Los vecinos de algunos sectores de Tablada cuentan que la paz, entendida al menos como una sensación de seguridad estable, es algo que en el barrio un día se perdió y nunca regresó. Pueden pasar semanas en las que los hechos violentos no trascienden al plano mediático, lo que no significa que no ocurran sino que, por el contrario, da cuenta de que vivir en ese contexto se naturalizó al punto de omitir la posibilidad de realizar una denuncia. En otras ocasiones el avispero se agita demasiado y el barrio vuelve a quedar en medio de la conmoción pública, como fue este fin de semana con varias balaceras y dos homicidios que dejaron también sobrevivientes heridos. Entonces los vecinos encuentran la oportunidad de contar cómo se viven -entre pasillos, casas de familia y puntos de venta de drogas- las disputas que reflejan las investigaciones judiciales y se asoman detrás de los hechos recientes.
En ese marco, y más allá de los pormenores del caso, poca sorpresa generó entre los vecinos el ataque a balazos en el que fue asesinado Andrés Gustavo Filippi, de 15 años, y en el que su hermano Jorge, de 17, quedó herido. Ocurrió el sábado a las 23.30 en Garibaldi y Patricias Argentinas, una esquina del barrio Tablada que ya fue escenario de otros crímenes. Lo curioso es que las víctimas no eran del barrio, sino de Vía Honda, y el detalle que brinda un contexto certero es que todo sucedió a metros de un punto de venta de drogas.
Un allegado a las víctimas confió a La Capital que los hermanos Filippi llegaron a Tablada invitados por una amiga que se dedica a la venta de estupefacientes, tal vez sin saber que en esta ocasión se dirigían a un punto de venta. “Supuestamente ella les dijo que iban a la casa de una tía a comer de la rotisería que tiene, pero era un búnker. Cuando estaban parados en la esquina frenó un auto, bajaron los pibes, empezaron a disparar y le pegaron a los hermanos”, describió. Andrés murió en el acto producto de al menos cinco balazos y Jorge fue trasladado al Hospital Clemente Álvarez, donde quedó internado fuera de peligro.
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Unas horas antes, cuando el sol apenas comenzaba a caer cerca de las 19.20 del sábado, se había registrado una balacera en otro punto del barrio Tablada, a unas diez cuadras de donde al llegar la medianoche serían atacados los hermanos Filippi. En esta ocasión los tiros fueron contra un hombre de 31 años que estaba en la puerta de su casa de pasaje Villar y Necochea. La víctima recibió un balazo que le traspasó la pierna derecha a la altura del muslo.
Exactamente un día después, cuando ya se había jugado el clásico entre Newell’s y Rosario Central, volvieron los tiros a la zona, puntualmente en el pasillo que nace en Chacabuco a metros del cruce con Seguí. Allí estaban José Miguel M., de 50 años, y Walter Daniel Portillo, de 65, sentados sobre la vereda cuando un auto frenó frente a ellos y bajaron unos tipos que gatillaron sin decir una palabra. Las víctimas fueron trasladadas al Hospital Provincial, donde cerca de las 20 informaron que Portillo había muerto producto de una herida de bala en el pecho. Mientras que su amigo quedó internado, también afectado por los balazos en el tórax y en las piernas.
Semanas violentas
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Sin embargo el presente que se vive en Tablada no podría explicarse solo en estos tres hechos ocurridos en término de un día. En las últimas semanas otros episodios violentos ya habían alertado a la comunidad barrial. Tal vez un punto de inflexión haya sido el asesinato de Marta Susana “La Chana” Bustamante, reconocida transera del barrio baleada el 13 de febrero en la puerta de su casa de 24 de Septiembre al 100. En tanto, el 3 de marzo y en el mismo pasillo de pasaje Villar y Chacabuco, fue asesinado Maximiliano Daniel Bazán, de 28 años. Igual que en esta última oportunidad, horas antes se había registrado otra balacera pero sin heridos.
Horas después del crimen de Bazán fue baleada la escuela Isabel La Católica, de Ayolas y Grandoli. Ocurrió el domingo 5 de marzo y en el lugar la policía halló un mensaje que le dio un contexto al ataque: “Chuki Moneda, Brandon y Fernando Morel dejen de matar cobani y mujeres. Vamos a la guerra. La mafilia”. Veinte días más tarde la policía detuvo a tres hombres en una vivienda de Necochea al 3900 en la que además secuestraron drogas y armas de fuego, todo a 300 metros de distancia de donde tres horas después fue asesinado Carlos Nicolás Moreira, de 42 años, en otro punto de venta de drogas.
Por último, el miércoles pasado un incendio intencional destruyó una camioneta de la Policía de Acción Táctica que estaba estacionada en la puerta de la comisaría 15º, una de las seccionales con jurisdicción en Tablada. Allí también se halló un cartel sugerente: “Dejen de agarrar plata de los giles, corruptos”. Un hecho que el propio gobernador Omar Perotti atribuyó a una represalia ante la decisión política de enfrentar al delito, pero que algunos investigadores ligaron a la connivencia institucional con el crimen.
Lukitas
En la intersección de Chacabuco y pasaje Villar los vecinos saben que la zona esta referenciada con Lucas Smith, un pibe de 20 años que está preso, condenado por un robo y sindicado como líder de la banda “La Planchada”. Además era yerno de “La Chana”, la mujer asesinada semanas atrás. Según investigaciones judiciales el grupo que lidera este muchacho está ligado a la venta de drogas y el sicariato, marco en el que se enfrenta a la banda que también desde la cárcel lidera Alejandro “Chuky Monedita” Núñez, de 27 años. Todo ocurre en pocas manzanas del barrio Tablada que con el paso del tiempo se afirmaron como territorios en disputa.
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“Chuky Monedita”, además de haber sido mencionado en el mensaje hallado luego del ataque a la escuela Isabel La Católica, tiene domicilio en el mismo pasillo de Necochea al 3900 donde semanas atrás fueron detenidos tres hombres con drogas y armas. Muy cerca de donde este sábado asesinaron a Andrés Filippi e hirieron a su hermano, una zona donde hay varios puntos de venta de drogas que -entre otros nombres como René Ungaro y Alan Funes- se le atribuyen a “Chuky Monedita”.
En los relatos vecinales aparecen otros detalles que complementan a las narrativas que surgen de investigaciones judiciales y focalizan en bandas barriales enfrentadas entre sí. En la zona de Chacabuco y pasaje Villar, por ejemplo, conviven familias que están atravesadas a toda hora por los conflictos que sostiene Lucas Smith, a quien le atribuyen formar parte de alguno de los extremos que tensaron la bronca barrial con los hechos de este fin de semana. “Tenemos claro que siempre van a estar en problemas, pero no sabemos con quién, ni por qué ni en qué momento va a pasar algo”, describió un vecino que ante todo pidió preservar su identidad.
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“Ese es el problema, porque a veces se calma todo pero no podemos confiarnos de que no pasa nada más. Como ayer, que primero a las 18 hubo tiros, me llevé a mi nene y cuando volvíamos vimos cuando mataron al señor”, agregó. En ese marco los crímenes de este fin semana, mientras se esperan los avances de las investigaciones, se consideraron en el barrio ataques al voleo. “Fue inocente por inocente o para marcar los búnker y que no se venda más”, aventuró el vecino.
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La zona de Smith está marcada por su propia firma. Abundan las pintadas de “Lukitas” e incluso hay un mural con la cara de su padre, fallecido hace algunos años producto de una enfermedad. “Canalla desde el cielo te voy a alentar”, es la leyenda que acompaña al rostro del hombre, todo pintado de azul y amarillo. Un homenaje que en el último tiempo acumuló varias marcas de balazos por los ataques reiterados en la zona.
Esta trama de violencia alcanzó a la vida diaria de los vecinos al punto de que, entre las posibilidades para mantenerse a salvo, tienen en cuenta la necesidad de dialogar con las familias que sí forman parte de alguna disputa. “Yo los conozco a todos. Pero sabés qué pasa, ellos se cuidan ellos nomás. Si tienen un problema no te van a decir que tengas cuidado que los están amenazando. Nos enteramos cuando ya pasaron las cosas y así quedamos en el medio. Si supiéramos que se va a pudrir ni salimos”, contó una vecina.