Para tratar de entender cómo se vive y cómo se naturalizó la violencia urbana en Rosario puede ser útil puntualizar en ciertos contrastes. Hay zonas de la ciudad donde sus residentes nunca fueron testigos ni siquiera de una balacera. En otras, en cambio, los vecinos saben cómo suena un disparo. O, peor, han visto morir a alguien desangrándose en el suelo. Como ejemplo está el sector este del barrio Tablada, que podría delimitarse entre Ayacucho hacia el río y entre Ayolas y Uriburu, donde en lo que va del año se registran al menos 12 homicidios. Una cifra que se extiende a 19 casos si se amplían esos límites apenas unas cuadras. El último de estos hechos ocurrió el jueves cuando todavía era de día, aunque como consecuencia de esta misma problemática las calles estaban prácticamente desiertas. Leandro Leonel Lanieri, de 17 años, fue asesinado a balazos en la esquina de Chacabuco y Biedma, epicentro de varios conflictos relacionados a grupos que se dedican a la venta de droga al menudeo.
"Una no se puede meter, ni hablar, ni nada. Fijate que pasó a las cinco y media de la tarde y no había nadie afuera. Yo estaba con la ventana abierta, mirando tele. Cuando escuché los tiros pareció que era acá en la puerta. Me asusté, salí corriendo en patas para el fondo", contó a La Capital una vecina este viernes por la mañana. Consultada acerca de cómo afecta a la vida comunitaria este tipo de situaciones violentas, bastó con un ejemplo como respuesta: "Hace cuatro años más o menos, pleno verano, sentada yo acá afuera, paró un auto en la esquina meta tirar tiros. Agarré mi sillón, me metí adentro y nunca más me senté en esta sombra. Tengo miedo".
Quizás por ese mismo motivo cerca de las 17.30 del jueves no había mucho movimiento en la zona de Biedma y Chacabuco. Los vecinos se asomaron a la calle después de escuchar varios disparos. "Estaba trabajando adentro, arreglando una puerta. Sentí pam pam pam. Ya estamos tan acostumbrados a esto que inconscientemente contamos los tiros. Conté cinco o seis y no le erré porque después vino la AIC y fueron cinco tiros", contó un vecino que dijo saber de esas cuestiones por su pasado laboral en la fábrica de armas. Algunas de esas marcas quedaron estampadas en la vivienda ubicada en esa esquina.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Al salir se encontraron con un pibe desplomado sobre la vereda, perdiendo mucha sangre. "Estaba tirado, con la cabeza para aquel lado, las piernas un poco abiertas. Tenía pantalón corto, la sangre le salía por una pierna. Muy pálido, con los ojos entreabiertos", describió el hombre. "Un vecino que llegó a hablarle dice que el pibe le preguntó si lo conocía, después empezó a agonizar y cuando vinieron los familiares se lo llevaron en un auto", agregó.
La víctima fue identificada como Leandro Leonel Lanieri, de 17 años. Vivía por Biedma al 200, a dos cuadras de donde lo mataron, y tenía un registro por una causa penal en el Juzgado de Menores Nº 1. Desde la Fiscalía Regional indicaron que fue trasladado al Hospital Roque Sáenz Peña, donde lo ingresaron ya fallecido con múltiples impactos de arma de fuego. En el lugar del ataque los peritos levantaron cinco vainas servidas calibre 9 milímetros. La investigación quedó a cargo del fiscal de Homicidios Gastón Ávila.
Un mapa rojo
En el sector del barrio Tablada delimitado por Ayacucho hacia el río y por Ayolas hacia Uriburu se extiende un mapa rojo. En lo que va de 2023 ocurrieron allí al menos 12 homicidios según los registros de La Capital. El número que se extiende a 19 (con naranja en el mapa) si se tienen en cuenta algunas cuadras cercanas por fuera de esos límites, dos de ellos en el barrio Las Heras. Al menos según las versiones preliminares y las fuentes barriales, la mayoría ocurrieron en el marco de las dinámicas violentas relacionadas a la venta de droga. Aún cuando las víctimas no estaban involucradas en esas tramas o bien su vinculación era ínfima o indirecta a través de algún familiar.
En esas calles las investigaciones judiciales ubican varios grupos cuyos mandos superiores, al menos en esas estructuras de comercio a baja escala, están presos. Los hermanos Alan y Lautaro Funes junto a René "Brujo" Ungaro, por un lado, Matías "Pino" César por otro, al igual que Alejandro "Chucky Monedita" Núñez y Lucas Smith, todos jóvenes privados de la libertad y sindicados como líderes de organizaciones con base en Tablada que tienen menores entre sus integrantes.
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Otro nombre con peso en la zona es el de Marta Susana "Chana" Bustamante, asesinada el 13 de febrero pasado a los 50 años en su casa de 24 de Septiembre al 100, donde cumplía prisión domiciliaria por una causa federal por infracción a la ley de drogas. Los investigadores de estos entramados aseguran que después de este hecho hubo una suerte de estallido hacia el interior de esa zona de Tablada, algo que corroboran los números con la seguidilla de balaceras y homicidios registrados. Las broncas de los herederos de Bustamante y sus vínculos en el barrio aparecieron este viernes como posible trasfondo del desenlace fatal de Leandro Lanieri.
El crimen de Bustamante fue el tercero de 2023 en la zona mencionada. Antes, el 11 de enero, había sido asesinado Erik Jon Díaz, de 19 años, cuando lo acribillaron mientras tomaba una gaseosa con amigos en Ayacucho y Centeno. A partir de entonces, con excepción de junio, hubo homicidios todos los meses de 2023 para continuar un derrotero histórico de crímenes en ese sector de Tablada.