Los habitantes del barrio Santa Lucía, en la zona oeste de la ciudad, se estremecieron la noche del lunes al escuchar varios balazos. Y al asomarse a la calle distinguieron los cuerpos de dos adolescentes tirados en el Pasaje 1752 al 2000 (Cerrito al 7600). Eran un chico de 17 años y una chica de 16 que intentaron regresar a sus casas en una moto tras haber estado en la casa de un conocido. Pero entonces fueron atacados a tiros por los ocupantes de otra moto. Tras la balacera, algunos vecinos los llevaron a un centro asistencial, pero llegaron sin vida.
Hasta anoche los investigadores no habían determinado la motivación del doble crimen pero el fiscal de la Unidad de Homicidios, Adrián Spelta, indicó que "podría estar vinculado con un ajuste de cuentas relacionado al comercio de estupefacientes". No obstante, agregó que "no hay una hipótesis definida aunque podemos relacionarlo con alguna persona del barrio".
A su vez, una fuente policial señaló que también se podría estar "ante un acto de venganza relacionado con una antigua disputa" entre una de las víctimas y sus agresores. "No sabemos si el ataque estaba dirigido a los dos chicos o a uno de ellos", comentó el portavoz. Pero Spelta indicó que el destinatario de los balazos era el muchacho.
Diego Juan Durán, de 17 años, y Julieta Milagros Sosa, de 16, eran estudiantes secundarios y no vivían en Santa Lucía. Los dos estaban domiciliados en la zona oeste de la ciudad y según contaron a La Capital vecinos del lugar donde ocurrió el doble crimen, el domingo a la noche fueron en una moto de baja cilindrada a una casa de Pasaje 1752 al 2000, en una zona humilde con calles de mejorado y zanjas a cielo abierto. A las 23.30 del lunes los jóvenes se subieron al rodado con la intención de regresar a sus viviendas.
Emboscados. Pero no llegaron muy lejos. Cuando apenas el joven había alcanzado a poner en marcha el vehículo aparecieron en escena dos motociclistas que desataron un vendaval de balazos contra ellos. La ráfaga fue estremecedora y según los pesquisas los tiradores usaron una pistola 9 milímetros. El médico policial determinó que el tiro que recibió Diego ingresó por "la zona subescapular izquierda" y que el proyectil que alcanzó a Julieta entró por "la parte inferior del tórax y salió por la región escapular izquierda", es decir entre la segunda y séptima costilla.
La fuente policial consultada indicó que algunos de los balazos impactaron en los frentes de tres casas ubicadas en el pasaje donde ocurrió el hecho. Una vecina contó a La Capital que Diego se derrumbó sobre una zanja mientras que Julieta se desplomó en el pavimento. "A la chica le tiraron de atrás", dijo la mujer. Y una fuente sugirió que "tal vez recibió el proyectil cuando intentaba escapar de los atacantes".
Unos minutos después, unos vecinos llevaron a los jóvenes en dos motos al policlínico San Martín, pero murieron en el camino. En la escena del doble crimen los peritos de la Policía Científica encontraron nueve vainas calibre 9 milímetros, pero no hallaron la moto en la que Diego y Julieta se movilizaban. "Cuando llegó la policía, la moto había desaparecido", indicó un oficial.
El mismo vocero indicó que los agresores dispararon "desde cerca", pero los chicos no fueron alcanzados por todos los proyectiles. "La adrelalina y los nervios de los que abrieron fuego los llevaran a errar muchos disparos. Se puede tirar desde unos cinco metros en movimiento y no pegar todos los tiros. No es lo mismo que disparar tranquilo en un polígono desde una distancia mayor. Tal vez tiraron hasta que los vieron caídos en el piso", explicó.