Según datos preliminares de la autopsia, que se realizó en la ciudad de Paraná, Rodríguez murió por asfixia. Oriundo de la zona más pobre de Parque Casas, tenía 35 años y tres hijos de entre 7 y 15 años. Sus familiares contaron que se ganaba la vida abriendo puertas de taxis en Sarmiento y Rioja, frente al edificio de Ansés, y además vendía hilos, agujas para coser y biromes.
"No tenemos mucha información. Queremos que se investigue quién le hizo eso. Hay que ser muy malo para hacerle lo que hicieron. Y además no sabemos de dónde vamos a sacar dinero para traer el cuerpo y darle sepultura", explicó a este diario una mujer familiar de la víctima.
Costumbres
Los parientes de Osvaldo Rodríguez están ante un rompecabezas. El que les propone un hombre dominado por las adicciones a la droga y el alcohol, que buena parte de su vida la sobrellevó en la calle. Y que ahora está muerto por asesinato. "Mi hermano estaba en pareja, creo que en barrio Triángulo. Ella nos contó que el 27 de julio discutieron, como pasaba a menudo, y él agarró sus cosas y se fue. Ellos discutían siempre y él se iba. Ella esperaba un par de semanas y lo iba a buscar a la zona donde trabajaba. Y volvían a estar juntos. Por eso ella no denunció que había desaparecido. Era normal que él actuara así", indicó una de sus primas.
"Esta mujer lo tenía bien. Lo había ordenado bastante. Para Osvaldo los fines de semana eran terribles. Ahí empezaba a tomar y no paraba", agregó la mujer. "El papá y tres de los tíos de Osvaldo murieron por la adicción al alcohol", indicó. Osvaldo era huérfano de padre y madre, y tenía siete hermanos.
En un rato en una humilde y desvencijada casa al costado del puente Sorrento sobre el arroyo Ludueña se van juntando las mujeres de la familia Rodríguez en una especie de comando de administración de los recursos que hay. Algunas de las mujeres resumen la vida de Osvaldo y el resto busca información para que el cuerpo de Rodríguez sea traído a la ciudad y así darle sepultura.
Y en el medio están los dimes y diretes de una familia cuyos integrantes sobreviven en una realidad adversa, más allá de los vaivenes de la economía actual. La hija mayor de Osvaldo, de 15 años, atesora en su celular la última foto con su papá tres días antes de que su entorno le perdiera pisada. Fue el mediodía del 24 de julio en Sarmiento y Rioja.
"Disculpe, ¿por qué vino a hablar con nosotros?", preguntó una de las mujeres. "No es muy normal que una persona aparezca maniatado en el río como le pasó a Osvaldo", respondió el cronista. "Pero, ¿qué gana usted con todo esto?", insistió con la intriga aparente de haber sido olvidada por el mundo antes y requerida ahora.
Inadvertido
La ausencia de Osvaldo se diluyó en la multitud. Como era costumbre que desapareciera, nadie la notó hasta que fue demasiado tarde. "Lo que sabemos es que andaba mucho con «Filo», uno de sus hermanos, un pibe violento, muy atrevido y con muchas broncas en la calle. Filo salió de la cárcel hace poco y acá por el barrio no puede andar. El es quien tiene que saber qué pasó con Osvaldo", indicó otra familiar.
Osvaldo también tuvo conflictos con la ley "pero no por ladrón, sino por pendenciero", agregó una pariente. Por eso tenía un trabajo de unas pocas horas en una cooperativa de trabajo de Corriente Clasista y Combativa (CCC) en el barrio. Por fuera de Filo, la última persona cercana que vio con vida a Osvaldo fue su actual pareja. "El se peleaba con la mujer y se venía para el barrio. Acá lo querían todos. Se encontraba con los pibes con los que creció", comentó una pariente.
Entre el miércoles y el viernes al mediodía aparecieron dos cuerpos flotando en el Paraná. Uno fue el de Osvaldo. Un pescador lo halló en el Paraná Pavón, un brazo que se desprende del cauce principal del río principal y que se interna en suelo entrerriano. Si bien el cuerpo apareció en jurisdicción de la comisaría 3ª de la Sección Islas de la Policía de Entre Ríos en el rescate comenzó a actuar Prefectura.
En la morgue de Paraná
En principio se pensó que podría tratarse del cuerpo de unos de los jóvenes desaparecidos al darse vuelta su embarcación a la altura de Pueblo Esther el domingo 15 de julio. Pero que el cadáver estuviera atado de pies y manos, amordazado y con un precinto alrededor del cuello hizo que esa insinuación se diluyera rápidamente.
El otro cuerpo hallado la semana pasada fue descubierto por un pescador debajo del puente a la altura del Frigorífico Swift. "El viernes nos llamaron desde Prefectura para que fuéramos a reconocer un cuerpo que había aparecido en (el arroyo) Saladillo. Mi tía fue a ver el cuerpo y como no era Osvaldo nos pusimos contentos. Después dos hermanas de Osvaldo lo reconocieron en la morgue de Paraná. Se dieron cuenta por los tatuajes", explicó una familiar.
"Queremos que se investigue que pasó, por qué lo mataron así. El forense le dijo a las hermanas que a Osvaldo lo tiraron vivo al agua. Estaba vivo cuando lo tiraron al río", indicó la mujer. "Hay que tener mucha maldad para hacer eso. No le dieron chance a que se pudiera salvar. Lo tiraron al río condenado a muerte", dijo la pariente con un dejo de tristeza.
Fuentes allegadas a la pesquisa en manos del fiscal Guaita se mostraron cautelosas respecto a la evolución de la investigación. Indicaron que el cuerpo "tenía una cicatriz en el cuello" y refirieron que "fue como que lo apretaron pero no está ahí la causa de la muerte. El preinforme de autopsia indicó que murió por asfixia, por el trapo que le pusieron en la boca", agregó el portavoz.