Rocío Abril Romano tenía 20 años y era mamá de Maxi, de un año y medio. El 19 de septiembre de 2021 fue con su hermana Milena a una fiesta particular en Colón y Centeno, en el barrio Tablada, y mientras estaban en la vereda pasó una moto blanca con al menos dos personas que dispararon varias veces. Los proyectiles alcanzaron a Rocío que murió en brazos de su hermana. Un año y medio después de ese crimen, el Ministerio de Gobierno, Justicia y Derechos Humanos de la provincia decidió ofrecer una recompensa de 1 millón de pesos para “distribuir entre aquellas personas que aporten datos útiles, relevantes y decisivos que permitan individualizar al autor o los autores y lograr el esclarecimiento del hecho”. Lo hizo a través de solicitadas publicadas en todos los medios de comunicación santafesinos en las cuales se brindan los domicilios y teléfonos de las sedes del Ministerio Público Fiscal en Rosario, Santa Fe, Rafaela, Venado Tuerto y Reconquista.
Pero desde el día del crimen, Patricia, la madre de Rocío, no descansó un día y recorrió los pasillos de la Fiscalía, de la Defensoría, del Centro de Asistencia Judicial (CAJ) y estuvo en todas las marchas que se realizaro en la ciudad pidiendo justicia por las víctimas de homicidios. “Lo hago porque quiero que mi nieto sepa quién mató a su madre. Para que se haga justicia por todos los que murieron como Rocío”, cuenta esta madre coraje.
“Rocío tenía 20 años y cuando quedó embarazada le dije que era su cuerpo y su decisión. Entonces ella me dijo: «Mamá, quiero tener a mi bebé» y tuvo a Maxi. Al principio con miedo, era muy chiquita, pero a los quince días ya lo atendía como la mejor madre, vivía para él, había vuelto a la escuela y estaba en 4º año, buscaba un buen trabajo”.
La noche en que mataron a Rocío sucedieron hechos extraños para Patricia. “Yo no quería que fuera a esa fiesta, no sé, algo me decía que no tenía que ir. Es más, me negué a cuidar a Maxi esa noche y lo cuidó mi hermana. Mientras cenábamos, la miré y pensé, que linda es mi hija. Ahora me doy cuenta que era como que me despedí de ella esa noche”.
“Ahora tengo cuatro hijos y la pérdida de Rocío fue terrible para todos. Es algo muy personal. Si no te pasó lo de perder un hijo o a un familiar así, a los tiros, no sabés lo que se siente. A mi nieto siempre le recordamos a mamá- Rocío, le mostramos fotos y le decimos que está en el cielo. Maxi tiene dos papás: Darío, que es su padre biológico, y mi marido, al que también lo llama papá. Sé que tengo que luchar por Maxi”, dice Patricia.
Cuando mataron a la joven la familia recibió una ayuda de 20 mil pesos de parte de la provincia. “Yo no quería aceptar la plata, pero me sirvió para afrontar los gastos inmediatos. Ahora no recibo nada del Estado y tampoco quiero. Sólo pretendo que encuentren a los asesinos de mi hija”.
>>Leer más. Dolor y temor por dos asesinatos en pocas horas en "La U" de barrio Tablada
Rocío integraba el Frente de Organizaciones en Lucha, una organización social donde trabajaba en el área de niñez, de jardínes populares. Cuidaba los hijos de las familias que, por trabajar, no podían tenerlos en sus casas. Se capacitó para llevar adelante esa tarea, que incluía servirles el desayuno, el almuerzo y la merienda además de enseñar a leer y escribir.
A la trágica fiesta de barrio Tablada, un lugar que Rocío no conocía, llegó por invitación en las redes sociales y sólo estuvo cinco minutos antes de que las balas la mataran. Patricia relató que “Milena y Rocío estaban en la vereda. Milena miraba en dirección a la casa donde se daba la fiesta y Rocío estaba mirando hacia la calle. Cuando aparecieron los de la moto Milena llegó a tirarse al piso y Rocío no. Una persona las subió a las dos a un auto y las llevó al Hospital Roque Sáenz Peña. Milena abrazaba a su hermana y le decía que pensara en Maxi, que esperara, pero se le murió en los brazos, así...se murió. Nosotros nos enteramos cerca de las 5 de la mañana. Estábamos sin celulares y cuando llegamos al hospital la vimos a Milena y un médico me dijo «lo siento». Ahí comenzó un duelo que voy a llevar toda mi vida, no hay un día en que no llore por Rocío”, contó Patricia mientras una lágrima recorría su mejilla izquierda.
Una hora antes del ataque en el cual murió Rocío hubo un tiroteo en otra reunión que se hacía cerca de la escena criminal: en Necochea y Ameghino, a unos 300 metros. Entonces fueron detenidos dos jóvenes de 22 y 24 años en Chacabuco al 4100 y la policía que llegó alertada por detonaciones les secuestró una ametralladora FMK3, una pistola 11.25 y municiones. Un día después ambos fueron imputados sólo por portación de arma de fuego.
>>Leer mas. Fuerte reclamo de justicia por la joven asesinada en Tablada: "La mataron como a un perro"
Horas después del ataque sobre calle Colón, a 100 metros de allí, en Patricias Argentinas y Ameghino mataron a Fabricio Navarro, de 25 años, quien iba junto a Damián G., de 34 años, cuando fueron sorprendidos por las balas. El muchacho recibió varios disparos en la espalda y los brazos y murió en el acto mientras su compañero resultó herido.
Patricia recuerda el inicio de su dolor y de su pelea: “Me llevó unos días caer. Hubo que sostener a la familia y a Maxi. No sabía que hacer, sólo quería poder decirle a mi nieto que los que mataron a su madre están presos, que pagaron. Así que fui a Fiscalía, empecé a averiguar y acerqué datos. Pero sentía que me faltaba algo. Una amiga fue a tribunales y le dijeron que con lo de Fiscalía ya estaba, que no había otra forma de gestionar cosas. Esa misma mañana mi amiga fue a tomar un café a un bar de calle Balcarce y una mujer le dijo que si queríamos podíamos ir al Centro de Asistencia Judicial (CAJ) de Corrientes al 2100 y ahí nos atendió Giuliana, una abogada pública que se encargó del caso”.
Patricia es metódica en su lucha. “Empecé yendo a las movilizaciones de los familiares de víctimas. Fui al pedido de Justicia por la muerte de Joaquín Pérez (asesinado el 19 de octubre de 2021en la puerta de su casa en Arroyito para robarle su auto y por el cual el gobierno también ofrece recompensa a quien pueda aportar datos) y desde ese momento integro el grupo de Familiares de Víctimas de Homicidios. Ahí encuentro contención, todos pasamos por lo mismo. De ese grupo surgieron una serie de reuniones con los responsables de Fiscalía y se comprometieron a que se reunirían con nosotros una vez por mes, pero eso no lo cumplieron nunca. Esperemos que este año se reglamente la «Ley de Víctimas», eso sería de una gran ayuda”, se entusiasmó Patricia.
En tanto, Giuliana, su abogada, gestionó ante las distintas instancias de la provincia la posibilidad de que se ofreciera una recompensa a quien diera datos sobre las dos personas que balearon a Rocío. “Ahora sabemos que eran personas conocidas las que dispararon”, dijo Patricia. La mujer no duda en seguir con su pelea diaria y asegura que tiene “muchas esperanzas que con esta recompensa la gente hable. Sé que puede haber miedo, pero esto tiene que terminar. No pueden matar a gente así, como si nada. Te pueden sacar un pedazo del cuerpo, un dedo, una pierna, y podes reponerte, pero que te saquen una hija es un dolor que nunca se terminará. Quiero Justicia”.