Un auto frena en plena calle, desciende un grupo de personas con un joven maniatado, lo matan a balazos y dejan su cadáver tirado en el pavimento. Algunos vecinos, después de escuchar el estruendo de las balas y el chirrido de un auto que huye, salen de sus casas, se reúnen alrededor del cuerpo e intentan reconocerlo. Se dan cuenta que no es del barrio, todo es un misterio. Al rato llega la policía, los peritos, revisan el cuerpo y encuentran entre sus prendas un papel con un mensaje amenazante. Esa misma secuencia vivieron los vecinos de Esmeralda al 3800 y 3900 en dos ocasiones distintas, con tres meses y cincuenta metros de diferencia. En el caso más reciente, ocurrido la noche del miércoles, la víctima fue identificada como Héctor Nicolás Quinteros, de 20 años y con domicilio en Villa Gobernador Gálvez. Los puntos en común en ambos hechos se conectan también en la sombra de los Ungaro y los Funes, dos bandas de peso que controlan el narcomenudeo en barrio Tablada y alrededores.
La noticia principal en relación a los hechos de violencia urbana vinculados a la venta de droga en Rosario estuvo durante todo el miércoles centrada en el hallazgo de los cadáveres de dos hermanas que habían sido asesinadas a balazos y tiradas en un basural de la zona de Pérez. Pero al llegar la noche la dinámica propia de la ciudad renovó la agenda cuando se conoció que los vecinos de Esmeralda al 3800, barrio Tablada, habían encontrado en el medio de la calle a un cadáver baleado. Tras varias horas sin conocerse su identidad, la tarde del jueves se supo que se trata de Héctor Nicolás Quinteros, de 20 años, y que tenía causas por robos, hurtos y amenazas pero ninguna condena. Una hipótesis de la investigación es que la víctima había robado drogas en un búnker de los Ungaro y los Funes, que al parecer se reencontraron después de estar algunos años enfrentados.
Cerca de las 22.30 del miércoles los vecinos de Esmeralda al 3800 escucharon los disparos y al asomarse alcanzaron a ver a un auto de color claro que para lograr darse a la fuga hizo algunas maniobras bruscas. Al salir notaron que a mitad de cuadra había una persona tirada, ya muerta, con un charco enorme de sangre que comenzaba a crecer desde su cabeza. El cadáver tenía los pantalones bajos, los pies y las manos atadas con cables, la boca tapada con cinta y no llevaba más pertenencias que una pipa y un encendedor.
Cuando la policía llegó al lugar constataron que se trataba de una persona joven, pero no tenía ningún documento encima que permitiera identificarlo. Lo que sí encontraron fueron tres vainas servidas calibre 9 milímetros y entre las prendas de la víctima un papel con una leyenda escrita: "Corte re secuestro. Pa los giles rafagaso. Saben que no miento".
Fue una experiencia ya conocida para los vecinos de calle Esmeralda en ese sector de barrio Tablada. El martes 26 de abril pasó algo muy similar cuando cerca de las 5 se escuchó una serie de disparos y al salir encontraron un cuerpo tirado. Tenía varios balazos, los ojos vendados y los brazos atados. Y también un mensaje escrito en un papel: "Que peleen sino que corran". En este caso la víctima fue identificada 20 días después, ya a mediados de mayo. Se trataba de Brian Leonel Pino, de 27 años y con domicilio en Maradona al 6000, en el barrio Toba de la zona sudoeste.
Posibles conexiones
El crimen de Pino ocurrió en un contexto convulsionado en la zona de barrio Tablada. La noche anterior habían sido baleadas varias casas de los alrededores de donde fue hallado el cuerpo. "Todas las balaceras son contra familiares de Alan", dijeron en ese entonces fuentes de la investigación, en relación a Alan Funes, sindicado líder de una asociación ilícita con base de operaciones en su lugar de detención en la cárcel de Ezeiza. Su banda había sido imputada a fines de marzo luego de una serie de allanamientos en los que fue desbaratado el funcionamiento de un búnker de drogas en Chacabuco al 4100.
Este jueves, cuando el vecindario de Esmeralda todavía hablaba del crimen más reciente, algunos se animaron a mencionar un posible contexto. "Esto viene de una disputa entre la gente de Ungaro y la de Funes", indicaron, poniendo así del otro lado del conflicto a René Ungaro, condenado por el asesinato del ex jefe de la barra brava de Newell's Roberto "Pimpi" Caminos y por organizar una banda dedicada al narcotráfico con base en los barrios Tablada y Municipal. Sin embargo esa rivalidad parece haber sido superada y hay fuentes judiciales que indican que los Funes y los Ungaro ya no están enfrentados.
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En ese sentido sobre el homicidio ocurrido este miércoles se corrieron distintos rumores. Una de las hipótesis que más peso tomó fue la que ubicó al crimen como una venganza contra Quinteros por haber robado drogas de un búnker de estas bandas. Es el mismo contexto que por el momento predomina en relación al crimen de Pinto en abril pasado, a pocos metros de distancia. También se mencionó el posible vínculo entre el crimen de Quinteros y el reciente asesinato de Pablo Andrés Cabrera, de 43 años, baleado el lunes en su casa ubicada en un pasillo de Spiro al 300 bis, también en esa zona de Tablada.
Más allá del contexto posible en torno a ambos crímenes, la atención se posó también en una pregunta: ¿Por qué ambos cadáveres fueron descartados en la misma zona?. "Es para quemar la cuadra", dijo un vecino de la zona en relación a que en ese lugar existiría un punto de venta de drogas. Fuentes de la pesquisa agregaron que es un territorio bajo control de Matías César, alias “Pino”, que tiene 24 años y fue condenado en septiembre del 2021 por las balaceras a edificios judiciales concretadas en 2018 por Los Monos. "Matan dos pájaros de un tiro. Mataron a estos que les habían robado y le "manchan" la zona a César", indicaron como una posibilidad fuentes de la pesquisa.
A su vez no pasó desapercibido la coincidencia en relación a los mensajes intimidantes hallados entre las prendas de las víctimas en los dos hechos. En el caso de Pino se trataba de un fragmento de la canción "Pide", del cantante Callejero Fino, exponente del subgénero musical conocido como Cumbia RKT. En cuanto al crimen de este miércoles el mensaje que apareció junto al cadáver es un fragmento que el mismo artista agregó a la canción Tamo Chelo en un remix que se público en homenaje a su autor, El Noba, recientemente fallecido tras un siniestro vial. Son datos de color que bien podrían considerarse un modo de "firmar" de quienes estuvieron detrás de estos hechos, como así también una muestra más de cómo la industria cultural penetra también en el mundo criminal.
Apellidos pesados
Para los investigadores es claro que ambos homicidios están relacionados. También, como lo sugirieron los vecinos, mantienen como principal hipótesis la posibilidad de que los Funes o los Ungaro, o bien ambos, estén detrás de los dos hechos.
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"Que esto viene por el lado de los Ungaro o los Funes es vox pópuli", aseguró un vecino y opinó que se debe a que la gente lee los diarios, mira los noticieros y reproduce aquellas versiones. Pero también están quienes aseguran que es porque estos grupos se ocuparon de hacerse fuerte no solo con los hechos de conocimiento público sino también simbólicamente en la vida diaria del barrio.
Se sabe, porque investigaciones judiciales lo determinaron, que los Funes y los Ungaro estuvieron a cargo de balaceras, homicidios y de la administración de algunos puntos de venta de drogas en el barrio. Pero lo que en el Centro de Justicia Penal se explica en el marco de investigaciones y causas, en las calles de Tablada está a la vista o en el boca en boca de los vecinos. Por eso cuando suenan ciertos apellidos las caras cambian y el miedo se justifica en la posibilidad de que el correr de ciertos rumores decante en una venganza.