La actividad principal de la banda se realizaba en una casa de Chacabuco al 4100, identificada como punto de venta de droga. Un búnker al cual los imputados se referían como "el pasillo" y es donde en octubre pasado fueron detenidos los dos jóvenes acusados del crimen de Mariel Lezcano. El día de esa detención estaba en el lugar S., la hermana de Alan Funes, a quien le secuestraron el celular a partir del cual se obtuvo la información de esta causa. Con esa antesala el pasado 23 de marzo la Tropa de Operaciones Especiales (TOE), la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y la Policía Federal realizaron 20 allanamientos vinculados a la investigación.
Entre los detenidos en aquella ocasión, otros que ya estaban privados de la libertad en el marco de otras causas, sumado a dos menores de edad y cuatro prófugos, son 22 los integrantes de la asociación ilícita identificados hasta ahora por la fiscal Haurigot. Alan Funes, de tan solo 23 años, fue imputado como jefe de la asociación ilícita, delito agravado por la participación de menores de edad. Las órdenes las impartía mediante su teléfono celular desde la cárcel federal de Ezeiza, curiosamente adonde fue trasladado desde la cárcel de Piñero, considerado preso de alto perfil luego de la fuga de ocho reclusos de esa penitenciaria santafesina.
El resto de integrantes de la banda fue acusado del mismo delito pero en carácter de miembros, en tanto que a algunos de ellos le imputaron hechos puntuales. Entre ellos amenazas calificadas por seis balaceras, tentativas de extorsión, portación ilegítima de armas de fuego y el incendio de un auto.
Pertenencia y corazón
Del material que consta en la investigación surge que Alan Funes mandaba a concretar balaceras poniendo a prueba a jóvenes y adolescentes que admitían el deseo de participar de la banda. El principal búnker del grupo, ubicado en un pasillo de Tablada, funcionaba en base a las órdenes que la hermana menor de Funes recibía constantemente por teléfono desde la cárcel de Ezeiza. En muchas de esas charlas aparecen las preocupaciones por la escasa recaudación del búnker y por las dificultades para conseguir pibes que se queden a “segundear” a la hermana de Funes en la venta durante la noche. Para la fiscal Haurigot se trata de "una organización criminal que no distingue nada y es solo pertenencia y corazón".
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S., la hermana de Alan Funes, había empezado a salir con "Lolo", un pibe de 18 años que vive a seis cuadras del búnker principal de la banda, ubicado en Chacabuco al 4100. A Alan Funes le había llegado el rumor y no tardó en hacérselo saber a su hermana. "Ese anda con vos. Ya me dijeron. Que active si quiere ser mi cuñado. Que se empiece a mover, a hacer cosas", le avisó él en una serie de mensajes enviados por WhatsApp el 7 de octubre de 2021 por la tarde. Minutos después "Lolo" le escribió que sabe andar en moto y quedaron en que en otro momento iban a "hacer alguna".
"Lolo" no estaba siempre a disposición, tenía claro que había días en los que tenía que acostarse temprano para ir a trabajar con su padre al día siguiente. Pero a la vez conservaba la bronca contra un pibe del barrio por dos tiros que le había dado en las piernas unos meses atrás. Para colmo en el día a día la disputa se iba acentuando con chicanas a través de las redes sociales. "Para qué se hacen los sicarios tiratiros si después cuando te ven corren", había posteado en su cuenta de Instagram un pibe del barrio llamado Josué. "Que lo cague a tiros Lolo. Que lo cague a balazos decile", incentivó Alan a su hermana cuando ella le mandó la captura de pantalla.
La chica fue clara con su hermano: Lolo no tenía tanto interés de participar en los ataques que Alan estaba planificando desde la cárcel contra una familia de la comunidad gitana, hechos que también fueron imputados este martes. Tampoco lo hacía por dinero, sino más bien por una cuestión personal. "A las broncas le quiere dar él. No a esos gitanos ni a donde van ahora", le dijo S. a Alan en un mensaje.
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Lolo fue identificado como Iván Ariel G. Para el fiscal Gastón Ávila, de la unidad de Homicidios, fue el autor del crimen de Mariel Lezcano, ocurrido el 13 de octubre de 2021, a una semana de que el chico empezara "a mover" para Alan Funes. Una semana después fue demorado en su casa de Seguí al 50 bis y quedó detenido en prisión preventiva imputado por homicidio calificado por ser cometido por precio o promesa remuneratoria y por la utilización de un arma de fuego.
Una oportunidad
"Este no es como Joel. Va al toque. Quiere seguir. Dice 'vamos pal frente compadre'. Dice que se queda con nosotros. Apenas escuchó Funes dijo 'yo voy'. Dice que hace mucho estaba esperando esta oportunidad". Esa serie de mensajes le envió S. a su hermano Alan a comienzos de octubre de 2021. Eran tiempos en los que el sindicado líder del grupo estaba organizando una serie de ataques y reclutando a pibes de Tablada y otros barrios.
Lo que surge de las conversaciones que constan en la investigación es que entre los jóvenes se pone en juego el valor de salir a tirar y a partir de ahí identifican si a uno u otro pibe "le da" para participar de la banda. En varias ocasiones apenas se conocen y eso queda evidenciado en las charlas entre los hermanos en las que opinan de algunos de ellos.
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En la investigación de la fiscal Haurigot aparecen al menos doce tiratiros identificados. Dos de ellos son los detenidos por el homicidio de Mariel Lezcano: "Lolo" G. y Fabián Alejo "Fabito" D., que ya están privados de la libertad. Otros cinco también ya estaban presos antes de la audiencia de este martes: Juan Damián "Bebé" G., Luka Joel "Lukita" S., Matías Samuel A., Agustín Daniel A. y Joel Maximiliano O. El resto fue identificado recientemente: Lucas Ezequiel O., Valentino B., el menor de edad Junior Alejandro M. y los por ahora prófugos Bruno Gabriel P. y Alejandro Luis G.
Al parecer se trata de pibes que apenas estaban adentrándose en estos asuntos. Ocho de los diez sindicados como tiratiros que fueron imputados este martes no tienen antecedentes penales. Los que sí cuentan con condenas previas son Juan Damián G., que fue condenado a 6 años de prisión preventiva por distintos hechos de robo; y Joel Maximiliano O., que acumuló una pena de 2 años y 6 meses de prisión condicional por hechos de hurto y daño tanto consumados como en grado de tentativas, además de lesiones y amenazas calificadas por uso de arma blanca.
Dialogo entre "mafias"
Así como dos de los tiratiros están acusados de haber cometido el homicidio de Mariel Lezcano, sobre algunos también recaen balaceras como las que concretaron en octubre pasado contra un domicilio de la zona sur de una familia de la comunidad gitana, autodenominada "mafia" y según ellos mismos con lazos con Ariel Máximo "Guille" Cantero. Todo aparece en las mismas conversaciones entre Alan Funes y su hermana, en las cuales queda claro que el sindicado líder del grupo detalló hasta qué tenía que decir la carta amenazante que dejaron bajo la puerta de la casa baleada o con cuántas balas se cargaban las armas.
Uno de esos ataques consta en un video: se ve a un joven de ropa oscura, con capucha y barbijo, que primero deja algo por debajo de la puerta del garaje y acto seguido dispara 13 veces para después subirse a una moto que manejaba la hermana de Alan Funes. En esa vivienda de Oroño al 4300 vive un hombre llamado Carlos Fabio M., integrante de la comunidad gitana, que después del ataque se puso en contacto con los remitentes a través del número de celular que habían dejado en la carta.
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El cruce virtual que se da entonces es muy llamativo. "Quién sos y con quién andás. Qué mafia sos. Nosotros también somos de la mafia", dicen los mensajes enviados por la víctima del ataque, que también indica que ellos se "manejan" con una persona a la que identificó con el emoticón de una cara con lentes. Ya en otras investigaciones surgió que es la manera con la que se refieren a "Guille" Cantero, algo a lo que se aproxima cuando en otra parte del diálogo asegura "nosotros somos los monki". "Parensé de manos porque le vamos a dar a todos. Todos los amigos de Guille son enemigos nuestros", amenazan finalmente del lado de los Funes.
Tanto este ataque como el homicidio de Mariel Lezcano dan cuenta del poder de fuego de la banda y del daño que generaron o pueden generar. Lo que no implica necesariamente que sea un grupo consolidado y que cada acto que cometa sea por una disputa determinada o por objetivos claros. En algunos pasajes de la investigación pareciera que la única motivación para los ataques a balazos es la posibilidad, por el acceso a recursos materiales, que tiene Alan Funes para concretar los hechos organizándolos desde la prisión. Al menos hasta ahora no se conocen los trasfondos de dichas disputas, o si existen estructuras superiores que posibilitan el acceso a las drogas y las armas a este estrato del negocio que manifiesta en las calles su cara más violenta.
Las mujeres
Según la fiscal Haurigot en la organización participaban ocho mujeres. Una de ellas es la hermana de Alan Funes, que se ocupaba de obedecer las órdenes de su hermano y transmitir otras a los demás integrantes de la banda. La chica mantenía constante diálogo con Alan y la pareja de este, Jorgelina "Chipi" Selerpe, detenida desde enero pasado acusada de encubrimiento agravado. Antes de caer "Chipi" era otra de las principales administradoras del búnker de calle Chacabuco al 4100.
"¿Te falta mucho para terminar ese paquete? Por las dudas no duermas con nada ahí. Porque va a haber allanamiento me dijeron", le avisó Alan a su hermana en una ocasión. Eran las 2.20, plena madrugada, y le dijo que se quedara hasta las 3. "Fuaa tengo miedo", le contestó ella. "Bueno, cerrá, andá. Ese paquete encanutalo por ahí", mandó él. Ese diálogo, entre otros, indica que la chica obedecía todo lo que su hermano indicaba. Su temor contrastó luego con las fotos que constan en el legajo: ella posando con dos armas de fuego en varias imágenes que le mandaba a su hermano.
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En el pasillo en el que está el búnker de calle Chacabuco hay otras casas. En ellas viven dos de las demás mujeres imputadas: María Cristina "Cri" P. y Miriam Rosana R., que según la fiscal Haurigot se encargaban de guardar la droga y las armas de fuego en sus casas y de entregarlas cuando los demás integrantes del grupo las necesitaban. Se trata de mujeres ajenas a los pormenores del grupo, que mantenían contacto con la hermana de Alan y la "Chipi", quienes a su vez se ocupaban de pagarles.
Otra mujer a la que le usaban la casa es la abuela de Alan Funes, Alicia C., quien fue señalada por la fiscal como quien "guardaba en su domicilio el dinero proveniente de las actividades ilícitas de la asociación criminal". Desde la cárcel Alan no perdía en ningún momento el rastro del dinero, sobre el cual a través de su hermana llevaba la cuenta de las ganancias, haciéndole contar y ordenar los billetes casi a diario.
Sobre Lorena Betiana "Lore" O., madre de uno de los pibes imputados como tiratiros, recayó la acusación de ser una de las vendedoras que atendía el búnker de Chacabuco al 4100. Además está acusada de recaudar el dinero para entregárselo a "Chipi", de guardar las armas y municiones en su casa y de resguardar o auxiliar a los miembros de la banda cuando tenían que esconderse. Otra de las encargadas de atender el búnker era Rocío Ailén S., quien está prófuga de la Justicia al igual que otra presunta integrante de la banda, Verónica S., acusada de asistir a su pareja, uno de los imputados como tiratiros del grupo.