En la franja etaria de 0 a 18 años durante 2022 hubo 33 homicidios, de los cuales 29 fueron a balazos. Además se registra un caso de bala perdida, investigado en un principio como homicidio culposo, con una nena de 5 años como víctima. De los 29 crímenes al menos en 26 casos las versiones preliminares vincularon los hechos a contextos de narcocriminalidad. Esa especie de categoría, a su vez, se subdivide en otras que describen la complejidad de lo que ocurre en las calles rosarinas: están las víctimas por error, quienes quedaron en medio de ataques que eran para otros, quienes fueron asesinados por ser familiar de alguien metido en problemas, o bien quienes de alguna manera formaban parte de una estructura delictiva.
Por fuera de las estadísticas que buscan explicar estos hechos en un contexto de criminalidad como una problemática de seguridad pública, están las historias. De bebés, de niños, de niñas, de pibes escolarizados, de otros que habían abandonado los estudios en el marco de la pandemia de Covid, de quienes apostaban al deporte, de quienes participaban de talleres estatales, de quienes tenían proyectos en pareja e hijos.
Víctor Emanuel González Benítez
Cualquier vecino de la zona de Grandoli y Biedma, barrio Tablada, pudo ver a Ema en esa esquina, donde vivía con su madre y su hermano. Los fines de semana se cruzaba a la sede de una ONG para participar de las actividades que organizaban, y con el paso del tiempo se sumó a colaborar. En días de cuarentena por el Covid 19, mientras se repartía la merienda para los chicos del barrio, Ema apareció muy asustado, temblando, y le dijo a Silvana, la mujer con la que más confianza tenía, que lo estaban buscando para matarlo.
Silvana recordó cuando Ema, unos años atrás siendo un nene de 12, le dijo algo que ella nunca olvidaría: “Seño, no llego a los 20, hace un par que lo vengo pensando, me matan antes”. El 22 de enero dos pibes en moto lo emboscaron en la boca de un pasillo, a dos cuadras de su casa, y lo mataron a balazos. Tenía 17 años.
Marlén Villalba
Marlén fue la primera jugadora que se sumó a participar del equipo de hockey para chicas en el barrio Gráfico que formaron Los Tigres, una organización que apuesta a la contención social a partir del deporte. Más adelante se entusiasmó con la idea de jugar al fútbol y se integró al equipo del club San Cayetano, donde pasó a lucir una camiseta violeta y ganó algunos trofeos.
En la Escuela 1331 Vicente López y Planes le habían perdido el rastro desde la pandemia de Covid 19, pero por una disposición ministerial se había graduado como estudiante de la primaria. Marlén solía acompañar a su madre Carmen, que además de cirujear se dedicaba a vender ropa usada. En eso estaban la noche del 22 de junio, en la puerta de la casa de un familiar que ya había sido allanada varias veces como punto de venta de drogas, cuando fueron atacadas a balazos. Ellas eran ajenas al conflicto, pero nadie reparó en eso y ambas murieron. Marlén, que tenía 15 años, recibió 14 disparos.
"La pelota hoy llora porque no va a tener quién la acaricie", la despidió un amigo en redes sociales.
Lucas Geovanni Vega
El sueño del pibe puede arrancar temprano. Así fue con Lucas, que a los 5 años quiso empezar a jugar al fútbol. En el club 7 de Septiembre le vieron condiciones y dos años después lo llevaron a Rosario Central. En el club Arroyito sus profesores lo vieron como un delantero que, además de atacar, metía presión contra las defensas rivales. En la memoria colectiva de los canallas queda su debut en las infantiles de AFA: 5 a 0 a Almirante Brown con un gol de Lucas.
Con el paso del tiempo se animó a contarle a su mamá el verdadero objetivo de aquel sueño. "Siempre me decía que me iba a sacar de este barrio peligroso". La noche del 1º de agosto estaba a metros de su casa, en la esquina de Génova y González del Solar, barrio Emaús, donde solía juntarse con amigos, cuando fueron baleados desde un auto. Lucas, que tenía 13 años, murió. Otros tres chicos, entre ellos su hermano, quedaron heridos pero sobrevivieron.
Zoe Romero
Zoe tenía un proyecto con su novio Alexis. Se habían esforzado para abrir un almacén en Garzón al 3800, barrio Hipotecario. Lo pintaron de amarillo y pusieron carteles que avisaban: "Kiosco, pollería, lotería, lácteos, gaseosa". Algunos familiares de Zoe estaban en problemas, y en ese marco su casa había sido baleada en octubre de 2021, hecho en el que fue herido su hermano de 5 años. Por eso con su novio pensaban en irse a vivir juntos a otro lugar, comprar un auto, una moto rosa para ella y tener un hijo.
El 3 de agosto de 2022 fue el primer día del trabajo nuevo de Alexis. Al salir pasó a visitar a Zoe, ella le abrió, se abrazaron y estuvieron un rato juntos. Más tarde, ya a la noche, alguien tocó timbre en la casa. Zoe apenas alcanzó a abrir la puerta y fue alcanzada por una ráfaga de balazos que acabó con su vida. Tenía 15 años.
Laureano Leonel Pena
Laureano era fanático de Rosario Central, le gustaba el trap, la cumbia, las motos y el fútbol. Jugaba partidos a la noche en el El Playón del Encuentro, una canchita municipal ubicada entre las torres del Fonavi de Rouillón y Seguí donde él vivía.
Con el tiempo Laureano y sus amigos perdieron el encanto de los partidos de fútbol. El ambiente en el playón cambió y por las tarde pasó a ser un lugar más hostil en el que el movimiento del piberío fue mermando. El 12 de octubre por la noche estaba sentado en uno de los bancos que rodea la canchita cuando un tipo se le acercó en moto. Dicen los testigos que el desconocido solo hizo una pregunta: ¿Vos vendés? Cuando Laureano dijo que sí la respuesta fueron tres balazos mortales. Tenía 16 años.
Soraya Rubiolo
Soraya estaba contenta. Había empezado un curso de panadería en uno de los programas sociales del Estado. Esperaba de esa manera conseguir un trabajo para ayudar a su padre y su hermano, con quienes vivía en Colombres al 2100, la última calle al oeste del barrio Santa Lucía.
El 27 de octubre iba a ser un día especial. Su hijo Lorenzo cumplía 5 meses y ella pensaba festejarlo. Primero con una amiga con quien se iba a juntar a cenar, y al día siguiente con la familia en una celebración más grande. Pero esa misma noche, en un momento en que quedó sola en su casa, una persona ingresó por la fuerza y la mató con un balazo en la cabeza. Tenía 16 años.
Candela Berenice Romero
Candela iba a la cancha de Newell's con las amigas y salía a recitales, después mostraba esos momentos en sus redes sociales. Sobre fines de octubre fue atravesada por la tristeza, lo que también compartió con sus seguidores: habían asesinado a su tío Mario, emboscado a balazos en un pasillo de barrio Antártida Argentina.
Con algunos familiares presos por causas vinculadas al comercio de drogas, la casa familiar de Achira al 600 -que alguna vez supo tener varios habitantes- había quedado casi vacía. Solo Candela y su mamá continuaban viviendo allí. La chica, que tenía 16 años, estaba sola cuando la madrugada del 2 de noviembre un hombre ingresó por la fuerza a la casa. La persiguió a balazos hasta arrinconarla en la planta alta, donde la remató.
Valentín Solís y Eric Galli
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Eric y Valentino eran alumnos de la Escuela Nº 240 Lola Mora. Los asesinaron con tiros que no iban dirigidos a ellos.
El jueves 24 de noviembre Valentín y Eric no tuvieron clases porque en la Escuela Lola Mora no había agua. Entonces se fueron a los pies de la torre 14 del Fonavi de Rouillón y Seguí, donde vive la abuela y otros familiares de Valentín. Compraron una gaseosa, se encontraron con su amigo Enzo y se sentaron a pasar el rato. Los tres venían de días difíciles, con el duelo a flor de piel por el asesinato de su amigo Laureano en El Playón del Encuentro.
Al rato Enzo se fue, en el lugar quedaron Valentín y Eric. Eran las 16, había poco movimiento entre las torres. Los chicos apenas alcanzaron a reaccionar cuando tres pibes que pasaron a las corridas los balearon con un arma de repetición rápida. Ambos murieron, tenían 14 y 15 años. Al día siguiente, la escuela volvió a cerrar. Esta vez fue por duelo.
Candelaria Enrique
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Candelaria Agostina Enrique, de 5 años, murió al ser herida en la cabeza por una "bala perdida" que alguien disparó en los festejos de Navidad.
El 22 de diciembre fue el último día de cursado en el año para los alumnos del Jardín de Infantes Sapo Pepe. Los niños y las niñas participaron de una sesión de fotos en la que cada uno posó con adornos navideños y un sombrero de Papá Noel. Entre ellos estuvo Candelaria, peinada con dos trenzas que caían por delante sobre sus hombros. Miró a la cámara y sonrió para una foto que fue publicada en las redes sociales del jardín.
Candelaria festejó la Nochebuena con sus padres, tíos y primos en la casa familiar de Iriondo al 3900. Después de cenar y brindar, ya en Navidad, decidieron salir a la vereda para continuar la celebración junto a los vecinos que comenzaban a asomarse a la calle. Apenas cinco minutos pasada la medianoche la nena estaba en el pasillo de la vivienda cuando recibió una bala perdida en la cabeza, por la que murió horas después. Tenía 5 años.