Camino Muerto es un barrio sumergido en la pobreza estructural más bestial de los que componen el Gran Rosario. Tan sólo un chaparrón alcanzó este jueves para que las calles de este sector de Granadero Baigorria, contiguo a lo que fuera el centro clandestino de detención La Calamita, se convirtiera en intransitable. Pasada la medianoche del miércoles uno de los laterales del barrio, el que da a la vías del ferrocarril, se convirtió en el escenario de la ejecución de Santiago Pacheco, de 16 años y residente en el barrio Nuestra Señora de la Paz.
"El barrio está muy feo y te pueden matar por cualquier cosa”, murmuró una vecina que, al igual que otros, no quiso dar demasiados detalles del crimen. Recortando el relato de los vecinos se puede inferir que el adolescente pagó con su vida el hecho de haber estado parado sobre la vía del tren en medio de la oscuridad de la noche. "Lo pudieron haber desconocido o reconocido. De cualquiera de las dos formas, eso alcanza tranquilamente para que te maten”, agregó la mujer.
Pero Santiago no murió en el lugar donde fue herido sino que fue trasladado por vecinos desesperados que lo sacaron del asentamiento cruzando la vía para llegar al barrio San Miguel y desde allí lograron llevarlo al hospital Eva Perón junto a Alan V., el amigo de 19 años con quien estaba. Según pudo saberse ambos fueron baleados por un tal “El Metra”.
Pacheco recibió impactos en el tórax y en el brazo izquierdo y murió minutos después de ingresar a la guardia del hospital. Alan ingresó con múltiples impactos en la zona lumbar y quedó internado en estado reservado. "Se escucharon diez o veinte balazos, uno detrás de otro, todos sobre la vía. Los vecinos escuchamos los gritos de los pibes y ayudamos a cruzarlos para que los llevaran al hospital", contó otra vecina que describió el cruce por las vías, en horario nocturno, como "una boca de lobo en la que no se ve nada”.
Pobreza y peligro
Lo que abunda en el barrio son las privaciones de los servicios básicos y la sombra de la vulnerabilidad entre casas de madera y chapa. Por todos lados se ven ramilletes de cables y desagües a cielo abierto, niños jugando en barro pestilente y basura descartada del cirujeo. Y miedo, mucho miedo.
“Lo que único que tenemos los pobres son los hijos y la familia. Y si uno se pone a hablar los pone en peligro”, explicó una vecina con tiempos de abuela. "Cuando llueve el barro no te deja salir ni a la puerta de tu casa”, reflexionó otra para enmarcar cómo quedó el barrio luego de un chaparrón de tormenta de verano. “La luz —reflexionó un hombre— es otro problema que tenemos que vivir a diario. Cae la noche y esto es una oscuridad total. Las únicas luces que hay son las que todos los vecinos ponemos en las puertas de nuestras casas, pero las lámparas no son potentes y obviamente no alumbran lo suficiente”.
En lo que coincidieron los vecinos de San Miguel y de Camino Muerto es que, a ambos lados de las vías, “hay que hacer los mandados antes de que caiga la noche porque ahí si que podes estar en problemas”.
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Al verse acorralados los amigos intentaron fugar deslizándose desde el terraplén, pero fueron alcanzados por los balazos.
Barrio picante
Camino Muerto está ubicado en el oeste de Baigorria, “donde están los barrios más picantes de la ciudad” como explicó un vecino. Está rodeado por símbolos en la historia del barrio y de Granadero Baigorria. Está ubicado a unos 200 metros de uno de los laterales del cementerio municipal y a unos 300 metros del ingreso a La Calamita, un viejo casco de estancia que la última dictadura cívico, militar y eclesiástica convirtió en un centro de secuestro y tortura.
Pacheco y su amigo Alan fueron atacados a unos 200 metros de la plaza “Naty Maldonado”, cuyo nombre evoca a la joven trans asesinada de un balazo el pasado 9 de enero de 2021 en Nuestra Señora de la Paz en medio de un violento tiroteo en Montevideo al 1300, a unas 10 cuadras de la escena del crimen de Pacheco.
Al barrio se puede ingresar por calle Eva Perón o por Felipe Varela. Una opción para llegar a la escena del crimen es caminar unos 200 metros por la vía. “No es muy aconsejable que ande caminando por la vía con esa cara de desconocido. El barrio está muy feo”, aconsejó una vecina del barrio a este cronista sobre el mediodía de este jueves.
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Si bien la mayoría de los vecinos califican a Camino Muerto como “un barrio tranquilo”, tres meses atrás —la noche del jueves 13 de octubre pasado— en inmediaciones de David Correa y Córdoba, fue acribillado con 30 balazos Marcos Rodrigo Machuca, de 22 años. De la escena del crimen, una tapera que los vecinos indicaron que se utilizaba como aguantadero, los peritos levantaron 31 vainas servidas calibre 9 milímetros y siete ojivas de bala encamisadas y deformadas. Por esos días los investigadores indicaron que el crimen tenía como telón “el ambiente narco y una supuesta transacción por el pago de un envío de cocaína que no llegó a puerto”. Una serie de comentarios de residentes identificaron al lugar como un territorio donde la venta de drogas está regenteada por una mujer a la que conocen como “Gorda Moni”, quien ya había sido denunciada ante la Justicia federal.
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Las vías que separan los barrios San Miguel de Camino Muerto en Granadero Baigorria.
Sobre las vías
Una de las versiones que más pagaba este jueves entre los vecinos era que Pacheco y Alan estaban parados sobre las vías y fueron “desconocidos o reconocidos” por “El Metra”, quien sería uno de los ejecutores. “Todo acá está contaminado por la droga. Todo”, dijo un joven.
“Los pibes estaban sobre las vías. Ahí los atacaron", dijo un vecino apuntando con el dedo, y siguió mostrando: "Quisieron correr, pero no les dieron tiempo. El que murió quedó al lado de esa casilla de madera pero la familia que vivía ahí se fue. Nadie quiere meterse en quilombos. Vivimos acá porque no tenemos otro lugar. Nadie quiere vivir en un lugar donde se vive así”.
Fueron pocos los vecinos que se animaron a ir más allá de la información dura sobre el crimen de Pacheco, al que dijeron conocer desde chico ya que vivía en el barrio Nuestra Señora de la Paz, contiguo a Camino Muerto. Nadie dio referencia sobre Alan. Ninguno se mostró sorprendido por lo sucedido, aunque nunca quedó claro si era por la violencia del hecho o por el perfil del pibe de 16 años asesinado. Sólo uno dijo “está muy bien lo que les pasó a esos” antes de irse y dejar con la repregunta en la boca al cronista.
El caso quedó en manos de la fiscal Marisol Fabbro, quien comisionó a efectivos de la brigada de homicidios de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) que trabajaron en la escena del crimen colectando testimonios de potenciales testigos. En la zona no hay cámaras de vigilancia públicas ni privadas.