"Acá es mejor mantener la boca cerrada". Ese fue solo uno de tantos comentarios similares que salió de los vecinos de Necochea al 3900 este viernes por la mañana, horas después del asesinato de un hombre de 32 años. Se trata de un sector del barrio Tablada conocido como "La U" que hace más de 15 años está atravesado por la violencia ligada al narcomenudeo, a pesar del patrullaje de las fuerzas de seguridad y operativos frecuentes. La víctima, en tanto, no vivía allí y, según sus familiares, había llegado a ese lugar a comprar drogas.
Apenas había pasado la medianoche del jueves. En calle Necochea al 3900 no había alumbrado público. Los vecinos escucharon el estallido de un disparo de arma de fuego y quienes se animaron a asomarse se encontraron, a la altura del pasaje Ivanowsky, a un hombre tendido en la vereda herido con un disparo en la cabeza. Luego de un llamado al 911 arribó la policía al lugar y los agentes notaron que ya había fallecido, lo que formalmente constató minutos después una médica del Sies.
La víctima, Adrián Alberto Guazzaroni, de 32 años, fue identificada en el lugar del hecho por su padre, un suboficial de Gendarmería que se acercó allí a los pocos minutos. Luego trabajó en la escena del crimen el gabinete criminalístico de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) aunque en un principio no encontraron material de interés para la pesquisa que quedó a cargo de la fiscal de Homicidios Gisela Paolicelli.
Ya a la mañana del viernes La Capital charló con los familiares de la víctima. En medio de mucha conmoción dijeron que Adrián atravesaba problemas de consumo de drogas. Que en ese marco después de las 22 del jueves se fue a comprar estupefacientes en la zona donde lo asesinaron, a unas siete cuadra de la casa en la que vivía con sus padres.
Sus allegados contaron un recorrido de años tratando de abordar la adicción de Adrián, con el paso sin éxito por instituciones especializadas. Deslizaron así detalles de una tema social que excede a este caso puntual. Hay sectores de la ciudad donde el consumo problemático de sustancias, de por sí riesgoso, está íntimamente ligado a la violencia callejera. Lugares donde el consumidor está más expuesto a los entramados paralelos a los de una simple transacción de compra-venta, que en otros puntos de la ciudad no implica un peligro explícito más allá de la ilegalidad.
Marcar el búnker
Esos entramados paralelos son los que tienen que ver con las disputas entre quienes controlan el narcomenudeo. La parte minúscula del negocio, sostenida en barrios vulnerables por grupos pequeños que desde hace años adoptaron una lógica del control del territorio que, además de la violencia entre pares, incluye también la corrupción policial para hacerlo posible. Del testimonio de los vecinos, además del miedo a hablar, el otro punto en común es la desconfianza total a las comisarías de la zona y fuerzas de seguridad que patrullan.
En ese contexto desde hace tiempo se volvieron frecuentes los homicidios relacionados al lugar donde ocurrieron los hechos, más allá de las víctimas. Alrededor de los puntos de venta de drogas no solo son asesinados quienes están ligados a esa actividad y por lo tanto a posibles broncas, sino también vecinos o consumidores que marcan con su muerte un punto que quedará expuesto.
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En relación con el crimen de este viernes, los móviles posibles son más de uno, dado que no está confirmado ni descartado que la víctima fuera parte de un conflicto específico. Lo cierto es que en el barrio el hecho renovó el temor con el que los vecinos conviven desde hace años. Una realidad que impone y afianza costumbres: como la de evitar salir de casa al anochecer o someterse al silencio cuando ocurre un hecho violento. "Deberíamos hablar todos, pero no podemos", graficó muy bien un hombre que habló con La Capital este viernes.
Zona en conflicto
Lo que no se animan a contar los vecinos sí surge de investigadores que trabajan en la calle, así como de la propia crónica policial que una y otra vez vuelve a los mismos lugares. Las autoridades saben, porque también con esa información cuenta el periodismo, que en la zona de Necochea y pasaje Ivanowsky hay un punto de venta de drogas.
En abril pasado, luego de una saga violenta en esta misma zona, La Capital habló con Claudio Brilloni, ministro de Seguridad de la provincia, quien admitió las limitaciones desde esta área para el control y la prevención de la violencia. "Podemos decir con certeza que mañana puede haber un homicidio en tal lugar, se puede pensar que habría que poner por cada búnker que hay en Rosario una patrulla, pero de dónde sacamos los efectivos", cuestionó el ministro en esa oportunidad. "Nosotros sabemos dónde están los búnkeres, pero si no tenemos orden de allanamiento no podemos hacer nada. La culpa no es de jueces o fiscales, es del sistema. Podemos tener información clara y precisa, pero tenemos un sistema judicial y legal que respetar", agregó.
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Días atrás, el sábado 25 de marzo, en la misma cuadra de Necochea al 3900 fueron detenidos tres hombres luego de que huyeran a las corridas al ver a agentes del Comando Radioeléctrico que patrullaban la zona. Tras una persecución los aprehendieron dentro de una vivienda, donde les secuestraron dos armas de fuego, unos 800 gramos de cocaína, casi 50 de marihuana y elementos de fraccionamiento para la venta.
Chucky
"Son de Chucky Monedita", aseguró a La Capital una fuente con relación a los puntos de venta de drogas ubicados en la zona donde este viernes fue asesinado Adrián Guazzaroni. Se trata Alejandro Núñez, un muchacho de 27 años que está preso y señalado como líder de una banda criminal. A mediados de 2021 fueron imputados como asociación ilícita dedicada al narcomenudeo, actividad a partir de la cual cometieron hechos violentos de distinta índole. Entre ellos el intento de homicidio de Carlos Arguelles, hombre ex ligado al narco Esteban Alvarado que declaró en su contra y finalmente fue asesinado en septiembre de 2021.
En ese marco los acusadores detallaron que una de las broncas del grupo era con otra banda de Tablada, denominada "La Planchada" y liderada por Lucas Smith, otro recluso. Con ese trasfondo, los homicidios o balaceras que ocurren en la zona suelen ligarse, al menos en versiones vecinales, a esa disputa. Como fue en abril pasado en Necochea y pasaje Villar cuando Walter Daniel Portillo, un hombre de 65 años que estaba en la vereda, fue asesinado a balazos por dos tipos que bajaron de un auto. Esa zona es referenciada por distintas fuentes, así como en pintadas callejeras, como territorio de Lucas Smith.
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En aquel entonces los vecinos comentaron que la violencia callejera, siempre recurrente en la zona, se había agravado luego del asesinato de Marta Susana "La Chana" Bustamante, una transera del barrio que a su vez era la suegra de Smith. La mataron el 13 de febrero en la puerta de su casa de 24 de Septiembre al 100, también en ese sector de Tablada. Un día después, allegados a esta mujer balearon una casa de Necochea al 3800, donde viven los familiares de Ulises Gamarra, asesinado a los 23 años en febrero de 2022 en un hecho que tiene imputado como coautor a Uriel Luciano "Lucho" Cantero, hijo del "Pájaro", asesinado ex líder de "Los Monos".
Lo que parece ser un entramado infinito de nombres y broncas que se entrecruzan, tiene también su origen hace más de 15 años. Donde este viernes mataron a Adrián Guazzaroni abundan las menciones a Cristian "Charly" Machuca, asesinado a balazos en enero de 2015 por Chucky Monedita. Allí mismo, a comienzos de 2007, fue asesinado el hermano de Chucky, Marcelo Núñez, el "Monedita" original. Tenía 17 años y lo ligaban a otro pesado fallecido: Guillermo "Torombolo" Pérez. Nombres propios que pertenecen ya a la prehistoria de la violencia callejera en "La U", vigente hasta hoy a pesar de todo.