El fiscal de la Unidad de Homicidios Dolosos Adrián Spelta, quien interviene en el femicidio de Nara Giselle Acosta ocurrido en una habitación del Hotel Plaza Real, manifestó tener la gran sospecha de que Ezequiel M., imputado en el crimen, “estaba armando todo para irse del país” mientras estaba prófugo y que tras cometer el delito “planificó toda su acción para encubrir lo que había hecho”.
Spelta brindó este viernes una conferencia de prensa en que la que brindó precisiones sobre la audiencia de este jueves en la que Ezequiel M. fue formalmente imputado por homicidio doblemente calificado por el vínculo y por femicidio de su pareja, cuyo cuerpo fue hallado el mes pasado en un cuarto del hotel ubicado en Santa Fe al 1600.
El fiscal señaló que el acusado, cuando tuvo la oportunidad de brindar su versión de los hechos, se abstuvo de declarar. En ese sentido, y al describir más detalles sobre la investigación, Spelta señaló: “Al momento de ser aprehendido el acusado estaba con su pasaporte, otros documentos personales, títulos de propiedades y llaves de cajas de seguridad de bancos de la ciudad de Buenos Aires. Entendemos que estaba armando todo para irse del país”, afirmó el fiscal.
Spelta aclaró que “no había denuncias por violencia de género” presentadas por la víctima, pero sí se pudo obtener durante esta etapa de la investigación el testimonio de una prima de Acosta, que vivía cerca del country de Ingeniero Maschwitz, donde vivían Ezequiel y Nara.
Esa testigo declaró que “había conflictos” en la pareja y que, al menos tres veces, la prima tuvo que ir a buscar a Nara para llevarla a vivir a su casa. “Nara enviaba mensajes en clave a su familiar, y así sabía que había un conflicto. La familiar declaró que el sábado previo al homicidio recibió ese mensaje de alerta”.
El fiscal aclaró que en la autopsia no se pudo determinar la causa exacta de muerte de Acosta, ya que su cuerpo fue hallado en avanzado estado de putrefacción por haber estado tantos días en el agua del jacuzzi. “Se hicieron análisis de anatomía patológica que nos aportarán más datos, por lo menos para determinar si la víctima ingresó sin vida a la bañera o si murió después. Esas pericias estarán listas en las próximas horas”, agregó.
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Spelta contó que la última testigo que estuvo en contacto con la escena del crimen fue la empleada del hotel que llevó el desayuno a la habitación a las 9 de la mañana. “La empleada no vio a Acosta. Y contó que el imputado la recibió, un poco nervioso, y que en lugar de tomar la bandeja le pidió que la dejara sobre la barra. La testigo declaró que no vio a la mujer ni escuchó el agua circulando en el jacuzzi”.
Spelta aseguró que “a partir del fallecimiento, el imputado empieza a sembrar una serie de evidencias dentro de la habitación que hacían presumir como que ella hubiese estado sola en el cuarto. Por ejemplo, la colocación de una valija detrás de la puerta, pretendiendo hacernos creer que fue colocada por la víctima. Pero pudimos probar que el momento en que se retiró del hotel la mujer ya había fallecido. Una vez que se desencadenó la muerte, este hombre inició una planificación para encubrir el homicidio que había cometido”.