Catorce horas antes de que el intendente Pablo Javkin diera su discurso de apertura de sesiones en el Concejo Municipal donde pidió “volver a la paz” y destacó que “somos una ciudad paciente” que necesita “que la cuiden”, Nicolás Abel Urquía era asesinado a balazos en el carrito de comidas que atendía en el barrio de La Carne de la zona sur rosarina. Urquía era conocido como “Nico” o “Tortu” y fue ejecutado por dos personas que la noche del miércoles llegaron simulando ser uno de los tantos clientes que pasaban a diario por calle Melincué al 6300, entre Caupolicán y Patricios. La víctima recibió impactos de balas calibre 9 milímetros en la cabeza, el hombro derecho y la mano izquierda que le quitaron la vida en pocos minutos.
“Fueron directamente sobre él. No dispararon contra los que estaban en el carrito, que estaba lleno. Fue contra él”, comentó un vecino del barrio que dijo que “Tortu” tenía 28 años, que vivía en el barrio y que su pareja está embarazada.
Allegados a la víctima indicaron que se trató de un intento de robo, pero al hombre asesinado no le quitaron nada. Para el fiscal Alejandro Ferlazzo, quien investiga el asesinato, esa sería una más de sus hipótesis de trabajo pero no la que domina la investigación. Los vecinos fueron por otros senderos de la pesquisa. Algunos hablaron de un crimen por venganza. Otros de una escenografía salpicada por la droga y las contiendas territoriales. Y hubo quienes incorporaron a las sospechas los aprietes a comerciantes para que paguen un canon por trabajar en determinado lugar. Un asesinato, muchas versiones.
Un barrio marcado
En los últimos años el barrio de La Carne fue escenario de varios crímenes conmocionantes. “Ustedes saben mejor que nadie qué es lo que pasa en este barrio y en todos los barrios de Rosario”, intimó un joven vecino de la zona antes de darse vuelta y dejar al cronista con la repregunta en la boca. En esa zona de la ciudad hubo al menos cuatro homicidios en los últimos dos años y medio.
La tarde del lunes 12 de enero de 2018 Leandro Gonzalo “Toti” Rafati , de 29 años, fue ultimado en inmediaciones de Barbosa al 400 cuando iba a jugar a la pelota con su primo y fueron atacados desde un auto en una contienda enmarcada en la pelea que por entonces mantenían las bandas de “Los Funes” contra Alexis Caminos. El miércoles 15 de mayo de 2019 Germán Ancherama, de 25 años, y su tío Rodolfo Ancherama, de 29, fueron atacados a balazos por un hombre que iba en bicicleta por Melincué al 6400, a una cuadra del carrito de “Tortuga”. Germán murió en el lugar y su tío falleció una semana más tarde. La tarde del viernes 16 de octubre de 2020, Juan Emanuel Cortéz, de 30 años, recibió al menos cuatro disparos cuando estaba en su auto estacionado sobre Buenos Aires al 6400.
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El más reciente de los asesinatos en ese barrio de laburantes nació al amparo de los trabajadores de los frigoríficos de Villa Gobernador Gálvez ocurrió el 1º de enero y fue el primer homicidio de 2021. A las 9 de la mañana Marcelino Raúl Gallego, de 53 años, caminaba rumbo a un quiosco en inmediaciones de Muñoz y Bermúdez cuando se le cruzó un hombre apodado “Chaina” que le dijo: “¿Te acordás de mi?”. Y sin mediar discusión sacó un revólver calibre 38 y le disparó en el tórax. Como Gallego estaba a metros de su casa, su hermana lo cargó en un auto y lo llevó al Hospital Roque Sáenz Peña donde murió.
Sangra y duele
Rosario es una ciudad curtida por homicidios y balaceras. Algunos marchan porque “sangra”. Otros porque “duele”. Lo concreto es que ya nadie se sorprende de la existencia de un crimen que engrose la lista que tiene nombres y apellidos. Puede dolerle más porque el impacto lo tocó afectivamente, porque las balas impactaron en un familiar. Pero en los barrios no hay sorpresa o estupor. Lo que domina las escenas es un espanto normalizado en el que los vecinos relatan como guionados situaciones terribles donde la sangre, el plomo, la impunidad y desparpajo son monedas corrientes.
Y hay hartazgo, no solo contra el encargado de la seguridad provincial, Marcelo Sain; sino que esa mancha de aceite se amplía y cubre a toda la clase política. En el insultómetro popular todos tienen su espacio. “Si no dan la talla que se vayan. Ellos están en sus despachos, con aire acondicionado y custodia, y a los que matan son a nuestros pibes”, indicó un viejo vecino de una de las barriadas más representativas de zona sur.
Frente a la familia
Un carrito de comidas en un barrio populoso opera como un imán para el vecindario. La tentación de una comida rápida que haga pasar de largo la necesidad de cocinar o, porque no, una salida barata y recreativa a pocos metros de casa. Así se instaló “Tortu Food”, sobre Melincué entre Caupolicán y Patricios. Imposible no verlo. Una casilla de chapas pintadas en verde manzana, amarillo, violeta y negro. En el costado sobre Melincué las ofertas, un número de celular, el anuncio que se atendía desde las 20 y el desafío: “¿Te lo vas a perder?”. “Tortu” vivía a la vuelta, a unos 200 metros sobre calle Laprida.
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Según se pudo reconstruir de la charla con vecinos e investigadores, alrededor de las 22.30 del miércoles en el carrito estaban Urquía, su pareja embarazada y su cuñado. El carrito tenía todas sus mesas ocupadas por parroquianos y había vecinos parados haciendo sus pedidos. De mínima una veintena de personas. “Estaba lleno el carrito. Y también había muchos pibitos en la placita de la lado. Si hubieran disparado porque sí, hubiera sido una matanza”, indicó un vecino.
Fue entonces que llegaron a la escena dos hombres que simularon ser clientes con hambre. Algunos de los vecinos consultados contaron que Urquía y su cuñado de 18 años atendían los pedidos cuando los recién llegados le pidieron dos hamburguesas. Cuando el dueño del carrito comenzó a preparar el pedido, uno de los hombres sacó un arma y le disparó a sangre fría. Tras ello escaparon en un vehículo que los aguardaba a pocos metros.
Por fuera de ese relato, al menos una vecina indicó que los asesinos llegaron en una moto y sin mediar palabras mataron a Tortu. “Por acá pasan las motos y con los cortes (de motor que provocan ruidos similares a los disparos) te dejan temblando”, explicó la mujer. Urquía quedó agonizante en el lugar y su cuñado lo llevó al Hospital Roque Sáenz Peña en un auto particular, pero nada pudieron hacer para salvarle la vida.
El fiscal Alejandro Ferlazzo comisionó al Gabinete Criminalístico y a efectivos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) para que trabajaran en el territorio relevando la escena del crimen, registrando testimonios, levantando rastros y buscando cámaras de videovigilancia en las inmediaciones del hecho a fin de conseguir registros del movimiento de los homicidas.