Cerca de las 4.45 de este martes en la esquina de Esmeralda y Presidente Quintana, en barrio Tablada, varias detonaciones interrumpieron el silencio propio de la madrugada. Los vecinos de la zona no salieron a la calle, un poco por precaución y otro poco porque eso de escuchar tiros en la noche se volvió habitual. Apenas se asomaron, entonces vieron un cuerpo tendido en la vereda. Cuando la policía llegó al lugar confirmó que se trataba de una persona ya sin vida, con varios balazos en su cuerpo, los ojos vendados y los brazos atados. Además junto al cadáver, que hasta anoche no había sido identificado, había un mensaje escrito en papel: "Que peleen si no que corran".
"Muchachos, esto es Tablada", gritaron dos jóvenes al pasar en bicicleta este martes por la mañana por el lugar en el que horas antes había ocurrido el crimen. Más que una advertencia pareció ser la manera en la que algunos pibes del barrio se apropian de lo que pasa en las calles que habitan. Los vecinos más grandes, en cambio, al ver a los periodistas se metieron corriendo en sus casas al grito de que no sabían nada de nada.
Solo una señora salió a la vereda y dijo estar enterándose en ese momento de que habían matado a alguien. Ella había escuchado los tiros pero dijo que, al ser algo tan común en las noches del barrio, no pensó que se había tratado de un homicidio. Como si fuera poco pareciera que no solo el ruido de los tiros conforma el paisaje de la violencia: luego de los homicidios los vecinos tienen que convivir con los rastros del crimen. A los manchones de sangre sobre la calle o la vereda le sigue la mugre que los peritos dejan en el lugar.
"Esto deberían limpiarlo, acá hay muchos chicos que juegan en la calle y pueden llevarse eso a las manos", dijo una vecina mirando un cúmulo de guantes de látex manchados que ningún perito se dignó a levantar.
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Sobre el homicidio la información oficial es que la Central de Emergencias del 911 fue dirigido al lugar tras el aviso de una serie de disparos y un hombre tendido en el suelo sobre Esmeralda al 3900. En la escena había nueve vainas servidas y varios disparos en la fachada de una de las casas ubicada a metros de donde estaba el cadáver.
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Diario La Capital / Virginia Benedetto
Respecto de la víctima se supo que tenía los ojos vendados, un cabestrillo inmovilizador en un brazo con el cual tenía atado el otro. Como un posible móvil del crimen, junto al cuerpo había una hoja con un mensaje escrito a pincel en tempera negra: "Que peleen si no que corran".
Balaceras a los Funes
Durante la noche del lunes hubo varias balaceras contra viviendas de la zona sur, algunas a pocas cuadras de donde durante la madrugada del martes fue hallada la víctima del último homicidio. "Todas las balaceras son contra familiares de Alan", indicó una fuente de la Fiscalía en relación a Alan Funes, sindicado líder de una asociación ilícita con base de operaciones en la cárcel de Ezeiza. Su banda fue imputada a fines de marzo luego de una serie de allanamientos en los que fue desbaratado el funcionamiento de un búnker de drogas en Chacabuco al 4100.
Desde el MPA confirmaron que desde que dejó de funcionar ese punto de recaudación de dinero aumentaron los hechos violentos en la zona y mostraron sorpresa por cómo "no tardaron en castigarlo y sacarlo del mapa". Lo que nadie, al menos por ahora, puede responder es de quién se trata y con qué respaldo. Lo cierto es que las últimas balaceras registradas en la zona parecen ser un claro mensaje de un conflicto que alcanza a los Funes.
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Los hechos se registraron contra una casa de Pasaje 1222 al 3900 donde no había moradores pero en la cual, de acuerdo a la policía, los disparos se habrían efectuado alrededor de las 22.15 y desde un Volkswagen Gol gris. En el lugar se incautaron cuatro vainas servidas calibre 40 y otras cuatro calibre 7.62
Asimismo, en Necochea al 3500 un testigo dijo haber visto a un hombre de la familia Caminos como autor de unos 35 disparos contra el portón de un pasillo en el cual residen ocho familias, entre ellas una mujer de 72 años que sostuvo que los disparos fueron hechos como “una metralleta”. El joven autor de los disparos habría pasado en una moto junto a una mujer y un bebé y los peritos que arribaron al lugar levantaron 11 vainas servidas calibre 40, veinte vainas servidas calibre 9 milímetros, seis balas de plomo encamisadas y deformadas, ocho trozos de plomo deformado y nueve trozos de latón.
También hubo un ataque a tiros contra una propiedad de bulevar Oroño al 4700 donde viviría un pariente de la familia Funes, y otro en pasaje Hersilia al 200 bis, donde vivía Alicia Leonarda C., la abuela de los hermanos Funes, quien quedó presa acusada de guardar en esa casa las ganancias del quiosco de drogas que comandaban sus nietos en un pasillo de Chacabuco al 4100.
En ese marco cobra fuerza la idea de un rebrote en la antigua disputa de los Funes con los Caminos, herederos de lo que en algún momento supo ser una banda bajo las órdenes del asesinado ex líder de la barra brava de Newell's Roberto "Pimpi" Caminos. Dicha hipótesis surgió como una de las posibles en el contexto de los asesinatos de Marcos Caminos y su bebé de un año, el pasado sábado. Sin embargo el lunes la fiscal Pairola dijo en conferencia de prensa que la rivalidad entre los Funes y los Caminos es "histórica" pero que "está un poco desactualizada con relación a la conformación del grupo de bandas actuales".
Números y escenas del desborde
Se viven momentos de muchísima tensión en Rosario en lo que respecta a la problemática de la seguridad pública y la violencia callejera. En lo que va del año, según los registros de La Capital, son al menos 89 homicidios los que ocurrieron en el departamento Rosario. De ese total 31 fueron en los 26 días que van del mes de abril, de los cuales los últimos 14 fueron en 8 días.
Se trata de una seguidilla de crímenes con características diversas: dos cadáveres calcinados dentro de un auto; dos hombres asesinados delante de sus hijos, uno de ellos al quedar en medio de una balacera en un lugar en el que el día anterior habían matado a otro tipo; un hombre y su bebé de 1 año asesinados a balazos; un menor de edad hallado muerto a tiros después de estar desaparecido durante cinco días; una señora de 74 años que fue baleada por pedir a unos tiratiros que justamente dejara de disparar al voleo, y finalmente también se registraron las típicas emboscadas en la vía pública.
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Muchos de esos casos parecen estar vinculados a disputas que estallaron en distintos barrios de la ciudad, que generalmente se atribuyen a conflictos entre bandas que pelean por plazas para la venta de drogas. Sin embargo hay características de algunos de estos hechos que dan cuenta de un contexto, en principio, más complejo que el de las broncas horizontales entre bandas.
La violencia desmedida a plena luz del día, la repetición de crímenes en un mismo lugar con un día de diferencia, la desaparición de una persona hasta que lo encuentran asesinado, indican un panorama acondicionado para que se concreten este tipo de hechos. Así también como para que queden impunes: desde el Ministerio Público de la Acusación aseguraron que no hay indicios acerca de los autores de ninguno de estos hechos.
La ciudad, en términos de seguridad, atraviesa momentos particulares con movimientos en la Unidad Regional II y la llegada de Margarita Romero como jefa sucesora de Natalio Marciani, desplazado de su cargo en medio de una causa por incumplimiento de deberes y con las turbulencias internas típicas. A su vez la semana pasada, en el marco de esas decisiones, fiscales de la Agencia de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos allanaron el depósito de la Sección Balística de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), en el mismo edificio de la Jefatura, dado que en un allanamiento en una casa del barrio Empalme Graneros fueron halladas varias armas de fuego que habían sido secuestradas y tenían que estar a resguardo de esa área.
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En tanto al menos cuatro amenazas de bombas en lugares transitados como el Centro de Justicia Penal, el Concejo Municipal, la terminal de ómnibus y el aeropuerto encendieron la alarma en lugares no habituados a la violencia, hechos que podrían encuadrarse como intimidación pública. Sobrevuela así la metáfora del explosivo en un contexto que parece haber estallado ya hace tiempo.