La Justicia de Rosario prorrogó por un año más la prisión preventiva para el acusado de asesinar a un voluntario de la Pastoral Católica Carcelaria el pasado 19 de junio de 2020 en Zeballos al 1500. La medida cautelar la solicitó el fiscal de Homicidios Ademar Bianchini ante el juez de primera instancia Florentino Malaponte. En principio, la causa tiene una expectativa de pena de prisión perpetua puesto que para el investigador se trata de un homicidio criminis causa, es decir, matar —en este caso a un jubilado de 77 años— para ocultar un robo.
El agresor imputado por la Fiscalía es Víctor Manuel G., de 31 años, un ex convicto que había sido visitado en varias oportunidades por la víctima, Leopoldo Teófilo Gamboa, en la cárcel de Piñero mientras colaboraba para la pastoral católica tanto en ese penal como en otros presidios de la provincia. Esa relación previa que la víctima tenía con el agresor fue la llave de acceso a su departamento, donde vivía solo, donde ocurrió el crimen como móvil para ocultar el robo perpetrado.
G. había recuperado la libertad en marzo del 2020 y meses después visitó a Gamboa en su departamento. Conforme a la investigación judicial, G. aprovechó la situación de confianza que la había tendido el jubilado para acceder al interior de su departamento ubicado en el séptimo piso. Una vez allí, lo inmovilizó y lo golpeó con una plancha doméstica en la cabeza en reiteradas oportunidades hasta provocarle la muerte y robarle el celular, una notebook y un bolso previo al escape.
Esa secuencia, conforme a la pesquisa, ocurrió entre las 16.50 y las 17.50 de ese 19 de junio del 2020, y quedó corroborada a partir de las medidas antropométricas, análisis de cámaras de seguridad del edificio y las de la zona, el rastreo satelital del celular de la víctima y victimario y las declaraciones de personas que visitaron a Gamboa previo al homicidio criminis causa.
Quién era Gamboa
Gamboa tenía 77 años y vivía solo en el edificio de Zeballos 1565 donde el domingo 21 de junio fue hallado muerto en su departamento del séptimo piso. Su hermana Marta, con quien se comunicaba diariamente, llamó a la policía al no tener noticias suyas. Antes una vecina le había dicho que la puerta de Leopoldo estaba cerrada y no se escuchaba sonido alguno.
El jubilado era colaborador de la Pastoral Penitenciaria. Sus compañeros de la agrupación católica dijeron que era muy reservado, se movía solo y llevaba un registro de sus visitas a la Unidad 16 de Pérez y la 11 de Piñero. Solía comentar entre sus allegados que lo preocupaba la falta de políticas de resocialización y por eso seguía en contacto con los internos una vez excarcelados o los recibía en su casa. Dos semanas después del crimen, el cuñado de la víctima entregó a los investigadores una agenda del año 2019 con anotaciones de Leopoldo. "364 días con Cristo y mis hermanos", decía en la portada.
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Allí había registrado nombres y apellidos de los internos que visitó el año pasado en la cárcel de Piñero. Entre ellos se reiteraba el de Víctor G., del pabellón 1 pero en libertad al momento del crimen. Las sospechas contra él crecieron cuando el Organismo de Investigaciones comparó las filmaciones del edificio con fotos de su legajo.
El 9 de mayo de 2018 G. había sido condenado como reincidente a 3 años de cárcel por un intento de robo con arma blanca. El 22 de marzo pasado obtuvo la libertad asistida con la obligación de presentarse en el Patronato de Liberados cuando cesara el aislamiento obligatorio, pero no cumplió. Entonces fijó domicilio en Guatemala al 1500 bis, alternativo al de Derqui al 7000 que había brindado en un trámite anterior, ambos en zona oeste.