esposa, Érica Romero, de la misma edad; y la pequeña hija de ambos, Elena, de un año y medio. Todo es parte de un mojón para el recuerdo.
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Foto: Facebook.
Postales de los nuevos tiempos para Ybarlucea. Los restos del Audi TT blanco completamente calcinado, con el cuerpo de Romero en su interior, quedaron en medio de un camino de tierra, ubicado en inmediaciones del Club Social y Deportivo Ybarlucea y el camping de la Asociación Mutual de la Educación Nacional (Amen), a unos 300 metros de la escena del asesinato de Durquet. Otro homicidio que los vecinos de la zona recordaban este miércoles era el de Ezequiel “Gordo” Ramírez, ajusticiado en su cama el 24 de julio de 2019 en Saavedra al 200, a 350 metros de la casa en la que mataron a Durquet.
La familia Durquet es una marca en las calles de Ybarlucea. Heber era uno de ocho hermanos. Si bien no tenía empleo fijo solía changuear en la Comuna. Varios vecinos recordaban por lo bajo que hace tres años, antes de la pandemia, una banda de forajidos vestidos de policías le copó su casa y le robó varios frascos con cogollos, flores de marihuana de su cosecha, que Durquet tenía para la venta. Heber no disimulaba su adicción al faso. Pero una cosa es consumir y otra es vender.
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“¡Lo mataron al Heber! Que pena era bandido pero no mal tipo. El jodía mucho en su Facebook con su banda del pasto seco. Una tristeza. Ybarlucea ya no es lo que fue. Ahora hay mucha caripela, mucha moto. Cualquiera te la puede poner de cayetano y vos quedás mirando los rabanitos desde abajo. Ybarlucea cambió para peor y la cana juega también”, esgrimió un residente. Sólo un vecino, en una docena, dio otra visión de la diaria en el pueblo: “El jefe comunal después del triple crimen movió el tablero y hay más presencia policial. Se ven policía por las calles”.
Según se pudo reconstruir el martes pasadas las 22.30 Durquet estuvo en su casa, una construcción humilde que no tenía puerta con cerradura, de Chacabuco entre Roque Sáenz Peña y San Lorenzo, con un amigo. Minutos después, tras irse su “cumpa”, Durquet se cruzó a la casa de una vecina que le dio una bandeja con asado. El muchacho entró a su vivienda con el asado y un tetra break de vino. Un par de minutos más tarde frente a la casa se estacionó una moto roja, posiblemente una Honda Tornado, con dos hombres con cascos.
El acompañante bajó arma en mano, entró a la casa, y cuando tuvo frente suyo a Durquet, que comía sobre un colchón, lo ejecutó a sangre fría. “La casa parecía más un aguantadero que otra cosa. No tenía agua, andaba de casa en casa buscando alguien que de onda le calentara unas salchichas. Estabas en las últimas Heber”, agregó un vecino.
“El sicario fue sanguinario. Le pegó varios disparos en la cabeza. Salió, se subió a la moto que lo esperaba y cuando se estaban yendo hizo que parara la moto, se bajó y le dio un par de balazos más de remate. Después se fueron por Chacabuco al sur”, contó un testigo de oídas. El fiscal a cargo de la investigación es Patricio Saldutti, quien comisionó a efectivos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) para que trabajaran en la escena del crimen tomando testimonios a potenciales testigos y relevaran la presencia de cámaras de videovigilancia públicas y privadas.